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No todo vale en Navidad

Instalación del abeto de Navidad en la Plaza de España

José Luis Nieto Bueno

Concejal del Ayuntamiento de Madrid por Más Madrid y Coportavoz de Verdes Equo Madrid —

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Hay escenas del Madrid de Almeida que nos retrotraen a los tiempos en blanco y negro, cuando era habitual cortar árboles del monte para adornarlos por Navidad sin miramientos ni contemplaciones. Ahora, cuando esta práctica es cada vez menos frecuente, en Madrid vamos a volver al árbol de Navidad de usar y tirar. 

Este año tendremos un árbol de Navidad natural en Plaza de España. Es una muestra más de que el Gobierno de Almeida está lejos de entender el concepto de sostenibilidad. Hay que irse a Gerona a talar un árbol de unos cuantos años y 18 metros de altura para adornar la ciudad, algo totalmente insostenible y disparatado… Podría haberse optado por un montón de alternativas que no pasaran por matar un árbol. 

Coincidiendo con la COP26 se ha traído a Madrid este árbol de récord por su tamaño, como también son tristemente de récord las emisiones de metano en Valdemingómez y las 3.700 muertes prematuras provocadas por la contaminación generada por los coches y frente a las que el alcalde de la ciudad sigue sin actuar. 

El árbol ha llegado a Madrid sin cepellón, por lo que queda claro que desde el momento de la decisión de su compra, el Ayuntamiento no tenía ninguna intención de poder trasplantarlo tras las fiestas navideñas ni de que permanezca en la plaza para otras Navidades, que sería lo mínimo que habría que hacer si se opta por árboles de Navidad naturales.

Se lanza así un mensaje equivocado a la población, después de que el propio Ayuntamiento lleve muchos años ofreciendo un servicio de recogida de los árboles de Navidad vivos en los viveros municipales para que no acaben en el cubo de la basura tras la noche de Reyes, sino que tras un periodo de recuperación que posibilite su supervivencia se proceda a su posterior replantación. 

Tampoco se trata de usar árboles de Navidad artificiales y desecharlos año tras año, sino de buscar opciones duraderas que reduzcan su impacto, como trasplantarlos, adornar alguno que ya luzca en la ciudad o reutilizar los de años anteriores, algunos espectaculares como los que luce la ciudad de Madrid. 

Mientras, echamos en falta que vengan miles de árboles vivos para sustituir los casi 100.000 ejemplares perdidos por la borrasca Filomena, para los que el Ayuntamiento aún no tiene un plan de plantaciones que compense el enorme daño producido en las calles y parques donde quedaron tronchados o tuvieron que ser talados.

En definitiva, traer un árbol talado para adornar Madrid, donde ni siquiera existe tradición de ciudad para semejante derroche, es un síntoma de la falta de visión medioambiental y de modelo de ciudad en las que vive inmerso este Gobierno municipal. No todo vale en Navidad. 

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