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Exposición

La mirada hacia lo arcano de Rosa Vivanco

“El fuego inagotable de los faros del aire” (Óleo/tabla) y “Sibila” (óleo/tabla) de Rosa Vivanco

José Alberto Bernardeau

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La pintora Rosa Vivanco vuelve a exponer, tras una larga pausa alejada de las salas públicas, en esta ocasión en el museo de la Universidad de Murcia. La exhibición está comisariada por la profesora María Victoria Santiago y muestra una treintena de cuadros realizados con óleos y acrílicos sobre diferentes soportes. 'Álmica' titula la artista el conjunto de las obras ahora expuestas hasta el 28 de abril.

El tiempo no ha cambiado significativamente el carácter con el que expresa sus representaciones, y menos aún su esencia. En esta ocasión, en la inauguración, Vivanco reivindicó lo femenino como elemento nuclear de sus obras y, a la vista de sus improntas, la figuración no deja lugar a dudas que es la mujer, salvo nimias excepciones, la protagonista material incondicional.  

Conocemos culturas que consideran improbable la separación de lo femenino respecto a lo masculino. Lo húmedo y oscuro del lado norte de la montaña y lo seco y luminoso de flanco sur no son otra cosa que esa misma montaña. Entendemos, sin embargo, que su femineidad no es excluyente, sino reivindicativa, y afirmativa de un sentimiento intrínseco a su identidad. Es una opinión.

Salta a la vista que es la mujer, sí, la que la pintora quiere presentar ante el espectador con toda su fuerza de género, curiosamente, mujeres elegantes en sus ropajes, tocados y atuendos que nos llevan a otra época no lejana, pero sin recreaciones ni dependencias estéticas, sin estereotipos. Son mujeres de belleza canónica, representadas en su mayoría en poses estáticas al mismo tiempo que llamando con sus miradas inquietantes hacia un más allá, hacia lo arcano.

El espectador es inmediatamente abducido por la mirada de cada una de ellas, en cada cuadro. A partir de ahí, y siempre con la dificultad de eludir la llamada de esas profundidades personales, sobremanera manifiestas en los ojos, el observador tiene la posibilidad de dirigirse a la enorme diversidad de elementos simbólicos con los que la pintora rodea sus entidades.

Ostensiblemente, todas ellas aparecen envueltas en escenarios oníricos que nos llaman al universo íntimo de Rosa Vivanco, extraídos de su propia alquimia; misterios cuya interpretación sería vana por parte del espectador, si no entrometida. No está llamado éste a descifrar ese mundo íntimo que la artista ha reconocido en su interior y plasma con los símbolos allí percibidos, pero sin duda, nos conmueve y nos llama poderosamente la atención.

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