Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Impacto del cambio climático en los glaciares
La acelerada desaparición de las nieves perpetuas en los polos y las altas montañas, provocada por el calentamiento global del planeta, constituye una información cada vez más destacada en los medios de comunicación. Tomando el ejemplo más cercano, eldiario.es ha tratado el tema una decena de veces entre enero y abril del 2025. Aunque se estudia la tierra desde el siglo XIX y los testimonios gráficos de pioneros del alpinismo prueban la disminución de los niveles de innivación, hasta 1988 no se creó el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC en inglés).
Antes de esas fechas, montañeros que ascendían cumbres en Pirineos y Alpes, eran testigos de un fenómeno que todavía no era noticia, resultando tan apasionante como la extinción de los dinosaurios: la regresión de los glaciares. Este relato se basa en esa experiencia montañera, entonces incomprensible, consecuencia directa del cambio climático. Hace medio siglo no cabía pensar en sobrevivir a glaciares visitados por primera vez teniendo 20 años. Partiendo de ese lejano recuerdo, utilizando como referencia dos elementos clave de la criosfera: regresión de los glaciares y fusión del permafrost, cabe mostrar cómo afecta el calentamiento global a las cordilleras del planeta.
Las montañas, fuente de vida
Desde la antigüedad, los asentamientos humanos, origen de las ciudades, se edifican a la orilla de ríos que nacen en las montañas. De los 8.000 millones de personas que habitamos el planeta 1.000 viven en zonas de montaña. Tres cuartas partes del agua que consumimos procede de las montañas. Desde el año 2003 se celebra el 11 de diciembre el Día Internacional de las Montañas. El 2022 fue declarado por la ONU Año Internacional del Desarrollo Sostenible de las Montañas. Lograrlo requiere la descarbonización del planeta, alcanzando la neutralidad climática con 0 emisiones.
La décima parte de la tierra que emerge sobre los océanos está cubierta de agua helada, variando la extensión en zonas donde en verano se funde. La criosfera (superficie del planeta cubierta de agua en forma sólida), abarca los casquetes polares, glaciares y espacios cubiertos de permafrost (capa helada en la superficie de la tierra). El territorio helado más extenso se encuentra en el hemisferio norte. El mayor volumen de agua helada está en la Antártida. El 95% del agua dulce helada cubre la Antártida y gran parte de Groenlandia. Tres cuartas partes del agua dulce del planeta está siempre helada. Si se derritiese, el nivel de los mares subiría unos 80 metros. Aunque los glaciares de las grandes cordilleras inciden poco en el conjunto de la criosfera, resultan decisivos en la biosfera, manteniendo la vida humana, animal y vegetal.
La tragedia de la regresión de los glaciares
En el planeta hay más de 200.000 glaciares. La cuarta parte están en la zona conocida como tercer polo de la tierra: Himalaya y cordilleras próximas. En los Alpes hay unos 4000. Suiza tiene censados 1.400 glaciares. Según la Unesco, en el plazo de 30 años desaparecerán todos los glaciares de África y de Pirineos. El proceso se acelera, puede que sea antes.
En la alta montaña el año tiene dos estaciones marcadas por la presencia o ausencia de nieve. En Alpes la isoterma 0 grados ha ascendido 400 metros desde 1980. Nieva más tarde y se mantiene un mes menos. Se van reduciendo las opciones de bajar esquiando los 12 km y 2.000 metros de desnivel del Valle Blanco del Mont Blanc. El glaciar del Ródano se cubre en verano con lonas para reducir su fusión. Se derriten hasta los glaciares de nuestras antípodas, en Nueva Zelanda.
Entre las causas de la regresión de los glaciares destacan la disminución de precipitaciones en forma de nieve y la mayor insolación. La regresión de la Mer de Glace (mar de hielo) del macizo del Mont Blanc ha dejado un profundo socavón de 150 metros de profundidad. Los turistas que visitan la cueva tallada en el hielo descienden por plataformas adosadas a la muralla. En 30 años el glaciar ha retrocedido 850 metros, que se amplían a más de 2 km en dos siglos. Se calcula que para el año 2100 la Mer de Glace habrá perdido el 80% de su volumen.
En la travesía de los 10 glaciares que integran la Mer de Glace se percibe la incesante regresión de la masa de hielo, mientras se avanza con equipamiento de vía ferrata por las pulidas paredes que dominan esa red de tentáculos helados. La progresión se torna delicada en las graveras de las morrenas. La fusión del permafrost derrite la capa de hielo superficial, perdiendo estabilidad. En el año 2000 la fusión del hielo comenzaba a 2800 metros, ahora la línea de equilibrio está en la cota 3100.
En las montañas suizas, un espectacular tren cremallera subterráneo sube desde Grindelwald al Jungfraujoch (3.571 m). Al llegar arriba basta observar la ubicación del refugio Konkordia (2.850 m) para apreciar la intensa regresión del glaciar Aletsch (es el más extenso de los Alpes, todavía tiene 23 km de largo). En 1877 se edificó el refugio Konkordia 50 metros sobre el nivel del hielo, en la actualidad está colgado a 150 metros de altura. Para alcanzarlo se supera una muralla equipada con escaleras metálicas.
Las catástrofes provocadas por glaciares tienen larga y triste historia. En 1965, al construir el embalse del Mattmark, una avalancha del glaciar del Allalin sepultó en Saas-Fee (Suiza) los barracones donde dormían 88 trabajadores, la mayoría italianos. El año 2022 la tragedia afectó al glaciar de La Marmolada (Dolomitas). Al reventar el depósito formado por las corrientes subterráneas, la avalancha de agua, hielo y roca, produjo 11 víctimas mortales.
La fusión de la banquisa del Océano Glaciar Ártico se está convirtiendo en un acontecimiento geoestratégico. Va a facilitar atravesar el estrecho de Bering, situado entre Alaska y Siberia, abriendo una nueva ruta marítima para cruzar del Pacífico al Atlántico sin rodear el continente americano. Al quedar libre de hielo durante el verano boreal, por ese paso de 80 km de ancho podrán cruzar buques sin apoyo de rompehielos. Las grandes potencias están compitiendo para dominar un territorio, que además posee enormes riquezas minerales. Se entiende el empeño de EEUU por anexionarse Groenlandia.
El permafrost es el componente de la criosfera de mayor extensión del planeta. Cerca del 20% del territorio emergido está cubierto por esa capa de hielo de variable espesor. En Alaska y Siberia llega a 600 metros de profundidad. Su fusión provoca avalanchas de hielo, rocas y derrumbe de morrenas. También afecta a las vías de comunicación. En el territorio asiático conocido como “techo del mundo”, el ferrocarril transtibetano de Lhasa circula unos 1.000 km por encima de 4.000 metros de altitud, la mitad de ellos sobre tierras cubiertas de permafrost. Está por ver el efecto del calentamiento global sobre ese tren.
El espectáculo del ocaso de los glaciares
El miedo ancestral a los glaciares se perdió a mediados del siglo XVIII al despertar el interés aventurero y científico. La primera ascensión al Mont Blanc, que determina el nacimiento del alpinismo, tuvo lugar en 1786, tres años antes de la revolución francesa. La atracción deportiva hacia los glaciares comienza con el desarrollo económico posterior a la II Guerra Mundial. El turismo de montaña es un fenómeno de la moderna sociedad de consumo.
Desde que en 1909 entró en servicio el tren cremallera de Chamonix, multitud de personas contemplan la Mer de Glace desde el mirador de Montenvers. La atracción no disminuye pese a estar el glaciar convertido en escombrera, al cubrir su superficie helada los derrubios que arrastra. Cada año medio millón de personas presencian la agonía de esa especie de animal antediluviano. Es un fenómeno que recuerda la extinción de los dinosaurios.
El calentamiento global arrasa prodigios naturales tan espectaculares y necesarios como los glaciares. En los Alpes no sobrevivirán más de un siglo. Entretanto, esos santuarios de la naturaleza se convierten en parques temáticos. No hace falta ir hasta el glaciar Perito Moreno de la Patagonia para comprobarlo. En Zermatt el teleférico del Klein Matterhorn (3.883 m) da vista a 38 cumbres de cuatromil metros,destacando el mítico Cervino (4.478 m). Es un alarde de ingeniería como los del Mont Blanc: Aiguille du Midi (3.842 m) en Chamonix y Punta Helbronner (3.466 m) en Courmayeur.
El glaciar más turístico del mundo está en la provincia China de Yunnan. Es el Baishui nº1 del monte Yulongxue Shan o Montaña Nevada del Dragón de Jade (5.596 m). Tiene un mirador en la cota 4.680 metros. Dos millones de personas contemplan al año ese glaciar. En Islandia, cerca de un millón de personas visita el glaciar Jökulsárlón. Los glaciares del Himalaya son la atracción de un trekking. Los cruceros que costean Alaska visitan en la Bahía de los Glaciares las lenguas de hielo que se sumergen en el Pacífico.
Cada año 20.000 personas intentan alcanzar la cima del Mont Blanc (4.808 m). Unas 100 perecen a causa de avalanchas de hielo y roca, además de grietas. Las altas temperaturas de julio del 2022 motivaron suspender las ascensiones. La cumbre del Mont Blanc perdería 16 metros de altura si emergiese la roca. La temperatura media anual en la cima es -17º C, como el congelador de un frigorífico. El verano del 2003 llegó a +2º C y se anularon las ascensiones.
Tras la Pequeña Edad del Hielo que afectó al hemisferio norte durante cinco siglos (1350 -1850), la temperatura media de los Alpes ha subido 2º C, el doble que en el conjunto del planeta. La nieve llega más tarde y se funde antes. Carencia que se intenta suplir en las estaciones de esquí con unos 100.000 cañones de nieve.
Incluso se instalan depósitos que recuerdan las neveras naturales de antes de existir los frigoríficos y el hielo industrial. Las estaciones de esquí están condenadas a desaparecer a corto plazo.
Entre 1850 y 1980 los glaciares alpinos pierden un tercio de su superficie. El verano de 2003 fue el más cálido del periodo actual. Manteniendo ese ritmo de retroceso, tres de cada cuatro glaciares suizos desaparecerían a mediados de siglo.
La situación del Himalaya y demás cordilleras del “techo del mundo” es incluso más preocupante. La merma del caudal de sus grandes ríos: Indo, Ganges, Amarillo, Yangtse, o Mekong, afecta al suministro de agua en gran parte del continente asiático.
Agonía de los glaciares pirenaicos
Hace más de 40.000 años, la cuenca superior del actual valle de la Noguera Pallaresa, situada en la vertiente meridional del Pirineo, estaba cubierta por un glaciar de 60 km de longitud, cuya lengua descendía desde 1.900 metros en el Pla de Beret hasta la cota 700 metros en Sort. En la vertiente norte, el glaciar de la Vall d'Aran tenía unas dimensiones similares.
Pasados miles de años, con periodos interglaciares fríos y cálidos, hacia 1850 quedaba un centenar de glaciares de dimensiones mucho más reducidas, pero todavía relevantes, comparados con la situación actual. En cerca de dos siglos los glaciares pirenaicos han perdido más del 90% de la superficie helada. La regresión se acentúa en la década de los años 80 del siglo XX. Ahora apenas queda una veintena de glaciares residuales, sin acumulación de nieve. En vez de avanzar retroceden y se parten, acelerando la extinción.
Los restos de los glaciares resisten el calentamiento global al amparo de las grandes cumbres. El glaciar de Aneto, el mayor de Pirineos, desaparecerá en dos décadas. Antes en Monte Perdido y Vignemale. A finales del siglo XIX se extinguieron en Sierra Nevada, dejando de ser los glaciares más meridionales de Europa. Como recuerdo quedará su huella en laderas talladas por el hielo, bloques erráticos, morrenas, graveras e idílicos lagos de montaña. Entretanto, al perder la capa superficial de nieve, toca ascender sobre hielo cristalizado, siendo mayor el riesgo de sufrir accidentes.
Constado ese desolador panorama, no cabe justificación frente el empeño de ampliar estaciones de esquí condenadas a desaparecer a corto plazo, sin que la proliferación de cañones de nieve puedan remediarlo. Es el caso del intento de enlazar las estaciones de Astún y Formigal a través del valle de origen glaciar de la Canal Roya. Ante la urgencia de preservar ese espacio amenazado por la especulación urbanística, la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón reclama su protección con acciones como la marcha que el año pasado llegó hasta la Canal Roya desde Huesca. El próximo mes de junio volverá a repetirse por territorio francés, saliendo de Pau.
Afrontar un futuro imprevisible
Los cambios climáticos forman parte de la transformación del planeta. Una de las causas son las erupciones volcánicas. En 1783 las emisiones del volcán Laki (Islandia) alteraron el clima, provocando hambrunas al destruir las cosechas. La crisis climática actual está provocada por la intervención humana. No cabe compararla con procesos anteriores ni prever su duración. Crutzen y Stoermer llamaron antropoceno a la actual época geológica, caracterizada por el dominio humano sobre la naturaleza.
Las cumbres del clima organizadas por la ONU resultan decepcionantes. Las últimas se han celebrado en Dubái y Bakú, potencias petroleras con regímenes autoritarios.
Aunque se mantiene de forma retórica el acuerdo de París que fijó el objetivo de no superar en más de 1,5 °C la temperatura media mundial, ni siquiera se suprimen las subvenciones a la minería del carbón. La cumbre del clima del 2025, denominada COP30, se celebrará en Belém (Brasil). Cabe esperar que sirva al menos para frenar la desforestación de la Amazonía. La preservación de la biodiversidad del bosque tropical contribuye a reducir los gases de efecto invernadero y favorece la adaptación al cambio climático.
Si para el año 2050 no se alcanza el objetivo 0 emisiones netas de carbono, si al final del siglo XXI la temperatura media del planeta supera el límite de 1,5º C sobre los valores de hace dos siglos, los desastres serán cada vez más devastadores. Urge evitar el colapso ambiental y humanitario. Urge acelerar la transición energética, sustituyendo las energías fósiles (carbón, petroleo, gas), la agricultura industrial y la ganadería intensiva, por energías alternativas, limpias y renovables.
La explotación sin límites de los recursos del planeta comenzó en la era industrial con el sistema de acumulación capitalista. Su consolidación a través del neoliberalismo económico y político supone derrochar, destruir y envenenar todavía más la tierra, perpetuando los desastres ambientales y humanitarios. Urge una transformación radical de las estructuras productivas y sociales, frenando el consumismo y el despilfarro. Si ya es tarde para conservar los glaciares, intentemos salvar a la humanidad y demás seres vivos del planeta.
*Texto basado en charlas efectuadas durante los últimos cuatro años y en el artículo publicado en la revista Pyrenaica en marzo de 2024.
Sobre este blog
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