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OPINIÓN | 'Un error mayúsculo', por Javier Pérez Royo

“Mi ceguera es irreversible, pero hay que depurar responsabilidades”

Hospital Donostia de San Sebastián.

Patricia Burgo Muñoz

El despacho de abogados Gómez Menchaca estudia ocho nuevas reclamaciones de pacientes operados en los últimos meses en el Hospital Donostia para comprobar si se trata casos similares a los cuatro que ya representa -tres del centro sanitario donostiarra, y uno más de Córdoba- y que perdieron la visión de uno o de los dos ojos por la utilización de un medicamento en mal estado.

Osakidetza ya anunció esta misma semana que ha abierto una investigación para esclarecer cada uno de los casos, pero no ha dado más detalles sobre la misma. “No hay novedades, ese es el problema”, dice el abogado Carlos Gómez Menchaca, que además de la denuncia al Servicio Vasco de Salud, por ser el que aplicó la cirugía, ha elevado otra más al laboratorio alemán que distribuye el medicamento.

Unos de sus representados es Mikel González Etxepare, un vecino de Errenteria de 44 años, que tras una intervención quirúrgica el pasado 2 de junio, ha perdido la visión del ojo izquierdo. “Mi ceguera es irreversible, pero hay que depurar responsabilidades, un producto tóxico no puede llegar al quirófano”, reclama. Mikel, como el resto de afectados, fue tratado con con  perfluoroctano, un compuesto sintético comercializado bajo la marca comercial 'Ala Octa'. La Agencia Española del Medicamento retiró la partida defectuosa de este fármaco causante de las complicaciones, el pasado 26 de junio, pero para entonces ya había afectado a unas 30 personas en diferentes puntos de España.

Mikel González Etxepare recibió el “varapalo” el 10 de julio cuando su oftalmóloga le confirmó que su nervio óptico estaba seriamente afectado y no recuperaría la vista. A pesar de ello, este trabajador del Registro de la Propiedad se esfuerza cada día por adaptarse a su nueva situación. “Trabajo con ordenador y con documentación, para letra pequeña sobre todo me afecta bastante, me adapto con lupas y voy vigilando un poco, más o menos puedo trabajar” se resigna. También su día a día es un periodo de adaptación “no puedo fijar la vista, el tema de las distancias también es un problema, poco a poco tengo que ir cogiendo todo otra vez, pero afectar, afecta a todo”. 

Su tono es sereno, e incluso esperanzador, “tienes tus momentos, ¿no? Te preguntas ¿por qué a mí? Pero te tienes que adaptar”, aclara, pero sin dejar de lado su denuncia y la del resto de afectados. “La operación tiene sus riesgos, porque es complicada, pero no porque porque se utilice un producto defectuoso”, reclama, mientras espera avances en la investigación y en el proceso judicial.

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