Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Las clases medias se alivian en las playas
Parece que la situación de las clases medias en España no tiene el dramatismo que le da Núñez Feijóo. De ahí que la propuesta que ha lanzado para rebajar impuestos que alivien sus penurias en momentos de alta inflación se ha visto claramente desbordada por la realidad. Porque, a la hora de la verdad, en una de esas horas españolas de la verdad como son las de las vacaciones de Semana Santa, las clases medias se han adelantado para aliviarse por su cuenta, marchándose a las playas o a las principales ciudades del país. Y hemos visto en los informativos de todas las televisiones a gente muy normalita (¡nada que ver con la fina estampa de Luis Medina!) haciendo caso omiso a las alzas de precios en terrazas, restaurantes y hoteles, que han colgado el cartel de “completo”.
No parece, pues, que la rebaja de impuestos sea una obsesión fijada en las mentes de millones de españoles que han abarrotado las carreteras en estas pasadas fiestas. Y, menos aún, que la reclamen los sectores más vulnerables del país, que van aumentando al calor de las crisis mundiales superpuestas (pandemia, guerra de Ucrania…). Muchos de quienes integran sus filas eran, o se consideraban, de clases medias, y ahora son simplemente pobres. Y necesitan las prestaciones sociales y los servicios públicos adecuados, y mejorados, y las pensiones que sólo el Estado, con los impuestos que recauda, les puede proporcionar.
Pero ya es sabido que, para el PP y quienes gobiernan en su nombre, los pobres no existen. O tal vez queden algunos por ahí, pero ellos nos los han visto. Para la derecha española, lo importante es el mercado (pinchado convenientemente por comisionistas competentes) y las clases medias, que necesitan el dinero en sus bolsillos, y no en las manos rapaces del Estado de Sánchez. De ahí que, cuantas más necesidades públicas afloran, más bajadas de impuestos reclaman. O anuncian su puesta en marcha allí donde, como en Castilla y León, está ya gobernando la derecha ultraderechizada.
Y ese es el mantra del actual presidente del PP. En labios de Núñez Feijóo, bajar impuestos, además de ser la vía más adecuada para rebajar la inflación como sólo él parece comprender, es también una medida de carácter ético, que retrataría el escaso grado de piedad del presidente del Gobierno hacia los que más sufren por el alza alarmante de los precios. Y ha dicho algo más. Y lo dijo en Sevilla, en el mismo acto de su exaltación presidencial, arriesgándose a sentar plaza de teórico experimentado, en clara competencia con el F.M.I. Porque allí afirmó: “Es posible bajar impuestos. Es obligatorio mejorar los servicios públicos. Es obligatorio incrementar la inversión, y se puede hacer todo eso cuadrando las cuentas públicas”.
En labios de Núñez Feijóo, bajar impuestos es también una medida de carácter ético, que retrataría el escaso grado de piedad del presidente del Gobierno hacia los que más sufren por el alza alarmante de los precios
¿Cómo se hace todo eso: gastar menos e invertir más y dotar de más recursos a los servicios públicos, bastante exhaustos tras la pandemia, para irlos mejorando? Quizá lo vaya aclarando en los primeros cien días de su liderazgo. De momento, no se recuerda propuesta alguna del dirigente del PP para mejorar la Sanidad, la Educación, las políticas sociales o para llevar a cabo inversiones productivas para el país. Hasta ahora, su programa y su alternativa parecen agotarse en la bajada de impuestos. Una bajada de impuestos, que, adornos retóricos al margen, es lo más concreto del plan que Núñez Feijóo ha puesto en manos del presidente del Gobierno. Algo que él considera tan imprescindible, que está incluso por encima de las obligaciones constitucionales que, como jefe de la oposición, le atañen.
Por eso, al nuevo líder del PP le corre tanta prisa como a Casado renovar el Consejo General del Poder Judicial. “Con la que está cayendo”, afirma sin cortarse un pelo, ésta es una cuestión menor. Por supuesto, accedería a negociarla, siempre que pudiera sacar tajada ideológica. De modo que, si no hay bajada de impuestos, no hay negociación posible, diga la Constitución lo que quiera sobre plazos (ampliamente desbordados a estas alturas) para la renovación del Gobierno de los jueces. La derecha sin complejos de ayer sigue siendo la derecha sin complejos de hoy; eso sí, con verborrea pretendidamente seria para fomentar el despiste y el escaqueo permanente.
Al menos para despistar a quien quiera y necesite estar despistado. Para quienes pretendan no enterarse de que los pactos con la extrema derecha, iniciados con Casado, se han normalizado con Núñez Feijóo. Por eso éste último decidió hacerse la foto con sindicatos y empresarios, en lugar de hacérsela acompañando al presidente Mañueco en su toma de posesión. ¿Para qué iba a hacer algo tan comprometedor? ¿Para volver a decir, como su antecesor: “Hasta aquí hemos llegado, señor Abascal?”. Sonaría un poco raro, ¿no?
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