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Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Las primeras elecciones de la COVID-19

El lehendakari Iñigo Urkullu, en el Parlamento Vasco.

Javier Pérez Royo

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En País Vasco y Galicia se convocaron las elecciones antes de la llegada de la COVID-19. El proceso electoral se puso en marcha y quedó suspendido tras la proclamación de las candidaturas por las Juntas Electorales Provinciales en ambas comunidades. Entiendo que el proceso electoral tiene que volver a activarse a partir de ese momento. Las elecciones, por tanto, no se convocan, sino que se vuelve a poner en marcha un proceso electoral que se convocó en su momento y que quedó suspendido por la llegada del virus. Todos los pasos que se dieron hasta la suspensión –convocatoria, constitución de las Juntas Electorales, fijación de las Secciones, constitución de las coaliciones, si las hubiere, presentación de las candidaturas y proclamación de las candidaturas– tienen que ser dados por buenos en aplicación del principio de conservación de los actos.

Esos seis pasos consumen 27 días del proceso electoral, es decir, la mitad de todo el proceso hasta la jornada electoral, que tiene lugar 54 días después de la convocatoria. Son 27 días los que hacen falta para que los ciudadanos acudan a las urnas. 27 día naturales.

Con los datos de que se dispone acerca de la evolución del virus tanto en País Vasco como en Galicia, se puede decidir de manera segura la reanudación del proceso electoral. Hay tiempo suficiente para hacer una campaña para fomentar el voto por correo, de tal manera que se reduzca el voto presencial. Hay tiempo suficiente para acondicionar los colegios electorales y para proteger específicamente a los ciudadanos que tengan que constituir las mesas electorales el día de la votación. Se dispone, además, de la experiencia de Corea del Sur, que ha sido sumamente exitosa y de cuya organización técnica se pueden copiar directamente muchas cosas.

Se trata, políticamente, del primer paso en la “vuelta a la normalidad”, que en estos casos es una vuelta obligada, ya que la democracia no puede quedar suspendida. Y el momento electoral es el primer momento constitutivo de la democracia. No es el único momento constitutivo, pero sí el primero y en el que descansan todos los demás. Una emergencia puede obligar a hacer ajustes en ese momento, pero no puede suspenderlo. Porque si se suspende, queda suspendida la democracia en su totalidad. Los ajustes ya se han hecho. Ahora toca pasar a la liturgia electoral: campaña electoral y ejercicio del derecho de sufragio por los ciudadanos.

Al tratarse de las dos primeras experiencias electorales posteriores a la llegada de la COVID-19, vamos a poder comprobar por primera vez si la “vuelta a la normalidad” se asemeja a la “normalidad anterior” o, por el contrario, se desvía de ella y, en el caso en que así sea, en qué dirección o direcciones lo hace.

En el momento político en que nos encontramos, los resultados electorales tendrán una lectura autonómica vasca y gallega en primer lugar. Los ciudadanos vascos y gallegos van a decidir a quién o quiénes van a confiar la dirección política de la comunidad en medio de la mayor crisis de la historia contemporánea. Sin duda, es lo más importante de estos procesos electorales. Es posible que estas sean las elecciones  en las que los ciudadanos vascos y gallegos reflexionen con más intensidad acerca del sentido de su voto. El voto va a tener un plus respecto a los emitidos en convocatorias anteriores, porque hay más en juego de lo que solía haber en dichas convocatorias.

Pero los resultados electorales van a tener una lectura estatal. En el sufragio de los ciudadanos vascos y gallegos se va a medir por primera vez cómo se ha interiorizado la política del Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez y de los partidos de la oposición de la derecha española. Cuánto va a pesar la política estatal de los partidos en estos meses en la decisión de los ciudadanos vascos y gallegos no es fácil de saber. Pero nadie va a poder pasar por alto que hay maneras distintas de hacer frente a la crisis tanto en las comunidades autónomas como en el Estado y que hay conexión entre todas ellas. El resultado electoral en País Vasco y Galicia va a suponer un impulso a una u otra manera de hacerlo. En ambas comunidades de manera inmediata, pero en el Estado también de manera mediata. En tiempo de equilibrios tan inestables como los que estamos viviendo, el impacto puede ser muy superior al que han tenido unos resultados autonómicos en el pasado.

En estos meses hemos ido viendo cómo se comportan los dirigentes de los partidos tanto en el ámbito estatal como en el ámbito autonómico y municipal. Ahora llega el primer momento en que van a hablar los ciudadanos y van a suministrar información directa de cómo están valorando la conducta de todos ellos. Respecto de algunos de manera directa. Respecto de los demás, de manera refleja.

Sea lo que sea, la “nueva normalidad” empezará a prefigurarse en ambas comunidades. Tengo la impresión de que las elecciones van a ser seguidas con mucha atención no solamente en el resto de España, sino también en los demás países de la Unión Europea.

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