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El oficialismo magdalenero: el baluarte conservador en las festividades de Castelló

Uno de los actos de las fiestas de la Magdalena

Borja Ramírez

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Una de las consecuencias del adelanto electoral en la Comunitat ha sido la de conferir al sprint final para las elecciones municipales y europeas del 26M, con el resultado de las autonómicas ya sobre la mesa, una repercusión y tono mucho más local, distinto al del resto de comunidades autónomas. Mientras algunos partidos tratan de mantener vivo el pulso electoral del momento y revalidar los resultados nacionales, otros tratan de hacer valer elementos locales, discursos y personismos alejados de las siglas de Madrid. La llamada a la participación en los comicios europeos es una rara avis que el pasado jueves veíamos poner en valor al catedrático Joan Romero en À Punt.

En la Comunitat, la lucha por el control de las festividades tradicionales ha venido siendo un terreno de juego más para la pugna política. La derecha más conservadora se ha venido asignando históricamente el papel de “protectora” de las tradiciones autóctonas, hasta el punto de casi convertirlas en algo propio y asociado a un tipo de corriente ideológica. Esto les ha venido procurando un fuerte caladero de votos que se han preocupado por mantener y, a cambio, han sido muchas las personalidades de festividades que han acabado con en algún cargo en la Administración –municipal o autonómico-.

En Castelló de la Plana, donde la tradición oficialista de la Magdalena siempre ha estado muy vinculada a la derecha conservadora, cuatro años de gobierno progresista no han conseguido promover una revisión de las fiestas, ni agrietar el celo por mantener la tradición de unas “gaiates” ocupadas por posiciones conservadoras y que han hecho casi imposible ningún cambio. La llegada del Pacte del Grau puso a los socialistas al frente de una concejalía de fiestas totalmente hostil, hasta el punto de que la primera regidora puesta al frente por el Grupo Municipal Socialista, Carmen Oliver, abandonó el cargo “por motivos personales” a los siete meses de su llegada.

Gobernar en terreno hostil

Los roces constantes contra un Patronato de Fiestas, que había estado muy mimado bajo los años de gobierno del Partido Popular y les aseguraba un buen caladero de votos, se acrecentaron durante la estancia al frente de la concejalía de Sara Usó, que tomó el relevo a Oliver. Fue la propia Usó quien propuso el cese de Juan Bellido, por entonces todavía presidente de la Junta de Festes, a cuenta de las acusaciones de prevaricación que contra éste se alzaban.

Con la presentación en marzo de las candidaturas de los partidos, saltaba a la luz pública que Juan Bellido, el polémico ex presidente de la Junta de Fiestas de Castelló, figuraba en las listas de Vox a Les Corts. Bellido, que se había dejado ver en diversos actos del partido de ultraderecha, fue destituido por acusaciones de prevaricación de miembros de la Junta de Fiestas y quejas de padres de las Reinas de las Fiestas acerca de “las actitudes y hechos realizados” por él. El caso de presunta corrupción se cerró en falso tras su destitución, sin que hubiese ningún tipo de seguimiento judicial municipal.

Casi dos años antes de su expulsión forzosa, Bellido fue a juicio acusado de un delito de amenazas por una funcionaria del Patronato Municipal de Fiestas, siendo finalmente absuelto al considerar la jueza que la denuncia era “ambigua, genérica y está llena de contradicciones”. En opinión de la magistrada, las amenazas denunciadas por la funcionaria de “voy a destrozarte la vida a nivel personal y profesional, haciendo lo que haga falta”, se limitaba a una frase puntual, “producto del acaloramiento del momento”.

El Relevo de Bellido lo tomó Noelia Selma, actual presidenta de la Junta de Festes, muy vinculada a la fiesta y persona de perfil conservador.

Una oportunidad perdida

En 2017 el Ayuntamiento llevó adelante una de sus propuestas del Pacte del Grau e impulsó la celebración un Congrés Magdalener, que llevaba sin celebrarse desde hacía 22 años y que reunió a sectores oficialistas (gaiates) y al sector popular de la Federació de Colles. El objetivo del consistorio pasaba por aprovechar la ocasión para forzar una actualización de las fiestas y sacar adelante iniciativas que promoviesen la igualdad, la inclusión y el repensar el papel de la mujer en las festividades.

La fuerza de los sectores conservadores evidenció su control sobre las festividades y, tal y como explica la periodista Violeta Tena en El Temps, “el PSPV-PSOE ni siquiera participó en el debate de las ponencias y la propia concejala no se involucró plenamente. La visión más tradicionalista pasó como un rodillo por encima de los que abogaban ya no por una ruptura sino por una reforma”.

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