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ORIENTE MEDIO

“Solo es helado”: la fría respuesta de los asentamientos israelíes en territorios palestinos al boicot de Ben & Jerry’s

Israelíes protestan en las puertas de la empresa de helados estadounidense Ben and Jerry's en la fábrica principal de la empresa en Beer Tuvia, Israel.

Bethan McKernan, corresponsal en Oriente Medio, y Quique Kierszenbaum desde Efrat

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Hay cielos azules y césped verde tanto dentro como fuera de Pizzeria Efrat, un restaurante en el asentamiento del mismo nombre dentro del territorio ocupado de Cisjordania.

Afuera, parques exuberantes y carreteras amplias y silenciosas rodean al establecimiento. Dentro, las famosas vacas de las tarrinas de helado Ben & Jerry's reciben a los clientes desde no menos de tres neveras con el logo de la empresa. Dentro de los refrigeradores, hay pilas de cajas de pizza rojas.

Este lunes, Ben & Jerry’s anunció que dejaría de proveer helado a los asentamientos israelíes en territorios palestinos ocupados, diciendo que realizar negocios allí resultaba “incompatible con nuestros valores”. Esta decisión es una de las demostraciones de rechazo de más alto perfil entre las realizadas por reconocidas compañías que se oponen a los asentamientos israelíes, localizados en territorios ocupados tras la guerra de 1967 y considerados ilegales de acuerdo con la ley internacional.

El boicot ha dominado la agenda de noticias en Israel esta semana, durante la cual ha recibido una cobertura mucho mayor que las revelaciones del proyecto Pegasus.

El presidente de Israel, Isaac Herzog, ha calificado a la decisión de la empresa fabricante de helados como “una nueva forma de terrorismo”, mientras que el primer ministro, Naftali Bennett, ha advertido al jefe ejecutivo de Unilever, la empresa matriz de Ben & Jerry’s, que habría “serias consecuencias” para esta jugada “anti Israel”. En los medios y en los círculos políticos, muchos denuncian que la empresa es antisemita.

Pero en el adinerado asentamiento de Efrat, al sur de Belén –una sede de la cultura estadounidense trasplantada en medio de Tierra Santa–, a nadie parece molestarle demasiado.

“Es una jugada pro-Palestina, una jugada anti-Israel” dice Renay Hersh, de 63 años y oriunda de Los Ángeles, en las afueras de un supermercado junto a la pizzería. “¿Por qué deberíamos rendirnos ante eso? Tan solo es helado”.

Cofundada por un rabino ortodoxo neoyorkino en 1983, la población de Efrat ha crecido hasta llegar a los 10.000 habitantes, muchos de ellos anglófonos provenientes de Estados Unidos, o con familia allí.

Las casas aquí son caras, lo que refleja la alta demanda por parte de quienes viajan a diario a Jerusalén, que buscan un estilo de vida suburbano en las tierras que antes pertenecían a cuatro localidades palestinas. Al otro lado del valle, los jardines y las huertas palestinos, sin conexión con el suministro de agua israelí, están marrones y secos debido al calor de verano.

“Mi padre vino desde Nueva York y compró Ben & Jerry’s para Gush Etzion [un conglomerado de asentamientos, entre ellos Efrat] hace 30 años” dice Asher Goodman, de 29, que se hizo cargo del restaurante tras la muerte de su padre cuatro años atrás. “Es uno de nuestros éxitos, forma parte del estilo americano de la pizzería”.

“Los israelíes aman Ben & Jerry’s. Es un problema nacional que no se trata solo de Judea y Samaria [el término israelí para Cisjordania]… Continuaremos vendiéndolo”.

El movimiento a favor de los asentamientos ha utilizado la religión, la historia y la seguridad como justificación para construir en territorios palestinos durante los últimos 50 años. Otros se ven atraídos por motivos económicos, como un menor coste de vida y mayores subsidios otorgados por el gobierno.

Los habitantes de los asentamientos gozan de derechos plenos como ciudadanos israelíes, a pesar de que el Estado considera a Cisjordania como un territorio en disputa y no como territorio soberano. Y si bien la población es diversa en sus creencias y procedencias, tienen en común la idea de que hay poca o ninguna diferencia entre las comunidades judías que viven de ambos lados de la Línea Verde.

Hoy, alrededor de 700.000 personas viven en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén este, a los que los Palestinos y la comunidad internacional consideran uno de los más grandes impedimentos para la paz duradera.

“Se trata de una campaña imparable para la anexión de facto del territorio palestino. La construcción de asentamientos comenzó hace mucho, pero ahora se escuchan mucho más sus voces y temen menos a las repercusiones” dice Anna Khdair, investigadora legal y parte de al-Haq, organización de derechos humanos con base en Ramallah.

“En cierto modo, me pregunto si, ahora que se ha vuelto tan común, existe una mayor visibilidad del sufrimiento de los palestinos, lo que podría conducir a un cambio. Es importante que sigamos hablando de quitar fondos y boicotear a los asentamientos como si se tratara un plan de acción normal más que de un acto radical”.

Lejos está Ben & Jerry’s de ser los únicos en tomar posición. A comienzos de este mes, el fondo de inversión más grande de Noruega anunció que vendería los activos de 16 empresas que trabajaban en Cisjordania, entre ellas el gigante de telecomunicaciones Motorola. Asimismo, el dueño de la franquicia israelí de McDonald’s se ha negado a instalarse a en los asentamientos.

Pero es probable que, tras su retirada, la marca de helados afronte una difícil batalla cuando su contrato de licencia de marca en Israel venza a fines del año próximo. Cuando Airbnb tomó una decisión similar en 2018, se enfrentó a demandas en Estados Unidos e Israel que alegaban discriminación, lo que llevó a la compañía a dar marcha atrás cinco meses después.

“Siendo cínica, si una compañía dice que no va hacer más negocios en los asentamientos, otra aparecerá para tomar su lugar. Pero el caso de Ben & Jerry’s es interesante por lo popular que es: esta decisión llega a cada hogar en Israel” dice Hagit Ofran, directora del observatorio del movimiento zionista de izquierda Peace Now (Paz Ahora).

“Si cualquier otra compañía hubiese dejado de importar topadoras, difícilmente tanta gente se hubiera dado cuenta”, añade.

Traducción de Julián Cnochaert

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