Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Esperanza Aguirre, la ideóloga de un modelo sanitario que hace negocio
El PP usa el “sentido común” para disfrazar su renovado negacionismo climático
OPINIÓN | 'Privatizacionitis sanitaria: causas, síntomas, tratamiento', por Isaac Rosa

El desconocido refugio antiaéreo del parque del Retiro que nunca se usó como búnker y sirvió para cultivar champiñones

Interior del refugio antiaéreo del Parque del Buen Retiro en Madrid

Nerea Díaz Ochando

Parque del Buen Retiro, Madrid —
1 de julio de 2025 14:46 h

0

El Parque del Buen Retiro de Madrid esconde un pequeño secreto. Junto a una de sus puertas de entrada se encuentra uno de los pocos refugios antiaéreos de la Guerra Civil que conserva la capital. No hay constancia de si alguna vez llegó a utilizarse con el propósito con el que fue construido, pero en 1936 las autoridades republicanas mandaron excavar un búnker para proteger a la población ante posibles bombardeos bajo el antiguo bulevar de Menéndez Pelayo.

Casi tres años después, en 1938, finalizó la construcción de la instalación subterránea, pero como la zona no fue tan castigada como otras partes de la ciudad, terminó adoptando otras funcionalidades muy alejadas de su propósito inicial. Ahora, 86 años después, el Ayuntamiento de la capital se ha propuesto abrir sus puertas al público y dar a conocer este rincón tan singular y desconocido del parque madrileño. Así lo ha desvelado el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, en una visita al búnker este martes junto a Borja Carabante, delegado del Área de Gobierno de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, y Andrea Levy, Concejala Presidenta del Distrito de Retiro.

Ya en 2021, el Ayuntamiento llevó a cabo una limpieza general del refugio. Se adecuaron los espacios para hacer más accesibles las visitas y lo dotaron de instalación eléctrica con el propósito de arbirlo al público. Poco después, en verano de 2022, se incorporó a los programas de paseos guiados Pasea Madrid y Madrid Otra Mirada junto al búnker del parque de El Capricho, sin embargo el aforo reducido de estos tours permitió a muy pocas personas disfrutar de este rincón casi secreto.

Por ello, el Ayuntamiento ha decidido musealizar el refugio y hacerlo accesible para todo el mundo que desee visitarlo. Durante la visita, el alcalde ha destacado la importancia de esta infraestructura: “Estamos hablando de una auténtica obra de ingeniería, con una galería de unos 140 metros excavada bajo tierra, que permitía a los madrileños protegerse durante los bombardeos. El Ayuntamiento está trabajando para musealizar este refugio y abrirlo al público con todas las garantías de seguridad”.

Acceso al refugio antiaéreo del Retiro, junto a la Puerta de la Reina Mercedes

La construcción del refugio comenzó a finales de 1936, en plena ofensiva aérea sobre la capital, y no se completó hasta 1938. Las dificultades para conseguir materiales, unidas a la falta de mano de obra —ya que muchos hombres estaban movilizados—, alargaron el proceso. Sin embargo, su diseño se cuidó al detalle: muros reforzados con ladrillo colocado a tizón para mayor resistencia, bancos de madera en las galerías, y un sistema de iluminación con baterías de camión que podian funcionar incluso si la red eléctrica se cortaba durante los bombardeos.

Antonio Morcillo, subdirector general de Zonas Verdes y Arbolado Urbano del Ayuntamiento de Madrid, también presente durante la visita, explica que durante los primeros compases de la guerra se construyeron hasta 40 refugios de características similares en toda la ciudad. Muchos de ellos han desaparecido o permanecen inaccesibles, pero el del Retiro se conserva en muy buen estado.

Una obra de ingeniería al servicio de la supervivencia

“Este refugio está excavado a unos 8 metros de profundidad, una medida que se consideraba suficiente en la época para resistir el impacto de bombas de hasta 100 kilos”, explica Morcillo. Tenía capacidad para unas 275 personas y se organizaba en una red de galerías con tres accesos: uno en el actual bulevar de la calle Menéndez Pelayo, otro junto a Florida Park y un tercero cercano al estanque grande del Retiro, hoy sellado. El acceso principal, el de Menéndez Pelayo, fue clausurado en 1972 al asfaltar la calle, aunque desde dentro todavía se puede ver claramente dónde estaba. Actualmente solo se encuentra abierta una de las tres entradas, ubicada junto a la Puerta de la Reina Mercedes del parque.

Un rectángulo en el suelo, habitualmente tapiado con unas planchas metálicas, da la bienvenida al refugio, mal llamado búnker según Morcillo: “Los refugios eran elementos para proteger a la población civil durante los bombardeos, algo que generalmente no suponía más de 15 o 20 minutos, mientras que los búnkeres eran construcciones militares, concebidas para ser utilizadas por las autoridades militares”. Tampoco debe confundirse con otros como el del Capricho, que servía de mando militar y contaba con una estructura mucho más compleja y reforzada.

El refugio cuenta con varios tramos de escaleras que llegan hasta ocho metros de profundidad

Para llegar a la primera estancia, hay que bajar una veintena de escaleras empedradas que, en el último escalón, cuentan con un resalte a modo de “presa” que impide que el agua se cuele en los túneles en caso de lluvia. Una vez dentro del refugio, la temperatura desciende alrededor de 15 grados con respecto al exterior y la sensación de humedad aumenta conforme avanza el recorrido.

La primera habitación, en la que se encuentra una especie de letrina o ducha, da paso a más de 100 metros de pasillos que se van diviendo a la izquierda y la derecha. Esta composición, con giros de 90 grados cada pocos metros, no es para nada casual y, según cuenta Morcillo, se hizo así “para evitar el efecto de la onda expansiva de los explosivos que pudieran caer”.

Primera estancia del refugio, en la que se encuentra lo que podría ser una especie de letrina o ducha

Las galerías tienen una estrucutra abovedada y están hechas de ladrillo en su totalidad. Los techos varían en cuanto altura, de entre 1,60 y 2,48 metros, por lo que en su mayoría permiten a cualquier persona caminar sin tener que agacharse. Las estancias se encuentran plagadas de detalles. Por ejemplo, para evitar que los civiles tuvieran que pasar los bombardeos de pie, todavía se perciben algunas hendiduras en la pared en las que iban encajados unos tableros que hacían de banco. También se pueden ver los enganches por los que iban el antiguo cableado eléctrico.

Curiosamente, a pesar de su preparación, nunca sirvió como refugio. Pero eso no quiere decir que haya estado desaprovechado desde su construcción. Una de las funciones más curiosas que adquirió después de la Guerra Civil nada tiene que ver con la de búnker. Por sus condiciones de humedad, oscuridad y temperatura, fue utilizado para cultivar champiñones. De hecho, todavía se puede ver en algunas paredes la marca que quedó de aquella época en la que el refugio se usaba para producir estos hongos. Posteriormente, también sirivió como almacén para los jardineros del parque, que guardaban allí sus herramientas.

Algunas de las herramientas de jardinería que se guardaban en el refugio después de la guerra

Más de ocho décadas después de su construcción, su valor a nivel histórico ha llevado al Consistorio plantearse darle nuevo uso a este espacio. “Queremos que este refugio no sea solo un lugar cerrado bajo tierra, sino un espacio visitable, accesible y comprensible para los ciudadanos”, afirma Morcillo. Para ello, se están llevando a cabo trabajos de señalización, ventilación, seguridad y accesibilidad que permitan su uso como espacio histórico y educativo, aunque todavía no se sabe cuánto se demorarán.

Por el momento, los paseantes del Retiro solo pueden imaginar lo que se oculta bajo sus pies. Pero si los trabajos para musealizarlo avanzan según lo previsto, este pequeño rincón desconocido en el corazón de la ciudad abrirá muy pronto sus puertas para revelar, al fin, los secretos que ha guardado durante casi 90 años.

Etiquetas
stats