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De la vivienda al hábitat: el plan de la Generalitat Valenciana para rehabilitar edificios allí donde las familias “se juegan la salud”

Uno de los bloques de viviendas que forman parte del plan de rehabilitación de la Generalitat.

Laura Martínez

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“Hay que entender el sentido del hábitat; reivindicar la vivienda más allá del espacio privado”. La cita sale de Alberto Rubio, director general de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia Energética de la Generalitat Valenciana desde mayo del pasado año. Rubio trabaja en la Conselleria de Vivienda, que desde la reforma de Gobierno valenciano incorpora la perspectiva de la arquitectura bioclimática, también a su nombre. El Ejecutivo autonómico batalla por garantizar y hacer efectivo el derecho a una vivienda digna, a un espacio habitable, y la labor de esta dirección general es que incluya también los criterios de salud para las familias.

La pasada semana el vicepresidente segundo y titular de Vivienda, Rubén Martínez Dalmau, compareció en las Corts Valencianes para explicar el plan Hábitat 2030, un proyecto de la conselleria que se había elaborado en enero pero que quedó interrumpido por la pandemia. El plan propone actuaciones en paralelo a la adquisicón y recuperación de viviendas del parque público con la rehabilitación de las primeras viviendas de familias, sean o no públicas, para garantizar que sean espacios seguros. Según diversos estudios, el 8% de los españoles pasaron el confinamiento sin ventanas que dieran a la calle, un tercio de las familias pasa frío en invierno y el 16% echa en falta servicios de proximidad. La Conselleria de Vivienda estima que el 10% de las viviendas principales necesita una actuación urgente, lo que afecta a cerca de 150.000 viviendas habitadas.

Pero hay más. Según indica Rubio, con datos del libro blanco de vivienda, el 55% de las personas que residen en ciudades expresan tener carencias de comercio de proximidad, el 26% de espacios verdes y el 23% de centros de salud. Un 12,3% de los hogares sufre falta de luz natural, una cuarta parte de los edificios de más de tres plantas declara no tener ascensor y sólo el 35% de los hogares que lo necesitan están adaptados a personas con diversidad funcional. El estudio indica que existe un gran número de viviendas con “carencias de calidad que afectan a aspectos esenciales de la habitabilidad de la vivienda” como humedades o desprendimiento de fachadas. El objetivo prioritario es atender a personas sin recursos que “se juegan la salud”.

La línea de rehabilitación del plan Hábitat pretende solucionar estos problemas en una década contando con el apoyo de los ayuntamientos, la puerta de entrada del ciudadano al sistema de ayudas, a través de la llamada red Xaloc. Según explica Rubio, arquitecto de profesión, el ritmo que aconseja la Unión Europea es rehabilitar el 3% de viviendas al año. Dado que en la Comunitat Valenciana en la próxima década la mitad de las viviendas tendrán más de 50 años y que han pasado décadas con un parque público abandonado, la necesidad se acelera. Según sus cálculos, con el presupuesto actual se estarían rehabilitando unas 15.000 viviendas anuales, aunque lo deseable sería llegar a cuadruplicar esta cifra para alcanzar el estándar europeo. La previsión es alcanzar las 30.000 viviendas públicas rehabilitadas y las 150.000 actuaciones para conseguir un “hábitat resiliente”, que resista a las futuras crisis. Para ello, la Generalitat Valenciana dispone de dos líneas de ayudas, el Plan Renhata -con actuaciones en 1.700 viviendas- y el plan de accesibilidad, que atiende 2.000 solicitudes de edificios.

Los estudios de la Generalitat advierten de que la situación es peor en las viviendas de alquiler y se agrava en proporción a los ingresos de las familias. “Todos los elementos privativos de las viviendas están en un estado deficiente o malo con una frecuencia muy superior en las viviendas alquiladas”, explica el libro blanco. El 14% de las viviendas habitadas por personas con un salario inferior al IPREM -7.000 euros anuales en 2017- presentan patologías en las fachadas, como desprendimientos o humedades graves, indica Rubio.

Además de con criterios de salud y biohabitabilidad, que incluyen revisar algunos materiales de construcción y distribución del hogar para reducir los riesgos físicos, las rehabilitaciones se realizarán con criterios de eficiencia energética, buscando reducir el impacto ambiental de los hogares. Entre los objetivos, el plan marca una reducción del 35% del consumo de energía y caminar hacia el objetivo del desperdicio cero, para alinearse con los criterios de desarrollo sostenible. Favorecer el consumo de energía final proveniente de fuentes renovables y autoconsumo, potenciar la renaturalización de los espacios urbanos y su conexión con los entornos naturales para favorecer la continuidad de los ecosistemas, potenciar la rehabilitación, la regeneración urbana y la redensificación, adaptar criterios de economía circular al sector inmobiliarioo alcanzar un 10% de reutilización en el sector de la rehabilitación y la regeneración urbana son otros de los objetivos de la conselleria, cuyo presupuesto aún se encuentra en negociación.

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