Al concluir la pasada legislatura mantuve, y en este medio lo dejé por escrito, que los tránsfugas de Ciudadanos que impidieron que prosperara la moción de censura del PSOE y el partido naranja contra Fernando López Miras en marzo de 2021, a no mucho tardar, encontrarían acomodo en mullidos sillones de otros tantos despachos de la Administración regional.
Ahora se ha conocido que, a comienzos de este año, uno de ellos, Francisco Álvarez, fue contratado como asesor en la consejería de Economía y Hacienda. Algo que se ha sabido gracias a que Jaime Ferrán, periodista de La Opinión de Murcia, lo ha descubierto. El interesado, en declaraciones a otra compañera del oficio, Tania Costa, publicadas en el diario La Verdad, ha dicho que recibió una llamada del consejero para que se incorporara a su equipo debido a su experiencia en grandes empresas: “Me llamó el consejero Luis Alberto Marín para que aporte mi experiencia de cuarenta años en grandísimas empresas privadas de la Región y en política, en una macroconsejería con trece direcciones generales”, ha manifestado textualmente. Hay que tener un rostro de cemento armado o de mármol pétreo para exponer ese argumento como causa última de su fichaje, aunque no es de extrañar en alguien capaz de aceptar hacerse cargo de la consejería de Empleo, Investigación y ¡Universidades!, tras desdecirse de lo firmado y tumbar la moción de censura, con tan escaso bagaje formativo como atesora el personaje. Por suerte para el mundo universitario, Álvarez duró en el puesto apenas un suspiro, ya que tuvo que abandonarlo para erigirse en portavoz parlamentario del grupo tránsfuga, controlarlo, anular a los dos diputados de Cs que sí apoyaban la censura -Ana Martínez Vidal y Juan José Molina-, y tener acceso a la Junta de Portavoces de la Asamblea Regional, órgano determinante del devenir de la cámara legislativa. Un cargo que, por cierto, desempeñó con la probada lealtad y sumisión al PP que se le presuponía, pensando ante todo en el mañana que se le podría avecinar.
Intuyo que la incorporación de este nuevo Milton Friedman de la economía murciana al edificio de Teniente Flomesta no será la última respecto a quienes desde la formación naranja -pronto hará tres años- se bajaron en marcha del tren que pasaba por Centrofama una noche de pandemia. Hay favores que tarde o temprano hay que pagar y no se trataba de dejar a esta gente mucho tiempo a expensas de lo que le depare el Servicio de Empleo y Formación o las pensiones de jubilación.
Francisco Álvarez, que ya militó durante dos décadas en el PP hasta 2011, ha vuelto al redil porque a la intemperie suele hacer mucho frío. Ande yo caliente y ríase la gente, habrá vuelto a decir, como en aquella otra ocasión en que dejó a algunos de sus compañeros de Ciudadanos compuestos y sin novia. Aunque el tal Álvarez, no se nos olvide, sea tan solo un actor secundario en la especie de ópera bufa, a la que venimos asistiendo en esta Región, desde que la política se trocó en cosa de mocedades, selfis y DJ's.
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