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¿Más gasto implica mejores resultados en salud?

Médicos durante una operación.

Eduardo Azumendi

El lehendakari Iñigo Urkullu ha prometido invertir 1.572 euros en sanidad por habitante en 2016 en el País Vasco. Una cantidad “muy por encima de la media estatal”, según resalta el propio Urkullu. Las diferencias regionales en el gasto sanitario público por persona han ido aumentando. durante la crisis. Juan Simó, médico de Atención Primaria en el centro de salud de La Rochapea, en Pamplona, ha analizado estas diferencias en el gasto sanitario en su blog Salud, dinero y Atención Primaria y concluye que un mayor uso de los servicios por una sobreoferta de los mismos ligada a un mayor gasto no necesariamente produce una mejoría en los indicadores de salud.

¿Qué significado tienen estas diferencias regionales? Según Simó, un reconocido especialista en este campo, “las diferencias regionales en el gasto sanitario público por persona podrían estar reflejando necesidades diferentes en un modelo que ajusta por necesidad. Pero también pueden ser consecuencia de una distribución injusta o ineficiente de los recursos, o de una combinación de ambas, en el caso de que estén determinadas más por la oferta que por la necesidad sanitaria”

Pero no es lo mismo que las diferencias ocurran en un contexto de crecimiento económico y del gasto sanitario público con bajo desempleo que en un contexto de crisis económica, un desempleo muy alto y recortes del gasto sanitario. “En esta segunda situación, las diferencias regionales en el gasto sanitario cobran más importancia pues es más probable que puedan generar diferencias injustificadas en el acceso o utilización de los servicios, especialmente si las diferencias regionales en el gasto por persona aumentan durante la crisis y si los recortes se hacen, como ha sido el caso, más con motosierra que con bisturí. 

Al final, ¿más gasto implica mejores resultados en salud? “Una mayor utilización de los servicios por una sobreoferta de los mismos ligada a un mayor gasto no necesariamente produce una mejoría en los indicadores de salud por mucho que, lamentablemente, aumente la satisfacción de los usuarios”, recalca.

“Las desigualdades en salud”, añade, “importan más que las diferencias en la utilización de servicios sanitarios pues estas pueden depender más de una sobreoferta de los mismos que de una necesidad real. Es más, puede que una parte progresivamente creciente de la mayor utilización [y del mayor gasto] no sea más que el producto de cierto sobrediagnóstico y sobretratamiento posibilitados por una sobreoferta o sobredimensión de servicios. No hay en España, en el ámbito de las comunidades autónomas, correlaciones positivas relevantes entre un mayor gasto sanitario por persona y mejores indicadores de salud”.

Eso no significa que no haya diferencias regionales en salud debidas “claramente a actuaciones o a falta de actuaciones del sistema sanitario. Por ejemplo, los programas públicos de salud bucodental infantil iniciados hace años en Navarra y en el País Vasco son la causa más probable de las importantes diferencias regionales en la salud dental de los niños a favor de dichas comunidades”.

Medicina de excesos

Medicina de excesosLa sanidad pública empieza a tener un grave problema de “medicina de excesos”, según Simó. “Las actuaciones inadecuadas son ahora más por exceso que por defecto. Se confunde proactividad con hiperactividad y crece la intensidad diagnóstica y terapéutica al preferir errar por ‘comisión’ que por ‘omisión’. Se derrocha más acción que reflexión, y el ‘esperar y ver’ es ya un vestigio de un pasado más austero, pero quizá por ello de mejor sentido común clínico. Redoblado todo por una creciente fragmentación asistencial y una medicina defensiva que sigue haciendo de las suyas. Como resultado, un sobrediagnóstico y un sobretratamiento que constituyen ya, aunque silente, un verdadero problema de salud pública”.

Así, para Simó las diferencias intra e inter-regionales en salud importan más que las diferencias en gasto sanitario por persona. “Lamentablemente, las fórmulas de financiación territorial de la sanidad pública en España no han incorporado nunca objetivos de reducción de desigualdades territoriales. Más no siempre es mejor aunque produzca más satisfacción (y más votos). Las desigualdades regionales en el gasto sanitario por persona protegida son necesarias cuando responden a diferencias en la necesidad sanitaria, injustificables cuando responden más a una sobreoferta ligada a una sanidad pública quizás más gratificante pero cada vez más iatrogénica, e inevitables, notables, perpetuas y preocupantes cuando no se hace prácticamente nada para averiguar si son necesarias o son injustificables”.

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