Landareak: comida casera y 'no pollo' para llevar
Enero es un mes duro y pesado. No solo por el frío y por la vuelta de las vacaciones. También tenemos que cargar con algún kilo de más que siempre se nos mete en el cuerpo vía polvorón o por cualquier otro exceso culinario de las vacaciones navideñas. Como también supone el comienzo del año y de los propósitos, este enero me dejé engatusar por una de las últimas propuestas en llegar a Malasaña, la de un local de comida para llevar que tiene lo verde y lo sano por bandera.
El sitio en cuestión se llama Landareak (plantas, en euskera) y está al principio de la calle Ruiz. Abrieron en diciembre y ofrecen menús del día hechos allí mismo, bebidas ecofriendly y pan que también elaboran en su cocina. Todo para llevar. Todos los envases -y cubiertos- 100 reciclables. Todo casero.
El día que acudí a encargar allí la comida tocaba potaje andalusí, pollo al ajo negro y mousse de arándanos. Un menú muy de invierno que no es fijo, ya que depende de los productos de temporada. “Los platos los cambiamos todos los meses” me contó Javier, la parte euskoparlante de la pareja de emprendedores -el otro, en la cocina y de más al sur, se llama Julián- que ha puesto en marcha este negocio.
El primer plato resume perfectamente la filosofía del local: un potaje con aroma casero, que te podrías comer en casa... si tu madre fuera vegana. Porque toda la comida que sale de los fogones de Landareak evita emplear carne y derivados animales. Así que probamos con gusto este guiso con calabacín, garbanzos, calabaza, fideos y algo de proteína que parece seitán. De primeras nos llega un sabor intenso, con las verduras tiernas pero firmes y con un caldo sabroso y ligerísimo toque de curry, que el no acostumbrado a esta especie ni siquiera notará. Las cantidades son contundentes, así que nos olvidamos del falso mito de comer verduras no llena.
Entre el primer y el segundo plato aprovechamos para degustar la bebida que nos hemos llevado de Landareak. El menú permite elegir entre zumos, agua, refrescos ecológicos, cervezas artesanas como la Siete Picos o sidra gallega. Elegimos una botellita de esta última, la Maeloc, elaborada en Galicia siguiendo estándares eco. Resulta ácida y refrescante, de intenso sabor y con mucho más fuste que la del Gaitero (que no le llega ni a la suela, como imaginará el lector). El pan que nos han dado es integral y está crujiente y sabroso, sin demasiada miga. Un acompañamiento perfecto para el menú.
También nos hemos llevado una botella de zumo de manzana Cal Valls. Está elaborado al 100% con manzanas de cultivo ecológico producidas en Lérida, sin productos químicos. El resultado es una bebida agradable, dulce pero sin azúcares añadidos que estropeen el sabor de la fruta. Slurp.
Con el estomago bien enfilado se pasa al segundo plato, donde llega la sorpresa: el prometido pollo con ajo negro en realidad está hecho con no pollo no pollo o pollo vegetal, un producto vegano elaborado a base de fibra de soja que posee el aspecto y la textura de esta ave común. Una vez superada la extrañeza inicial nos ponemos a devorar un plato también contundente y muy sabroso. Cortado en tiras, se acompaña de pimiento verde, rojo, amarillo y cebolla, además del citado ajo negro. Una mezcla de sabores salados que degustamos con alegría debido a su acertada combinación y a su vistosa presentación. Rico, rico.
El plato, además, tiene su guasa teniendo en cuenta que ha sido elaborado en un local de Malasaña que en su momento fue una pollería. La ironía del sufrimiento animal ahora dada la vuelta, que diría un vegano.
La mousse de arándanos es el postre perfecto: dulce sin exceso de azúcar y sin aditivos, que evitan hacerte sentir un placer culpable cuando lo pruebas. Se sirve acompañado de dos arándanos enteros, que permite disfrutar de las excelencias de la materia prima con la que está hecho.
En resumen, Landareak es una opción de menú del día saludable sin quedarte con hambre, que cumple a la perfección varios básicos de la comida para llevar: resulta muy sencillo de comer, sin huesos ni otros despojos que apartar a un lado. Un ejemplo de que la comida vegana puede ser catada por cualquier paladar. Y de que se pueden envasar alimentos sin recurrir siempre al plástico y a generar residuos eternos: los envases que utilizan son todos biodegradables y lo que parece plástico es en realidad almidón de maíz. ¿A que no lo parece?
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