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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

Si gana Syriza, ganará también Europa

Tsipras asegura que Syriza aplicará un sistema impositivo justo, sin subidas

Carlos Elordi

Syriza quiere obtener la mayoría absoluta. Y la probabilidad de que lo logre crece a medida que se publican nuevos sondeos. El último, de comienzos de esta semana, le daba el 34% de los votos y los expertos dicen que le haría falta entre el 35% y 39% para obtener la mitad más uno de los escaños del Parlamento. Pero tan significativo como los pronósticos demoscópicos es el nuevo tono con que los grandes medios internacionales están valorando últimamente esa posibilidad. Empieza a asumirse que el partido de Alexis Tsipras va a ser el que gobierne, que el cambio va a producirse. Y tan nuevo como eso es que los apuntes que sugieren ese convencimiento lo hacen sin temor a que eso ocurra.

Uno de los comentarios más llamativos en ese sentido es el que acaba de hacer Handelsblatt, el mayor diario económico alemán: “Puede que una victoria del carismático Alexis Tsipras constituya una ocasión real para Grecia, al tiempo que va a acabar con los políticos de los partidos del establishment que son responsables de la enorme deuda pública, de los privilegios fiscales y de una administración financiera desfalleciente”. Todo un desafío a la postura oficial del Gobierno alemán al respecto. Porque aunque lleve unos días callada, y eso ya puede ser un síntoma de que el panorama está cambiando, Angela Merkel prácticamente ha venido a decir que un Gobierno de Syriza sería poco menos que la peste.

Sobre que Mariano Rajoy está en esa misma línea caben pocas dudas. Su imprevisto viaje a Grecia para apoyar al líder de la derecha despeja cualquiera de ellas. Rajoy quiere que gane Samaras no solo porque teme que su derrota reforzaría a Podemos, sino también porque la política que aplicaría un Gobierno de Syriza, por mucho que moderara sus planteamientos iniciales, pondría en cuestión la política que él aplica en España.

Para Angela Merkel, la victoria de la derecha griega responde también a una cuestión de principios. Porque hay cada vez más indicios de que otros Gobiernos europeos y, sobre todo, la comisión de la UE o, cuando menos, parte de ella, estaría dispuesta a llegar a un entendimiento con un Gobierno griego en manos de Syriza. Dentro de lo razonable. Que hasta pudiera ser bastante, aunque no fuera desde un primer momento. Lo contrario, la cerrazón absoluta, sería bastante más peligroso. No solo para Atenas, sino, sobre todo, para la UE. Porque, puestos a malas, podría llevar al temido “Grexit”, a la salida de Grecia del euro, que por mucho hierro que traten de quitarle los economistas amigos de Merkel podría ser un desastre para la moneda única.

La postura más reveladora en ese sentido es la del comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici. Este destacado dirigente del Partido Socialista Francés ha cambiado sustancialmente de postura en pocas semanas. Si a mediados de diciembre viajó a Atenas en lo que se entendió como un apoyo a Samaras, ahora dice que se le ha malinterpretado, que no tomó postura en el debate político griego. No solo eso, sino que ha añadido: “Nosotros deseamos que en Atenas se siga una línea reformista, proeuropea. Pero esa línea puede ser seguida por los unos y por los otros”.

El diario digital francés Mediapart dice que destacados funcionarios de la UE creen que no es malo que en Grecia se produzca un cambio de orientación política. Porque Samaras no ha hecho nada sustancial para mejorar la situación y las perspectivas del país. Porque está demasiado ligado a los llamados “oligarcas”, los poderosos grupos de presión que controlan los medios de comunicación, el sector inmobiliario y los contratos del Estado y condicionan la política del Gobierno, particularmente la fiscal. Y porque lo único que es capaz de ofrecer son más recortes y más subidas de impuestos.

Esas opiniones, de confirmarse, se inscriben en un debate mucho más de fondo. El de que la política de austeridad ha dejado de tener sentido. Sobre todo porque no funciona. Y el desastre griego es la confirmación más clara de ello, aunque lo que está ocurriendo en España, en Italia o en Francia tampoco se queda muy a la zaga. “Esta locura económica no puede durar para siempre, la democracia no lo permitirá”, ha escrito Joseph Stiglitz.

Son cada vez más numerosos los expertos que opinan que existe un espacio, y algunos creen incluso que no es pequeño, para negociar la deuda griega, para recortarla eliminando los intereses, para alargar el plazo de los vencimientos y hasta para más. Aparece cada vez más claro que el problema no es económico, sino político, de poder en la UE. Porque si los propósitos de Syriza salen adelante, los dirigentes europeos que en privado critican la política de austeridad y que están hartos de ella podrían atreverse a dar un paso adelante y ponerse en frente de Berlín. También eso está en juego en las elecciones griegas.

Tsipras ha moderado su discurso. Porque quiere atraer al máximo posible de griegos a su empeño. Es decir, porque quiere ganar. Pero también porque no quiere que esa victoria termine en desastre. Este miércoles ha escrito lo siguiente en el Financial Times: “Como miembro de la eurozona, un Gobierno de Syriza respetará las obligaciones de Grecia para mantener el equilibrio presupuestario y se comprometerá con objetivos cuantitativos. Sin embargo, es una cuestión democrática fundamental que el nuevo Gobierno decida por sí mismo cómo alcanzar esos objetivos. La austeridad no forma parte de los tratados europeos; la democracia y el principio de la soberanía popular sí lo son”.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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