“…hatutaki upunguze bei ya bidhaa
tunataka opportunities ndio tu afford hizo bidhaa…
…Ufisadi, ubinafsi ukabila
kuuza sura wataki kuuza sera
Undugu nikufaana
sitasimama maovu yakitawala siatasimama maovu yakitawala…“
“…la solución no es reducir el precio de los bienes... lo que queremos son oportunidades para poderlos pagar…
Corrupción, egoísmo, tribalismo.
Nuestros líderes nos venden su carisma, no sus políticas.
La hermandad busca nuevos compañeros.
No me quedaré de brazos cruzados mientras siguen alimentando esta infamia...“
Estas frases de mi canción Utawala son sólo un reflejo de los problemas que veo en Kenia. Desigualdad, injusticia, poder, corrupción... Vivimos en un país en el que la fortuna de la persona más rica supera los 700 millones de dólares, mientras que más del 40% de la población de un país con 44 millones de habitantes sigue viviendo en la pobreza.
Estos problemas son reales, y tenemos que tomar medidas. Estoy orgulloso de mi canción Utawala porque gracias a ella, el mensaje sobre la desigualdad ha calado en mi gente, en personas normales y corrientes de todo el país. Me gustaría conseguir que toda la población del país fuera consciente de la desigualdad que sufrimos y animarles a luchar para acabar con ella. Eso es lo que quiero lograr con mi música.
Creo que la música debe hablar de aquello que sabemos y servir como aspiración para llegar hasta donde nos lo propongamos. Nací en Dandora, un suburbio pobre de Nairobi que ahora alberga el mayor vertedero de Kenia. La basura que arrojan los keniatas más ricos lleva amontonándose en el país durante años y años. Cuando era pequeño no conocía ningún lugar mejor. Solo sabía que ése era mi hogar. Por aquel entonces, aún controlaban el vertedero. Iba a ser la parte rica de Dandora, donde la gente compraría casas grandes y terrenos. Había incluso una carretera central en buen estado. Sin embargo, los responsables de proteger la zona no lo hicieron. Dandora se convirtió en un lugar difícil y ahora está cubierto de basura.
Empezamos a sentir la desesperanza a medida que crecíamos. Cuando te haces mayor empiezas a hacerte preguntas. ¿Por qué este chico tiene esta bici y esto o lo otro, y yo no? ¿Por qué mis padres tienen que vender nuestras cosas? Solo abrí los ojos cuando me fui de Dandora y pude ver la injusticia. Cuando descubrí cómo era la vida de los keniatas más ricos empecé a preocuparme por la desigualdad. No puede ser que algunas personas lleguen a lo más alto destruyendo la vida de otras y arrollándolas por el camino.
Uno de los mayores problemas de desigualdad al que nos enfrentamos en Kenia radica en que las personas no conocen sus derechos y por eso no pueden luchar por ellos. Como los impuestos. El Gobierno recauda dinero principalmente a través de impuestos. Tenemos que saber a qué se destinan. Aunque se paguen de manera indirecta a través del IVA, estos impuestos deben servir para proporcionar a la población los servicios que necesitan para prosperar: mejores escuelas y hospitales, agua potable... Entonces, cuando desaparecen millones de dólares en impuestos, tenemos que hacer las preguntas necesarias. Las grandes empresas no pagan los impuestos que deben. Kenia sigue perdiendo alrededor de mil millones de dólares por los privilegios fiscales que ofrece. Empresarios y empresas de todo tipo se esfuerzan por evadir y eludir impuestos. Esta es la información que debemos trasmitir para que la gente pueda comprender la situación.
A través de mi música siempre intento hablar de los problemas que afectan a la gente de Kenia, con la esperanza de que me escuchen. Tenemos que hacernos oír para que los de arriba sepan que sabemos lo que pasa y qué nos preocupa. Por eso fundé un Centro de Hip Hop en Dandora. Animamos a los jóvenes con talento de Dandora a que vengan a tocar música. También les inculcamos disciplina. Sin disciplina, nunca sabrás cuáles son tus puntos débiles. Escucha tu música, coge un papel y anota todo lo que te venga a la cabeza. Si tienes la oportunidad de visitar el centro, te sorprenderá su energía. Rezamos para que este lugar sea un faro de luz.
La música rompe todas las barreras. También las barreras políticas. La música puede cambiar y transformar vidas. Si te pidiera que citases un discurso entero, estoy seguro de que no serías capaz de acordarte de todo. Solo te acordarías de unas cuantas palabras. Pero si te preguntase que cuál es la primera canción de hip hop que has escuchado, estoy seguro de que podrías cantarla sin ningún esfuerzo. Ese es el poder que tiene la música, el hip hop en este caso. Le interesa por igual a las personas pobres de zonas como Dandora y a las de zonas más ricas. Cuando empecé a tocar, mi música se volvió un arma poderosa por los mensajes que trasmitía sobre mis experiencias personales (hablaba de la falta de agua y de alimentos). Nuestra música y nuestros mensajes tienen que ayudar en primer lugar a las personas de la comunidad. Después podemos conseguir que llegue a otras personas, incluidas las que están en el poder.
En Kenia la injusticia se da a diferentes niveles. Mi principal mensaje es que las personas tenemos más poder de lo que pensamos. Tenemos algo que ofrecer. Se trata de sensibilizar sobre los derechos humanos e incitar a las personas a que participen en la política y a luchar contra la desigualdad que vemos en este país. No solo hablamos en contra de lo que es injusto, sino que creamos conciencia para que las personas decidan qué quieren hacer. Quiero que las personas decidan por sí mismas qué es lo que les preocupa y qué medidas deben tomarse.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
