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Preparar la EvAU en una pandemia: “Me vino bien el confinamiento para calmarme y concentrarme”

Gabriel, durante la entrevista en Barrio Futuro | SOMOS MALASAÑA

Diego Casado

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A casi cuatro meses vista del inicio de la pandemia empezamos a olvidar cómo empezó todo y los momentos de confusión que vivió la ciudad de Madrid en aquellos días de marzo que se convirtieron en una montaña rusa de emociones por el impacto del coronavirus. Por eso viene bien recordarlos con personas como Gabriel Santos, un estudiante del instituto de la calle San Bernardo que participó hace unos días en la serie de entrevistas Barrio Futuro.

“El domingo anterior hablaba con unos amigos, pensando que no iba a ser nada este tema del virus”, explica en conversación con el periódico Somos Malasaña. Al día siguiente la Comunidad de Madrid anunció el cierre de todos los centros educativos, entres ellos el suyo, el IES Lope de Vega, donde cursa 2º de Bachillerato. “De miércoles a viernes todo el mundo estaba diciendo: vamos a salir por ahí”, confiesa ahora. El sábado llegó el confinamiento y el domingo el estado de alarma. Todo en solo siete días. “Fue un choque de realidad”, recuerda.

El impacto psicológico inicial fue fuerte. “Al principio estaba puteado, como todo el mundo”, dice de forma vehemente. Pero pronto los días se hicieron más fáciles, a medida que todo el mundo -sus profesores incluidos- iban tomando conciencia de la situación y le iban pidiendo ejercicios y enviando trabajos, aunque el ritmo nunca fue demasiado intenso y algunos docentes no le exigieron casi nada.

Para Gabriel y sus compañeros, la mayor preocupación eran los exámenes y saber cómo iban a poder sacar el curso en estas circunstancias. Pronto vieron que el confinamiento, lejos de hacerles perder la concentración, les ayudaba a enfocar mejor la temida Evaluación de Acceso a la Universidad (EvAU, antigua Selectividad), en la que está centrada su último año de instituto: “Hemos estado más relajados y podido ver lo que necesitábamos, también estudiar más o menos de forma independiente a lo que nos enviaran los profesores”. Él valora la libertad y la comodidad de adaptar su paso a lo que necesitaba, muy diferente de tener que seguir el ritmo de las clases diarias. “Autogestionarte y aprender como queremos y podemos, que es lo que lleva al éxito”, asegura.

Gabriel también aclara que “cada uno ha salido como ha podido”, que cada caso es único y que en el suyo el confinamiento “me sirvió para calmarme y relajarme un poco, porque iba como muy rápido”.  Para concentrarse y afrontar mejor los exámenes de final de curso, que al final no pudieron ser demasiado estrictos, porque las posibilidades de copiar en casa eran infinitas. “Lo han llamado exámenes para poder evaluarnos de alguna forma”, aclara.

La vuelta a los exámenes presenciales vendrá con la EvAU, que este año se celebra en Madrid a partir del 6 de julio, durante cuatro días y con mascarilla. El formato se ha relajado y los alumnos podrán intercambiar las preguntas de la mayoría de bloques, algo que en otras ocasiones no estaba permitido. Además, las cuestiones se centrarán sobre todo en los contenidos de las dos primeras evaluaciones. “El hecho de poder intercalar ejercicios me da más seguridad, porque hay algunos que se me dan mejor y peor”, cuenta Gabriel, que espera aprobar y poder estudiar una ingeniería el curso que viene.

Las familias: “Los profesores no paraban de mandarles cosas”

Mientras los estudiantes lidiaban con sus problemas escolares, sus familias se organizaban como podían en casa. “Para los primeros cursos de Secundaria fue un descoloque espantoso, los de Bachillerato lo llevaron mejor”, explica Maribel, vicepresidenta del Ampa del IES Lope de Vega, también durante una charla de Barrio Futuro, que reproducimos a continuación:

Maribel explica que las primeras semanas los profesores enviaron muchos deberes, para intentar mantener el ritmo. Hasta que, con la Semana Santa, bajó el ritmo, lo que agradecieron los padres y las madres de los alumnos, aunque manteniendo las clases en directo de forma habitual. “El objetivo era no perder la conexión entre alumnos y profesorado”, apunta Maribel.

El Ampa colaboró con uno de los problemas que surgió durante el confinamiento, y es que algunos alumnos del instituto no contaban con tablets u ordenadores para poder seguir las clases y completar los deberes. A través de un proyecto de la Red de Cuidados de Centro, en coordinación con la dirección del centro consiguieron dotar de estos equipos a los jóvenes que lo necesitaban.

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