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El sur vota azul: la izquierda no logra rebasar la histórica línea Biar-Busot

En tonos azulados, los municipios en los que ha ganado el bloque de derechas

Lucas Marco

Valencia —

El mapa de los resultados electorales por municipios de eldiario.es muestra una preponderancia abismal del bloque de la derecha bajo la línea Biar-Busot que estableció el Tratado de Almizra firmado en 1242 entre Jaume I y el infante Alfonso de Castilla, futuro rey Alfonso X el Sabio. Esta línea, de la que habla Joan Fuster en Nosaltres les valencians, fue recordada ayer en el programa Al Ras de Àpunt por el politólogo Francesc Miralles para explicar, a bote pronto, las tendencias que marcan el buen resultado electoral del bloque de las derechas en el sur de la Comunitat.

Las fuerzas progresistas han visto como la suma de sus votos quedaba muy alejada de los magníficos resultados del bloque conservador en municipios como Pilar de la Horadada (65,11% de voto de las derechas frente al 30,65% de las izquierdas), Albatera (62,37% frente al 39,22%), Catral (61,7% frente al 35,33%), Orihuela (60,6% frente al 36,07%) o San Fulgencio (60,49% frente al 36,29%), entre otros.

A menor distancia, pero conservando el bloque de las derechas mayor número de votos, se sitúan Elche (51,08% de voto del bloque conservador frente al 46,02% de las izquierdas), Torrevieja (53,49% frente al 43,6%), Crevillent (51,79% frente al 47,47%), Guardamar del Segura (51,22% frente al 45,85%) o Aspe (51,36% frente al 44,87%).

La geografía electoral muestra un color azulado en casi toda la provincia de Alicante que se hace más intenso a medida que se acerca al sur y a la frontera con Murcia. Una realidad sociológica de sobras conocida (y lamentada) por la izquierda valenciana pero aún más llamativa, si cabe, con los resultados electorales del 28A.

Valencia y Alicante siguen siendo dos realidades paralelas y mal comunicadas, explica a este diario el politólogo y consultor Francesc Miralles. “El valencianismo ha sido muy valencianocéntrico”, asegura el politólogo quien considera que el gran reto del bloque formado por PSPV, Compromís y Podem es “conectar con un mundo económico alicantino que no tienen demasiado bien conceptuado”. Para Miralles, el elemento clave es la decisión de las élites de Madrid de construir el puerto en Alicante y hacer llegar el ferrocarril y de las élites alicantinas, a través de la Diputación, de vincularse con Madrid. “El referente del nivel del mar en Madrid es el de Alicante”, recuerda.

Las dinámicas socioeconómicas del sur de la Comunitat no tiene demasiado que ver con la realidad de la capital del Turia. Precariedad, altos índices de paro e industria turística son algunos de los elementos fundamentales que apunta Miralles. La profesora de Ciencia Política de la Universitat de València, Rosa Roig, coincide en que una de las claves es la “política de convertir la costa alicantina en la playa de Madrid”. “Resulta más fácil estudiar o hacer negocios en Murcia, algo fomentado desde Madrid”, asegura. Además, “lo que está haciendo Ximo Puig de venir a Alicante lo hace ahora pero aún es desconocido”, añade.

“El sur es fuertemente españolista” y eso es un elemento que el bloque de las derechas, con Vox como novedad en la oferta electoral conservadora, “ha sabido aprovechar”, explica Roig. Para el sociólogo Lluís Català, profesor de la Universidad de Alicante, “el factor nacional es clave porque la alineación entre valencianismo e izquierda patina”. Con excepciones como la experiencia verde en Villena, Compromís no acaba de consolidarse y Podem y Esquerra Unida no han sido capaces de recoger el guante. “A un tío de izquierdas de Elda, por poner un ejemplo, le puede resultar extraño que su partido sea tan valencianista”, apunta gráficamente Català.

El politólogo Francesc Miralles, especialista en las dinámicas socioeconómicas y culturales de la industria turística, recuerda que Joan Fuster se dio cuenta de la importancia del desarrollismo en Alicante. “El país del que había hecho la foto estaba bastante incompleto”, opina Miralles, gran amante de la polémica elegante.

Así, añade el consultor de Xàbia, “el país imaginado desde Valencia no se corresponde con el país real”, algo que observa Ernest Lluch y su gran discípulo y amigo, Vicent Soler, actual conseller en funciones de Hacienda de la Generalitat Valenciana. “Esa transformación que ve Lluch en 1975, en realidad, es de todo el país en el que despunta la cerámica en Castellón o la metalurgia en Valencia”, explica Soler a eldiario.es durante la resaca electoral. “No sé si toda la explicación es el debate industrial pero desde luego la sociedad valenciana de ahora es una sociedad totalmente transformada”, añade el político y académico quien recuerda que “existe un sector terciario muy avanzado” en el que “hemos ponderado mucho la nueva economía digital en Alicante”.

Alicante es una de las provincias más artificiales por su propia heterogeneidad interna, apuntaba Rafael Altamira, “el intelectual alicantino más importante del siglo XX”, según el catedrático Vicent Soler, quien pide prudencia y reposo para analizar los resultados electorales. “La pregunta del millón es si el aumento del voto en los barrios populares ha beneficiado a la izquierda o a Vox” pero “sólo se puede responder con un estudio barrio a barrio”.

Aunque también consideran que es pronto para extraer conclusiones, fuentes de Compromís se muestran moderadamente optimistas, dentro de la tonalidad azul imperante en el sur, con los resultados de la formación valencianista: “bajamos en áreas metropolitanas pero en otras áreas donde no tenemos casi representación, como es La Vega Baja, subimos”. Las mismas fuentes aventuran una explicación: “al final nos estamos normalizando como opción política y subimos un poco en comarcas como Requena. Allí donde no teníamos nada, comenzamos a tener algo”.

Menos optimista se muestra Francesc Miralles, gran conocedor de las interioridades de Compromís en su frente sureño. “Es un partido muy valencianocéntrico, usa fundamentalmente el imaginario de Joan Ribó y la ciudad de la bici”, apostilla. “Y eso es un problema en un territorio que presenta unos índices brutales de paro y de precariedad y en el que el trabajo en negro está cronificado”. “Compromís no acaba de entender esa foto socioeconómica y el reto que tienen por delante es precisamente conectar con esta realidad”, concluye el politólogo.

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