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Del terremoto al silencio: los sonidos de Lisboa sin turistas

La ciudad de Lisboa durante la epidemia de coronavirus en una imagen de archivo.

Iñigo Sánchez-Fuarros y Daniel André Fernandes Paiva

Investigador en el Instituto de Ciencias de Patrimonio (Incipit) e investigador en el Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa —

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El exceso de turismo se suele identificar con un exceso de ruido que podríamos asimilar al ruido blanco producido por una radio mal sintonizada.

Entre otras fuentes, el sonido procede del traqueteo de las maletas sobre el pavimento de las aceras, del barullo provocado por los huéspedes de los apartamentos turísticos, del runrún constante de la masificación de los centros urbanos y de la polución sonora y ambiental de los medios de transporte turístico.

Estudiar el impacto de la turistificación en los ambientes sonoros urbanos –tomando la ciudad de Lisboa como caso– es la finalidad de Sounds of Tourism. En este proyecto de investigación, que arrancó a finales de 2018, participamos investigadoras e investigadores de diversos países y bagajes profesionales.

La irrupción de la COVID-19 afectó de forma muy especial a nuestro objeto de estudio –la ciudad turística–, lo que nos ha permitido formular nuevas preguntas frente a un escenario futuro aún incierto.

El terremoto turístico y sus réplicas

Antes de las restricciones impuestas para frenar la propagación del coronavirus, Lisboa era un destino turístico en plena expansión. Sin ir más lejos, los World Travel Awards de 2019 eligieron a la capital portuguesa como mejor destino de escapadas urbanas del mundo por tercer año consecutivo.

Ese mismo año, la ciudad recibió casi 5 millones de turistas, lo que representa una ratio de 9 visitantes por cada habitante, superando a ciudades como Londres o Barcelona.

El reciente éxito de Lisboa como destino turístico  es, en buena medida, resultado de las recetas económicas aplicadas por el Gobierno portugués para salir de la crisis financiera de 2010. Han consistido en una combinación de desarrollo inmobiliario, apuesta por el turismo como motor económico e incentivos fiscales orientados a la atracción de capital extranjero.

La metamorfosis de Lisboa como ciudad turística se tradujo en cambios profundos en el entorno construido y las dinámicas socioeconómicas de la ciudad. Así, el colectivo Left Hand Rotation acuñó el término terramoturismo para denunciar los efectos negativos de esta burbuja turística.

La COVID-19 silencia al turismo

La metáfora del terremoto sirvió para arrojar luz sobre los cambios materiales causados por el auge turístico. Cual onda sísmica, la resonancia del turismo se dejaba sentir con fuerza en todos y cada uno de los rincones de la Lisboa pre-COVID-19.

Es interesante extender esta metáfora a su dimensión acústica para acoger también así los cambios que tuvieron lugar en los ambientes sonoros de la ciudad tras el estallido de la pandemia. No solo frenó la espiral de crecimiento turístico de Lisboa. La ausencia de turismo transformó también – como no podía ser de otro modo– el paisaje sonoro de la ciudad.

Siguiendo con las metáforas sísmicas, podríamos decir que la réplica que siguió al terramoturismo fue un temblor marcado por un silencio inquietante.

Los sonidos de una ciudad turística… sin turistas

Para intentar responder a la pregunta que da título a este artículo, algunos miembros del equipo nos lanzamos a las calles mascarilla mediante a realizar trabajo de campo. Observamos distintos lugares turísticos de la ciudad durante el confinamiento.

Con base a estas observaciones, creamos una serie de postales sonoras que capturan la atmósfera espectral de una ciudad turística sin turistas. El resultado es Sound postcards from Lisbon, un testimonio del auténtico poder afectivo de los paisajes sonoros del turismo. En lugar de sugerir tranquilidad, la placidez que transmiten evoca una cierta sensación de inquietud, de irrealidad e, incluso, de amenaza.

La pandemia reveló una inusual imagen sonora de la Lisboa turística. Con los aviones en tierra, el ruido continuo que producen al sobrevolar la ciudad en su aproximación al aeropuerto –verdadera sinécdoque sonora de la presión implacable del turismo de masas– desapareció de repente.

Sin aviones en el cielo, los cantos de los pájaros y otros sonidos de la naturaleza se apoderaron del paisaje sonoro de la ciudad. Durante el confinamiento, adquirió una cierta tonalidad de alta fidelidad.

A ras de suelo, el bullicio de los restaurantes y terrazas de las zonas turísticas fue sustituido por el ralentí de los aires acondicionados y los sistemas de extracción. El cierre de tiendas y cafeterías transformó la vibrante zona comercial del Chiado en un lugar desierto.

Poco a poco, la población local se fue apropiando de lugares anteriormente tomados por el turismo. Los ciudadanos les imprimieron así una nueva sonoridad: de niños jugando al balón en el Largo do Carmo, de gente haciendo deporte en las inmediaciones de la Torre de Belém o de grupos de jóvenes disfrutando del Miradouro da Senhora do Monte a la hora del atardecer.

Por otro lado, el silencio se apoderó de las calles y plazas vacías de los barrios populares del centro de la ciudad. Esta quietud nos habla no tanto del cumplimiento estricto de las medidas de confinamiento por parte de la población local, como de la falta de vida cotidiana. La despoblación de barrios como Castelo, Alfama o Mouraria ha sido proporcional al aumento del número de apartamentos turísticos, y con ellos la sustitución de residentes permanentes por turistas.

Además, algunas marcas sonoras que podríamos asociar al universo de los trabajos precarios sobre los que se ha cimentado el éxito turístico de Lisboa pasaron a ocupar un primer plano en el paisaje sonoro de la pandemia. Es el caso de los sonidos de la construcción –actividad que no se detuvo durante el confinamiento— o los riders de Uber Eats y Glovo y sus motos ruidosas atravesando una ciudad sin apenas tráfico.

Sin embargo, otros trabajadores igualmente precarios (limpiadoras, guardias de seguridad, etc.) que se mantuvieron activos durante el confinamiento no gozaron de semejante presencia aural: sus ecos quedaron absorbidos por las mascarillas protectoras que estaban obligados a usar, y continuaron siendo tan invisibles como antes de la pandemia.

Recuerdos sonoros para el mundo pos-COVID-19

Abordar la resonancia del turismo nos permite comprender mejor los múltiples impactos que la turistización tiene en el paisaje de una ciudad como Lisboa. No solo en términos de su ecología acústica, sino también de sus impactos financieros, comerciales, sociales, políticos y urbanos.

Por el contrario, la adaptación del oído al nuevo ambiente sonoro de una ciudad turística sin turistas puede conducir a un refinamiento de la escucha, a una mejor recepción de los sonidos más débiles o directamente eliminados por fenómenos como la despoblación o la descaracterización de los barrios populares del centro de la ciudad. En definitiva, a una sintonización más fuerte con nuestro entorno sonoro más inmediato.

El proyecto Sound postcards from Lisbon ha surgido con vocación de memoria. Estamos convencidos de la importancia de escuchar y prestar atención a la multiplicidad de seres que escuchan y se hacen oír como parte de los procesos de turistización, incluyendo aquellos silenciados por estos.

El archivo sonoro que estamos construyendo bajo el signo de la pandemia podrá eventualmente funcionar en el mundo pos-COVID-19 como memoria performativa. Nos permite desvelar las distintas capas de sonidos que componen la turistización sonora de Lisboa junto a sus significados políticos, económicos y sociales.

Iñigo Sánchez-Fuarros es investigador Ramón y Cajal, Instituto de Ciencias de Patrimonio (Incipit -CSIC) y Daniel André Fernandes Paiva es Researcher, Centro de Estudos Geográficos, Universidade de Lisboa.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer su versión original aquí.The Conversationaquí

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