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The Guardian en español

Los ucranianos comienzan a preguntarse si faltó preparación, pese a los múltiples avisos sobre una invasión rusa

Fotografía del pasado 27 de marzo, del funeral de un soldado ucraniano en el cementerio de Yuzhne, Odesa.

Shaun Walker

Kiev —

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La invasión rusa de Ucrania en la madrugada del 24 de febrero, con grandes ataques de misiles y el avance de fuerzas terrestres desde varios flancos, pilló aparentemente por sorpresa a muchos altos cargos ucranianos con un papel clave. Algunos estaban profundamente dormidos. 

Había habido rumores de una invasión rusa desde hacía semanas y la noche anterior los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Ucrania recibieron información que apuntaba que la invasión aquella noche era casi segura. Aun así, apenas se tomaron medidas para fortificar las pequeñas ciudades junto a la frontera o para alertar a los ciudadanos para que se prepararan para lo inevitable. 

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, estaba en casa con su mujer e hijos. Numerosos altos cargos al mando de regiones clave cerca de la frontera y alcaldes de ciudades que contenían objetivos militares estratégicos han contado a The Guardian en varias entrevistas estas últimas semanas que estaban en la cama y que se despertaron sorprendidos por el estruendo de las explosiones en lugar de haber pasado las últimas horas de paz coordinando la defensa de sus ciudades.  

De todas formas, es posible que no hubiera supuesto una gran diferencia, pero superados los 100 días de la invasión rusa de Ucrania algunos comienzan a mirar atrás al periodo en el que se estaba forjando la guerra y se preguntan si se podría haber hecho algo más.

Las semanas previas

Hay un reconocimiento generalizado, incluso entre los más feroces oponentes de Zelenski, del liderazgo desafiante e inspirador del presidente en tiempos de guerra. Pero las alabanzas van acompañadas de preguntas sobre esas semanas previas a la guerra, en enero y febrero.

¿Por qué siguió siendo escéptico Zelenski frente a las crecientes y alarmantes alertas de la inteligencia de Estados Unidos sobre los planes del presidente ruso, Vladímir Putin, para una invasión a gran escala? ¿Podría haber hecho algo más para preparar al país? ¿Hubiera tenido algún impacto?

“No queremos iniciar una investigación por el momento, pero no podremos evitarla en el futuro”, dice Volodymyr Ariev, diputado del partido Solidaridad Europea del antiguo presidente Petró Poroshenko. Asegura que su formación presionó durante semanas antes de la invasión para que el Gobierno se tomara la amenaza de una guerra más en serio.

Durante gran parte de enero y febrero, los estadounidenses afirmaron, en privado y en público, que su información de inteligencia mostraba una probabilidad muy alta de que los movimientos preparativos de los militares rusos no fueran un farol.

Mientras tanto, Zelenski recalcaba a los estadounidenses que tenía que equilibrar los preparativos para la guerra con la preocupación por la economía, y a los ucranianos les decía que no se pusieran nerviosos. “Si todo el mundo piensa que va a haber una guerra, la economía tendrá un verdadero problema”, dijo un alto cargo en aquel momento.

Negación

Durante las primeras semanas del año, se formalizaron las estructuras de “defensa territorial” de Ucrania, largamente planeadas. Y, con la guerra flotando en el ambiente, muchos ucranianos empezaron a buscar el refugio antiaéreo más cercano. Pero eran pocas las personas que verdaderamente creían que la amenaza fuera real y hubo millones de ucranianos que no prepararon ni siquiera lo más básico para la llegada de un conflicto a gran escala en el que pasarían semanas de su vida en refugios antiaéreos o sótanos. Para algunos, esta falta de preparativos tuvo consecuencias terribles cuando llegó la guerra.

Muchas personas mantuvieron la calma por los mensajes tranquilizadores de altos cargos ucranianos. A finales de enero, Zelenski calificó de “error” las frecuentes alertas de EEUU sobre una posible guerra. El 6 de febrero, su asesor Mijailo Podoliak dijo que eran “mucho más altas” las posibilidades de resolver la crisis mediante negociaciones que la amenaza de un ataque.

Los oficiales ucranianos se frustraban cada vez más con las alertas públicas de Washington sobre una invasión. Cuando miembros del Departamento de Defensa de EEUU informaron a los medios de comunicación que Rusia había trasladado suministros de sangre cerca de la frontera, lo que se veía como una señal de una acción militar inminente, la viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Maliar, negó el informe de forma categórica. “El objetivo de esa información es propagar el pánico y el miedo en nuestra sociedad”, dijo entonces a The Guardian.

Abandonar Ucrania

Había llegado febrero, y los estadounidenses estaban cada vez más convencidos de que los ucranianos -y algunos aliados europeos- no se estaban tomando la amenaza lo suficientemente en serio. Había conversaciones telefónicas frecuentes entre altos cargos de Washington y sus homólogos en Kiev. 

El 11 de febrero, la Embajada de Estados Unidos en Kiev convocó a diplomáticos de un gran número de embajadas de la ciudad. Llevaron a los visitantes a una parte segura de la legación diplomática, en grupos pequeños, y les entregaron hojas de papel en las que habían impreso información sobre la probabilidad y la seriedad de la acción militar rusa, según tres personas conocedoras de los encuentros. Les permitieron tomar apuntes, pero no llevarse las hojas.

Poco después, evacuaron a los diplomáticos estadounidenses que quedaban en Kiev y los trasladaron a Leópolis. “No solo es hora de dejar Ucrania, hace tiempo que fue la hora de dejar Ucrania”, dijo un alto funcionario de la Administración estadounidense. Varias embajadas más siguieron a Estados Unidos hacia el oeste.

La inteligencia ucraniana también estaba recibiendo su propia información y, en torno al 17 de febrero, supo que se había dado luz verde a varias órdenes militares rusas que sugerían que se estaba cociendo algo grande. Pero seguían sin creer que los estadounidenses hubieran tenido razón todo ese tiempo.

“La mayoría de la gente pensaba que sería algo limitado al Donbás y que los rusos no intentarían una operación a gran escala”, dice una fuente cercana a los servicios de inteligencia ucranianos.

Algunas personas de inteligencia estaban mucho más preocupadas que otras. “Podías deducir con qué servicios de inteligencia tenían contactos según lo que te decían y lo preocupados que estaban”, recuerda la fuente.

“No creíamos que Putin pudiera ser tan estúpido”

Cuando llegó la invasión, Zelenski y su equipo ignoraron los ofrecimientos de varios países occidentales para evacuarlos y proporcionaron un liderazgo enérgico que ayudó a dar impulso a las vehementes campañas de defensa ucranianas.

Por ahora, este valor y esta determinación, junto con la necesidad de unidad en tiempos de guerra, ha evitado cualquier reacción sobre los posibles fallos en los preparativos.

Serhiy Taruta, un hombre de negocios y diputado que en 2014 fue nombrado gobernador de la región de Donetsk por Kiev, dice que es demasiado pronto para cuestionar la etapa previa a la guerra, pero sí cree que será necesario un debate más adelante. “Por supuesto que hay muchas preguntas. Los rusos ya estaban marcando su equipo con la letra ‘Z’ y todo el mundo decía que algo se nos venía encima, y nuestros chicos decían: ‘no os preocupéis’. Pero eso es para después de la guerra. Ahora es el momento de consolidar [nuestra] sociedad”, dice en una entrevista.

Echando la vista atrás, quizás la mejor explicación para entender por qué había muchos miembros de la élite ucraniana que no creían que la información de inteligencia de EEUU fuera acertada podría estar en el estrepitoso fracaso de Rusia para conquistar las grandes ciudades de Kiev y Járkov. 

“Simplemente no cuadraba”, dice la fuente cercana a los servicios de inteligencia. “¿Conquistar Kiev y todo el país en solo unos días? Pensamos que sería un desastre para Rusia. Y lo fue. No creíamos que Putin pudiera ser tan estúpido”, asgura.

Traducción de María Torrens Tillack

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