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Kids, en la primavera de 2014 conocí a vuestra madre

Final de la serie Cómo conocí a vuestra madre

Mónica Zas Marcos

Y nueve años después, se terminó Cómo conocí a vuestra madre. Una noticia que ha provocado lágrimas en algunos y suspiros de alivio en otros muchos, ¿y ahora qué? La serie creada por Craig Thomas y Carter Bays ha conseguido un big bang generacional que nos deja huérfanos de sitcoms de amiguetes. Las tres primeras temporadas generaron irremediables similitudes con la otra soberana del género: Friends.

La diferencia es generacional. Los que tuvimos que disfrutarla en diferido o con los VHS de nuestros padres y hermanos mayores ya teníamos a nuestro propio grupo de amigos, solo nuestro. Ros, Rachel, Phoebe, Mónica, Chandler y Joey son geniales y nos caen estupendamente, pero a Ted, Robin, Marshall, Lily y Barney les hemos visto crecer junto a nosotros. Aunque también es cierto que, apelando al misterio más efectista, los guionistas han retado varias veces a la paciencia de los espectadores -que ríete tú de la de los hijos-.

Y ese es, precisamente, el tema. ¿Cómo nos han mantenido pegados a la pantalla después de la extensión absurda de sus temporadas? Basicamente con intrigas. Incluso después de conocer a la madre, al final de la penúltima temporada, crecía en nosotros un gusanillo que no ha permitido que la última se convirtiera en un fiasco lacerante, aunque en ocasiones lo mereciese. Durante este larguísimo proceso se han dejado muchos adeptos por el camino, pero hay que reconocer que han sabido escuchar a su audiencia. Al menos en los últimos cuarenta minutos de la serie.

Iconos pop

Si tuviésemos que numerarlos todos saldría más rentable hacer un blog. Han sido 208 capítulos que han dejado gags, vídeos y tablas de mandamientos para contar a los nietos del futuro, a poder ser en menos de nueve temporadas. Han generado esa quimérica necesidad de empadronarte en un bar de Nueva York, comprar una mesa y reunirte alrededor de cervezas y nachos a diario. Y que bauticemos como canción de viaje a la odiosa 500 miles. Incluso han logrado que celebremos del Día Internacional del Ponte Traje, para que se quejen los que miran con escepticismo Halloween.

Pero cualquier excusa es buena para saber que hay que vivir las aventuras rodeado de amigos. Para ilustrar esto, nada mejor que la pequeña conversación del capítulo final entre Ted y Barney:

- ¿No te acuerdas de cuando lamimos la campana de la libertad?

- Tío, ¿cómo quieres que me acuerde? Hemos vivido demasiadas historias increíbles.

Así que ya se sabe, hay que esperar hasta las dos de la mañana y empezar a recorrer la ciudad para amanecer con una piña o acoplarte a cualquier fiesta de disfraces. Tener anécdotas para poder robarle la frase a Los Simpson y entonar un “esto es como aquel capítulo de CCAVM”.

Como iconos pop que abrieron y cerraron el círculo durante casi una década, podríamos destacar el llamativo paraguas amarillo de la madre y la romántica trompa azul. También nos han enseñado que hay que temer más una apuesta de bofetadas con un colega que a un nublado. Que todo grupo que se precie tiene que tener un juego propio de beber y una contabilidad de dobles. Nada mejor para abrirle los ojos a un amigo que una intervención y nada mejor para ligar que un PlayBook.

Para los que nos hemos quedado un poco más huérfanos, no debemos preocuparnos porque es cuestión de tiempo que salga una serie del estilo que empezaremos viendo a regañadientes. Y si, pese a las trabas que han puesto sus creadores y la CBS para mantenernos entre su fiel público, te parece una de las mejores series del siglo, elige tu capítulo. Y no olvides todas estas señas de identidad que nos han hecho pasar tantos ratos nostálgicos e hilarantes. Y también, inevitablemente, nos han hecho pensar que a nuestra vida nos faltan unas cuantas exnovias locas y un pasado oscuro como cantante adolescente. Ese inventario de chistes y elementos recurrentes pueden ser una buena despedida para una serie -le pese a quien le pese- legendary.

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