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“La tradición no está reñida con el progreso, como nos quieren hacer ver”

Martín Buscaglia y Kiko Veneno, El Pimiento Indomable

Pedro Serrano Solana

Murcia —

Estos son tiempos de rebeldía con motivo. De insurrección política, medioambiental, musical. Y para ser rebelde, uno puede tomar como modelo a grandes personajes y compartir sus frases en el muro de Facebook, o bien seguir el ejemplo del pimiento, verdura que resiste con humildad y grandeza al ataque de los pesticidas y de la modificación genética. Frente a la plastificadora visión de un sistema que hace del progreso un mantra finalista, Kiko Veneno y Martín Buscaglia vuelan contracorriente montados en su Pimiento Indomable.

Separados por miles de kilómetros de océano –los que median entre España y Uruguay-, también por la diferencia generacional e incluso por el estilo musical, Kiko y Martín comparten, dicen, idea y mensaje. Ambos se reconocían como “amigos sin conocerse”, y cuando se conocieron en persona, formaron equipo y crearon doce canciones impactantes que están presentando en una minigira de nueve conciertos por nuestro país, durante el mes de marzo. Barcelona, Málaga y Sevilla ya han pasado; les queda Murcia (12), Granada (13), Cádiz (14), Bilbao (18), Madrid (19) y Zaragoza (21).

¿Hola, Martín, Kiko? (nos hemos citado por Skype, y como siempre, los instantes de conexión son inciertos)

Kiko Veneno: Hola. Perdónanos, Pedro. Ha habido unos accidentes imponderables, porque como bien sabes, todos los accidentes son imponderables igual que todos los marcos son incomparables (risas).

(Mientras se disculpa, Kiko Veneno trata de ajustar la cámara para que pueda verlo a él y a Martín, y al principio lo consigue, pero a medida que discurre la entrevista la cámara va elevándose poco a poco hasta que sólo les veo los ojos. Por no cortar la conversación con cuestiones técnicas, no les digo nada).

KV: Bueno, venga, ya está, dale…

(Kiko Veneno empieza a cantar mientras Martín Buscaglia, guitarra en mano, se arranca con unos acordes). Ya habéis comenzado la gira que os va a llevar por España con vuestro Pimiento Indomable. ¿Cómo fue el primer concierto, en Barcelona?

KV: Bien, muy bien. Hicimos la primera de las nueve citas, y para ser la primera estuvo muy bien. Tuvo sus fallitos y tenemos que hacer pequeños ajustes, pero el público salió muy contento y nosotros también. Sobre todo porque nosotros lo que pretendemos es que, lógicamente, el público se lo pase bien, y vea el espectáculo que hacemos con cariño y que les alegre la vida. Y eso lo conseguimos.

¿Cómo surgió El Pimiento Indomable?

Martín Buscaglia: Primero surgió la amistad entre los dos, que como toda amistad, surgió sin darnos mucha cuenta, sin que hubiera un mojón en el camino…

KV: ¡Muchacho! ¿Qué has dicho de mojón? (Kiko interrumpe a Martín).

MB: Un mojón en el camino.

KV: 'Quillo', pero es que aquí en España ‘mojón’ es otra cosa…

MB: ¿Qué es?

KV: ¡Un mojón es una mierda! (risas).

MB: ¡¿Una mierda?! ¿Cómo le dices entonces al mojón de la carretera?

KV: Una señalización… Bueno, un mojón de carretera, así hablando en seco, también.

MB: Y allá en el puerto, esas cosas donde se atan los barcos, eso es un mojón también…

KV: Aquí en España eso tiene otro nombre más alambicado…

MB: Bueno, no fue una mierda nunca esta amistad (risas), la verdad, y una cosa llevó a la otra. Nos hicimos primero amigos y nos invitamos a cantar uno al otro en espectáculos, y luego, de todo esto derivó la idea de hacer el disco. Desde un principio estaban las ganas de que fuera un disco en conjunto de verdad. No que yo pusiera cinco temas y Kiko otros cinco, y agregáramos un par de codas, sino que nos mezcláramos para crear un ser diferente a nosotros. Un minotauro musical, una cosa así, y creo que lo logramos porque es un disco que no suena exactamente como son los discos de Kiko solo, o los míos, más allá de que es imposible alejarse demasiado de lo que uno es en su esencia. Pero hay una mezcolanza que es novedosa para nosotros dos.

El resultado es muy curioso, porque hay partes de una misma canción que suenan más a Kiko Veneno, otras más a Martín Buscaglia, y otras suenan diferentes a ambos. En el disco no se dice qué letra o qué música es de uno u otro.

MB: Es que eso es real. No hay ninguna letra ni ninguna armonía o melodía en la que uno haya trabajado totalmente solo. Algunas surgieron de los dos juntos, y en otras, lógicamente, es uno de los dos el que viene con una idea, le baja una idea o amanece con una palabra, pero luego el otro siempre metió la cuchara en eso.

En uno de esos espectáculos en los que os invitasteis a cantar el uno al otro, Martín dijo de Kiko que ambos erais amigos antes de conoceros.

KV: Claro, a eso se refiere Martín. Muchas veces los músicos nos conocemos a través de las canciones, igual que las personas nos conocen a nosotros por nuestras canciones. Pero los músicos especialmente, porque si nos dedicamos a hacer canciones, al conocer yo las suyas y él las mías, de alguna forma vas conociendo el mecanismo de la persona. Ese acercamiento existe, y cuando nos conocimos en persona, en cierto modo ya nos conocíamos.

MB: Las canciones, en ese aspecto, son una expresión artística muy amistosa. Y muy portátil. Vos vas cantando una canción por la calle y la llevas contigo, la cantás aunque la letra no la entiendas, pero igual te sirve…

KV: Y te meten preso.                                                             

MB: También, ese es el problema (risas).

KV: Claro, es que depende de cuál. Si tú vas en el año 65 por la calle cantando ‘Franco es un mamón’, te meten preso (risas).

MB: Sí (Risas). Pero es eso, que una canción es muy fácil hacerla de uno. Un libro te lo lees en un momento y es divino, pero pasa tiempo hasta que lo relees, y lo mismo una película, un cuadro o una escultura. Pero una canción te la puedes llevar todo el día, hasta en la ducha o cantando con amigos. La música que más te gusta, es con la que sientes que ese autor tiene una mirada similar a la tuya, aunque esté armada con diferentes elementos. Kiko es de una generación diferente a la mía, y de un país diferente, pero antes de conocerlo en persona, yo sentía que entendía lo que él estaba haciendo.

KV: Igual me pasa a mí, que yo escucho su música y no se parece nada a la mía, pero me provoca una complicidad porque entiendo lo que dice. Después de conocernos surgió la posibilidad de hacer algo juntos, y como somos personas aventureras, dispuestas a siempre a hacer cosas nuevas y diferentes, lo intentamos. Y ahí salió.

 

Hubo sintonía, claramente, pero, ¿no os ha pasado que os guste la música de un artista, que lo entendáis y demás, y que luego al conocerlo en persona veáis que no es lo que pensabais?

KV: En mi caso no. Los músicos tenemos una percepción bastante afilada. Los cantantes, como cualquier persona en este mundo, pueden dar una imagen que no es real, y se pueden esconder detrás de una poesía muy bonita, pero hay algo que nosotros identificamos. De todos los músicos que he conocido, ninguno me ha parecido que como persona era diferente a lo que estaba cantando como artista.

MB: A mí también.

KV: Los buenos y los malos, ¿eh?

También es interesante, y es de agradecer, la posibilidad que dais a vuestros respectivos seguidores de ampliar sus miras musicales conociendo al otro. Gente que seguía a Martín, quizá descubra o se aceque ahora más a Kiko, y viceversa.

MB: Sí. Ese es un efecto que no ha sido buscado, pero que se ha dado en Uruguay y en Argentina con gente que me seguía a mí, y se ha abierto al mundo musical de Kiko. E imagino que aquí pasará lo mismo con un montón de gente que conoce a Kiko y que no tiene ni idea de lo que yo hago. No es el fin que pretendía el disco pero el efecto es lindo, porque esta intimidad que sentimos nosotros, es probable que los escuchas de nuestra música también la puedan sentir.

Pasará como dice aquella canción de “los amigos de mis amigas, son mis amigos…” (Risas)

MB: Qué bonita… La de Roberto Carlos.

(Aunque me refería a la canción de Objetivo Birmania, Martín comienza a tocar y Kiko a cantar Amigo, de Roberto Carlos, más profunda que la que yo decía). ¿De dónde sale el nombre de esta experiencia musical? El Pimiento Indomable.

KV: Lo del pimiento… Sabes tú que los nombres, a veces es el primero que te sale. Ese fue el primero que nos salió y nos pareció bien, porque el pimiento tiene siempre ese sabor que aunque le metas toda la química industrial, no lo pierde. El tomate sí, al tomate puedes conseguir domesticarlo, pero al pimiento no. Bueno, y al ajo también, al ajo no hay quien lo enmascare, pero bueno, ‘El ajo indomable’… El pimiento indomable nos gustó.

El pimiento es rebelde, como manda la situación.

KV: Sí, tratamos de marcar… Mira, estamos hablando de música, de política, y también de agricultura y de lo que estamos comiendo. Ya te has enterado de que nos gusta que la fruta y la verdura tengan sabor, no nos gusta que estén llenos de pesticidas y de productos químicos. Que respetemos que esto ha sido una evolución en el planeta Tierra durante millones de años, y no vamos a venir ahora nosotros a cambiarle los genes. ¡Pero ‘quillo’, si eso está perfecto! Es una labor depurada por nosotros mismos, que inventamos la agricultura. Tenemos esa visión del mundo, y un poco la de la rebeldía y la originalidad. Y que la tradición no está reñida con el progreso, como nos quieren hacer ver constantemente. Tenemos que mirar hacia delante pero también hacia atrás. Hacia los dos lados, y mirar lo que teníamos, lo que es la Tierra y cómo conservarla. Hoy nada más que miramos el progreso, y a ver cómo llegamos a Marte... Pero ‘quillo’, mira un poco para atrás, para ver cómo conservamos la Tierra. Para eso tenemos que comprender un poco la historia de la Tierra e integrarla en nuestros mecanismos.

Se dice que, en ocasiones, lo más revolucionario es defender la tradición.       

KV: Bueno, es que lo que duele es la dialéctica, que es a lo que no estamos acostumbrados. Estamos acostumbrados al ‘carretismo’, a mirar para adelante y sólo hacia delante. Y mire usted, vamos hacia delante pero miramos también para atrás, ¿vale? ¡Eres un contradictorio! No, no lo soy, es que todo tiene sus aspectos positivos y sus aspectos negativos, su aspecto de futuro y su aspecto de pasado. No podemos renunciar a nada de eso.

En el diseño del disco impera el color verde. ¿Verde esperanza?

KV: Eso es porque cogimos un pimiento morrón, que allí en América es verde y aquí es rojo como el pimiento de Murcia. Allí es que tienen otros nombres, los pimientos, ¿sabes? Y era verde, verde. Si hubiéramos cogido uno colorado, el disco sería rojo (risas). La verdad es esa.

Sea como fuere, y además de ese acercamiento musical entre España y América, el disco transmite esperanza y también vuestro sentido del humor.

KV: Sí. Reír es una cosa importante, y con motivo, más. En cuanto a la esperanza, yo creo que el hecho de cantar es una cosa esperanzadora. Es una declaración de fe en nosotros mismos y en la humanidad. Nosotros no nos creemos que somos grandes artistas ni nada… Bueno, algunos lo son, como éste (Kiko señala a Martín. Risas). Pero nuestra actitud es humilde y de querer alegrarle la vida a la gente.

MB: Y por lo que dices del humor, yo creo que si vos haces algo con cariño y con disfrute, es mucho más probable que transmitas eso. Es lo mismo que en los conciertos en vivo. Si haces algo apasionadamente, transmites esa pasión. Ahora, presentando este disco, estamos solos en el escenario con distintos instrumentos y es un momento de mucho disfrute para nosotros. Eso es fundamental. Nuestro fin no es reproducir el disco con actitud milimétrica, sino darles terreno a esas canciones para que sigan creciendo y disfrutar en el proceso. Por eso creo que la gente también disfruta.

KV: Sí, yo me equivoco queriendo (risas).

(En ese momento suena un teléfono. Kiko responde y explica a su interlocutor: “Estamos haciendo la entrevista, nos queda poco pero es que nos ha puesto una pregunta que contiene raíz cuadrada, la raíz cuadrada de pi, y aquí estamos liados con las cuentas”. Vuelve).

KV: (Risas) Es que tú sabes que pi es un número infinito, así que imagínate la raíz cuadrada de pi... Un número que multiplicado por sí mismo dé pi.

Ya terminamos. Una pregunta que me traslada un amigo para ti, Kiko: ¿Qué significa “¡Ay! Lorquita, hoy he visto en la playa la espina de un pez rosado, ¡Ay! Si tú pudieras ver sus hilos dorados…”?

KV: Es que esa canción está llena de frases incomprensibles para la gente, pero es de las que más les gusta a la gente, con lo cual me lleva a lo que te decía antes, a la dialéctica. Hay cosas que no las entendemos, pero nos sugieren algo que es muy bonito. Realmente, la canción ‘La casa cuartel’ casi nadie la entiende, ni yo mismo (Risas). Dile a tu amigo que la canción salió de un libro que publicó la revista Poesía, hace veinte o treinta años, cuando el Ministerio de Cultura estaba en otras manos. La revista Poesía era fabulosa, tenía números especiales dedicados a personajes… Y este fue un número dedicado a la relación entre Lorca y Dalí, en el que me inspiré para hacer esta canción. Lo de ‘hoy he visto en la playa la espina de un pez rosado’ es mío, pero lo de la cuerda rota… Algo de eso hay en las cartas que se escribían, y lo saqué de esas cartas.

Para acabar, Kiko y Martín, os transmito el agradecimiento de mis hijas por la canción ‘Necesito todo tu amor’. La de la historia del cangrejo. Les ha entusiasmado, parecía que se la sabían la primera vez que la escucharon (Risas. Ambos asienten).

KV: Pues diles que estamos haciendo un videoclip de esa canción, que se vayan preparando... Les va a encantar. La que canta en la canción es la hija de Martín, que tiene siete años.

MB: Sí es mi hija.

Y lo último, ¿nos tocáis algo para despedir la entrevista? (Kiko y Martín improvisan, cuando ya la pantalla ha ido elevándose hasta mostrar sólo sus ojos y sus frentes. Pero eso no afecta al sonido de El Pimiento Indomable con un homenaje al Uruguay de Martín Buscaglia y del presidente Mujica).

 

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