Trece escaños y un funeral
Trece escaños fueron los conseguidos por el partido de Santiago Abascal para las Cortes Valencianas y un funeral político el que se presagiaba tras la comparecencia del Portavoz Nacional del PP, Borja Semper, donde sin citar explícitamente a Carlos Flores Jubería, dejó bien claro que “cualquier persona que haya pasado por una condena de violencia machista es una línea roja”.
Línea roja que en Valencia fue trazada con tiralíneas grueso de “faisán” de la mano del esbirro de Abascal en “la terreta” Ignacio Gil Lázaro, dejando perplejos a propios e inmóviles a extraños. Porque no deja de ser cuanto menos curioso, que el Partido Popular que en su día designó al yaciente en la UCI política Flores Juberias como vocal del Consell de Transparencia, permaneciera impasible frente a todas las fuerzas políticas que pedían su cese fulminante. Pero como no hay nada mejor que una convocatoria de elecciones generales para “limpiar, fijar y dar esplendor” a las decrépitas conciencias políticas de aquellos que olvidaron sus principios ante la inminente llegada de moquetas con vehículo oficial y despachos repletos de estómagos agradecidos en forma de asesores, el partido popular de la mano de Mazón recupera su hipócrita esencia prelectoral y devuelve a los toriles a Flores Jaberías ante la impasible mirada del “matador de toros” Vicente Barrera.
Pero como sucediera con el antiguo Secretario General de VOX, los desahucios políticos en la casa verde siempre se visten de ascenso y en este caso concreto, el maltratador abandonado a su suerte política por indicaciones de Génova enfila su vía crucis como número uno al Congreso de los Diputados por Valencia, a sabiendas de que allí será ejecutado por sus mayores tal vez con la única esperanza de ser resucitado al tercer día y enviado al cielo del Parlamento Europeo por obra y gracia de Gil Lázaro, su mentor y único garante interno de Flores Juberías.
Y es que como bien sabe el portavoz nacional del Partido popular, el poco trabajar, las ansias de poder y el descontrol interno son los componentes del fluido que enjuga la sabia política de él de Amurrio. Tal vez por ese motivo, Borja Semper tras conocer bien en el pasado al que fuera su compañero en vuelos de gaviota (o charrán para los expertos en ornitología), lanza la flecha envenenada al corazón de las guerras de poder entre las familias de Bambú.
Porque el Julio Cesar Azul y aquellos que le han asesorado en este veto tienen muy claro que en la política al igual que en el arte de la guerra; ¡divide y vencerás! Y ahora que Santiago Abascal ha decidido trasladar a la Carrera de San Jerónimo a uno de los que aspiraban al poder valenciano desde la corriente más ultracatólica, preso de la necesidad de ganar poder territorial y así apalancar la futura capacidad de “gobierno con gaviotas” ante una demoscopia bastante desfavorable, se abre un nuevo espacio de oportunidades para dar más poder a los representantes orgánicos de la formación verde y por tanto, fortalecer el sector falangista en detrimento del ultracatolicismo dominante en Valencia.
Sea como fuere, el tiempo me acabó dando la razón en que “un condenado por maltrato psicológico, no puede ser el candidato”. Es ahora momento de asumir los errores políticos y desde luego, incluir en una lista de candidato a Flores Juberías lo fue. También sería el momento de que Santiago Abascal asumiera responsabilidades en primera persona por pensar que la política valenciana podría perdonar un falta de sensibilidad tan grande al drama del maltrato machista, pero una vez más, en ese alarde de funambulismo que les hace capaces de presentar a un octogenario comunista a una moción de censura, la escapada circense del hasta hoy candidato a presidir la Generalitat de VOX solo abre la guerra en la trinchera verde entre Valencia y Alicante como ya sucediera en 2019 en la pugna por el puesto de “sindic”.
En este caso, serán las familias políticas de Bambú con deseo de poder institucional que les permita encaminar la senda del control orgánico y sus alfiles provinciales ansiosos de revancha interna de príncipes destronados los que marquen la hoja de ruta de los próximos días en ese pacto que auguro que dejará más de un funeral político, dentro y fuera de nuestra comunidad.
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