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Sobre este blog

En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.

Soy enfermera, estoy a punto de ser madre y no dejarán que mi pareja esté presente en el parto

Foto: PixaBay

María Hoyos

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He firmado contratos de tres meses en infinidad de ocasiones sin derecho a vacaciones anuales y sin indemnizaciones por despido. He acumulado contratos durante años y años para el sistema público sin derecho a más que a los siguientes tres meses, con suerte.

Viví los despidos masivos por recortes en 2011, pero a pesar de la inestabilidad en el trabajo y de la incertidumbre que esto genera en tu vida personal, soy una enamorada de mi profesión. Tengo claro que no podría dedicarme a otra cosa: la vocación de cuidar nos lleva a dejar a nuestras familias en un rinconcito por turnos interminables para poder ayudar a nuestros pacientes; a poner una sonrisa cuando la desesperanza del paciente y sus familias llena las estancias del hospital; a reconfortar con una caricia en los duros momentos que envuelven a la muerte. Después te quitas el pijama verde, te calzas tu ropa y de vuelta a casa, en ocasiones, tienes una sensación de derrota que no te deja pensar en otra cosa más que en lo que has dejado en el hospital.

Ahora tengo dos sentimientos encontrados que se imponen en mí: por un lado, proteger la vida que llevo dentro como mujer, y por otro, la sensación de haber abandonado en la lucha a mi gran familia hospitalaria que son mis compañeros (enfermeras, auxiliares, celadores, médicos y personal de limpieza ) que formamos la UVI de Salamanca.

Pero hoy quiero hablar como paciente, no como enfermera. Estoy embarazada de ocho meses y medio, y el nacimiento de mi primera hija se aproxima. Mil veces imaginé ese momento, pero hoy me encuentro con que mi marido no podrá entrar al nacimiento de nuestra niña soñada y tendré que pasar los días de ingreso sola con el bebé. Mi marido me dejará en la puerta de urgencias el día que llegue el parto, y me recogerá tres días en la puerta donde le presentaré a su hija.

Desde aquí, quiero pedir humanidad para los padres y hacer una petición desconsolada para que se nos permita vivir esta experiencia juntos. En estos días de muerte y desesperanza por los que pasamos, pido que se nos deje una puerta abierta a la alegría a los que traemos nuevas vidas que espero hagan de este un mundo un sito mejor.

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