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Presentación de ‘Adiós, Chueca’, obra póstuma de Shangay Lily

Somos Chueca

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El martes 10 de mayo, a las 19:00 horas, se presenta en el Teatro del Barrio la obra póstuma del activista LGTB Shangay Lily "Adiós, Chueca. Memorias del gaycapitalismo: la creación de la ‘Marca Gay’".

Un acto que servirá de homenaje a Shangay Lily y en el que intervendrán Guillermo Toledo (actor), Aníbal Malvar (periodista), Eva Abril (activista LGTBIQ), Paloma Linares (representante y amiga) y Jesús Espino (editor).

«Un texto contundente, radical, políticamente incorrecto», adelantan desde la editorial, en el que trata de responder a preguntas como ¿Qué es el gaypitalismo? ¿Cómo ha pasado una comunidad de ser la más admirada y luchadora a raíz del SIDA a ser sometida por el liberalismo y convertirse en su gran capataz? ¿Cómo han conseguido unos cuántos oligayrcas hacerse con ella y transformarla en un negocio?

«Escrito sin cortapisa alguna, con una crítica directa al corazón mismo del mundo gay, a quienes en su seno pusieron en marcha una maquinaria servida por la lógica del capital que ha contribuido a hacer de lo que era (y debe seguir siendo) reivindicación un gran negocio, amparado, como no puede ser de otra forma, por una marca que, “alegre y divertida”, en lugar de liberar genera discriminación y marginación».

Fragmentos de ‘Adiós, Chueca'



«Chueca era un barrio agradable y seguro en los ochenta. Desde luego no tenía la profusión de vida nocturna que luego vendría. Pero eso quizá lo convertía en un "secreto" más mágico; un laberinto de locales casi ocultos en el que perderse.



Pero ese circuito ya era historia con el advenimiento del imparable barrio gay, capital de todas las visibilidades, cuartel general de la comunidad más unida, organizada y centralizada jamás conocida. Ya no había que esperar a los domingos para sentirse parte de ese nuevo homosexual que todos llamaban "gay" con un timbre de admiración, curiosidad y respeto. Ahora habíamos conquistado todo un barrio, un barrio al que rápido llegaron "exiliados de todas partes. Cual Israel ofrecido a los hijos de éxodo, nuestro barrio-país-patria rezumó orgullo nacional en pocos meses. Había muchos miles de hijos de pueblos, aldeas, periferias y provincias deseosos de ponerse el uniforme oficial que Ovlas, Dolce & Gabbana, Versace, XXX o Trilogía les vendiese como carné de pertenencia. Y es que necesitábamos tanto pertenecer, formar parte de algo que no fuese el odio de la sociedad, el desprecio, la mortal homofobia que habíamos tenido que llevar desde niños como etiqueta identificadora. Era tan dulce esa pertenencia, esa identidad, ese sentimiento de comunidad, que habríamos levantado un barrio gay hasta en el Pozo del Tío Raimundo.»



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« […] este nacimiento de la identidad gay daría paso al blindaje mercantilista de sus manifestaciones, flujos y retóricas. Y, para fijar, controlar, gestionar esos flujos, se hizo necesario encerrarlo en un espacio administrable en el que mimar su crecimiento. El gueto como incubadora de una identidad vulnerable, en crecimiento, neonata, fue valiosísimo para proteger ese germen de los ataques externos, de la pedrada, pero pronto se quiso controlar, también, la hermosa, rara y frondosa planta resultante del exitoso crecimiento de ese germen.



Se le aplicaron fuertes guías que constriñesen, dirigiesen y controlasen su crecimiento, para limitarlo a las formas y zonas deseadas. Se le implantaron esquejes y mestizajes transgénicos que quintuplicasen su producción hasta satisfacer las ambiciones de unos cuantos. Pronto, la ordenación cuantificable de las expresiones sociales de ese gueto se convirtió en un lucrativo negocio.



Así Chueca pasó a ser un verdadero paraíso para las retóricas capitalistas del marketing, que acabaron por asfixiar los devenires homosexuales en un único discurrir, una sola posible manifestación de esa múltiple, rica, expansiva comunidad, de esa planta que empezó a multiplicar su producción de un modo controlado. En lugar de alentar el crecimiento natural de toda aquella maravillosa nueva vida, se manipuló, se controló y dirigió su devenir hacia un solo tipo: la manifestación más vendible.»



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«En los noventa comenzó un proceso que a principios del nuevo milenio se blindaría: la conversión de los "gay" en una rentable marca que manejar, con férreo monopolio, por un grupo de empresarios que ignoraron los aspectos más polémicos de nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra realidad, para centrarse en los más aceptables, folclóricos, vendibles. Y ese proceso empezó en mi entorno, alrededor de mí y sobre mí.



Quedar sepultados bajo toneladas de intereses, ese fue el precio que pagamos todos los que nos opusimos a lo que yo llamo el modelo gaypitalista, un neologismo que une el sustantivo o adjetivo "gay" con "capitalismo" en una clara alusión al modo casi desesperado con el que la comunidad ha abrazado los valores más vorazmente capitalistas, o más bien una elite de esa comunidad que, interesadamente, los impuso como "lo mejor para todos"; los mismos que invisibilizaron a todo aquel que se opusiese a ese modelo convirtiéndolo en un villano, un malvado, enemigo del supuesto milagro gay que ellos estaban "propiciando" (a cambio de pingües beneficios, por supuesto).»



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«El conglomerado de negocios en torno a esa identidad gay manufacturada degeneró en una verdadera industria. Podría parecer que aquel milagro de gaympresarios cubriendo con prodigiosa sinergia cada "necesidad creada" para los burgayses había surgido de forma espontánea, visceral e incontrolada, pero nada estaba más lejos de la realidad. Desde la consagración de Shangay Tea Dance como modelo protogay, toda una oscura elite de gaympresarios, políticos y supuestos activistas había iniciado un endiablado entramado de pactos y alianzas con el fin de blindar el poder. Al modo de un verdadero microestado, se repartieron cada aspecto del fenómeno gay, inventando una suerte de "ministerios" que controlaban milimétricamente cada movimiento que tuviese lugar dentro de sus respectivos ámbitos. Este se quedó con "la noche gay" (Pedro Serrano), aquel con los "medios de comunicación gays" (Alfonso Llorpart), el otro con "la política gay" (Pedro Zerolo), el de más allá con "la hostelería gay" (Kike Sarasola)… En la actualidad siguen controlando con férrea disciplina sus correspondientes "ministerios".



El proceso fue extremadamente ágil pero también enrevesadamente complejo, aunque se podría resumir en tres pasos o etapas: a) pactos y alianzas, b) monopolio y pensamiento único, y c) boicot y represión de las disidencias.»



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