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El teatro abandona el escenario y se adueña de la ciudadela de Pamplona con el festival “Rincones y Recovecos”

Presentación de la VII Edición del Festival Rincones y Recovecos

Andrés Toro

Pamplona —

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Los rincones y recovecos de la Ciudadela plasmarán la propuesta artística de Tdiferencia. La igualdad, la diversidad y la cultura son algunos de los pilares del festival. El 14 y 15 de junio recorrieron las localidades de Artazu, Cáseda, Legaria, Otsagabia y Tirapu, y este 21 y 22 llegarán a la capital navarra con un evento de entrada libre. Sin embargo, no es la primera vez que este evento se celebra en Pamplona.

“Rincones y Recovecos” nació hace siete años en Gijón, Asturias. “Hace ocho años, en Mercartes, la feria de artes escénicas más importante de Valladolid, conocimos a un equipo que organizaba el festival en la Laboral, en la Ciudad de la Cultura. Hubo una conexión inmediata y decidimos traer la idea a Pamplona”, explica Maite Redín, una de las fundadoras de Tdiferencia y directora del festival.

Aunque comparten raíces, las versiones de Gijón y Navarra han tomado caminos distintos. “Aquí introdujimos el bilingüismo entre castellano y euskera, además de un enfoque claro hacia la igualdad, la diversidad y la prevención de la violencia”, añade Redín.

El nombre del festival hace un adelanto a la propuesta artística del evento: llevar el teatro a espacios no convencionales, a rincones especiales de la ciudad, como la ciudadela de Pamplona. “Es un lugar donde no esperas encontrar un espectáculo escénico”. Además, incluye espectáculos inmersivos en los que el público participa activamente. “Puedes entrar en una caravana o una carpa y formar parte del espectáculo”.

Equipo de Tdiferencia trabajando

Una “lupa morada”

Tdiferencia es “una cooperativa de mujeres dedicadas a las artes escénicas” que nació con la idea de “ayudarnos unas a otras”. “Las actrices, por ejemplo, a partir de una edad, empiezan a desaparecer, ya no tienen personajes importantes, ya parece que no interesa la vida de las mujeres a partir de los 40 hasta los 60. Hemos tenido que pelearlo mucho en todos los gremios, en todos los trabajos, como actrices, como directoras, hemos vivido muchos momentos complejos”. “Ese es uno de los filtros que tenemos en el festival”, añade Redín.

En consecuencia, los ideales de ellas no pueden ser contradictorios con los espectáculos, por el contrario, deben verse reflejados en estos últimos.“Tenemos una lupa morada que no dejamos pasar, en ningún espectáculo hay algo que esté en contra de nuestros principios u objetivos. Siempre tiene que haber un respeto por la igualdad y diversidad”. “Me parece que no es imprescindible que una obra de arte tenga un mensaje social. Sí me parece que el arte es un medio de comunicación maravilloso. Y cuando tienes la herramienta y el altavoz, pues es una pena dejar escapar ese compromiso social”.

El festival, a su vez, busca ser un espacio para toda la familia, una “experiencia cultural multigeneracional”. Es un objetivo no solo por poder alcanzar un mayor número de espectadores, sino por el poder social que supone incluir a la familia como público esperado. “Nos parece que ese ambiente familiar conlleva que haya un diálogo posterior, a lo mejor el niño luego con su madre o abuela van caminando y les pregunta por qué ha pasado esto o aquello”. Las conversaciones que surjan son las bases con las cuales se puede generar un cambio en las personas.

Por lo cual, otro de los objetivos también es acercar el teatro a los niños y que estos puedan comprender y darle valor a esta expresión artística.“Es muy importante que esto también sirva para que los niños se acostumbren a estar en el teatro, a respetar el trabajo y entender que la cultura es abierta”. “Queremos que vean que existe la posibilidad de un mundo sin tanta violencia, sin tanto acoso, sin tanto bullying”. “Es verdad que los mensajes que lanzamos en nuestros espectáculos tienen que ver con igualdad y diversidad, pero sobre todo tratan sobre el freno a la violencia. Para frenar la violencia de manera natural primero hay que trabajar la empatía, el autoconocimiento, la sensibilidad y el respeto. Entonces eso es lo que queremos que ellos vean, un reflejo de todo eso”.

A pesar de que esa labor educativa no es como tal “una prioridad artística” de Tdiferencia, sí surge de manera natural. Esto se debe en gran parte en la visión de la juventud que tienen.“Hacemos mucho teatro pensando en nuestros hijos, sobrinos, en los adultos que queremos que sean el día de mañana. Ves el telediario y ves todos los problemas, y te dan ganas de poner tu granito de arena”. “Cuando la gente a veces no cree en los jóvenes, nosotras creemos que son una juventud maravillosa, con un gran futuro delante y con herramientas que no teníamos. Eso también buscamos transmitirlo en Tdiferencia”, explica Redín.

El papel del euskera

Otro pilar del festival es el euskera. Dado que parte del proyecto se financia con dinero público, sus organizadoras consideran imprescindible atender las necesidades lingüísticas de toda la población. Para ellas, vivir el bilingüismo es una suerte y buscan que esto se refleje en el contenido en el programa del evento. Ainhoa Ruiz es la encargada del euskera en el festival y considera que “el euskera está dentro de Tdiferencia”. En consecuencia, ha intentado facilitar el uso del este idioma y destacar el plurilingüismo de Navarra. “El problema es sacar el euskera de los entornos escolares en Navarra, al final este tipo de espacios normalizan el usar un idioma nuestro en el día a día”, además “este año hemos recibido un montón de propuestas de compañías de teatro en euskera. Por eso también somos una oportunidad para esas compañías”. “No queremos imponer nada, lo que queremos es conseguir que se pueda ir a un espacio público y que de manera natural se puede usar el idioma materno, un idioma más”.

Pamplona, al ser parte de la zona lingüística mixta de Navarra, no incluye al euskera como una lengua oficial, sin embargo, cuenta con ciertas prioridades para fomentarlo y preservarlo. Por lo cual, realizar el evento en la ciudadela de Pamplona (parte de la zona mixta) podría llevar a esperar un aforo menor, sin embargo, esto no preocupa a Tdiferencia. “Seguramente si hiciéramos los espectáculos en castellano vendría más gente, pero en este festival no buscamos el beneficio económico, no sacamos beneficio de las funciones, pues su entrada es gratuita. Lo que buscamos es transmitir nuestros valores en los espectáculos y en el modo de gestionar el evento”, argumenta Ruiz.

Disparos lejanos

Rincones y Recovecos no solo busca la inclusión y la igualdad dentro de sus actividades, sino que también ayuda a la visibilización de otros artistas y su obra. En esta edición del festival, el fotógrafo Javier Aristu, también presentará su obra con la exposición “Disparos lejanos”. “Javier es un compañero y artista de toda la vida. Él necesita un lugar de exposición, y el festival necesita llenarse de arte, entonces abrimos el espacio para que esté ahí con nosotros”, complementa Redín.

Javier Aristu es diseñador gráfico pamplonés. La fotografía siempre había sido una parte de su vida, pero desde la pandemia del COVID-19 empezó a dedicarle más tiempo. Organizó sus archivos, recolecto el material que tenía y con eso comenzó a desarrollar proyectos de fotografía.

La exposición Disparos lejanos surge de una serie de viajes que Javier hizo a Cuba, Siria, Jordania y Vietnam. “Proviene de la fotografía como una búsqueda de rincones. Son imágenes lejos de aquí, y además son lejanas en el tiempo, pues son fotos que hice en 2008 y en 2010. Entonces esto las hace más rincón y recoveco aún más”. Los motivos de los viajes variaban, a Siria y Jordania fue a hacer “workshops” con el Instituto Cervantes, y Vietnam y Cuba por ocio.

El proceso de la toma de fotos no fue calculado ni premeditado. “Esto que se llama street photography, ir a la calle e ir haciendo fotos”, “los grandes nombres, Robert Frank, Cartier-Bresson, fotógrafos míticos que hacían eso. Ellos se iban un año, varios meses, yo igual puedo irme tres semanas, no soy ellos”. Tampoco tiene un mensaje definido como tal. “Yo siempre digo que a mí me cuesta mucho explicar las fotos y el trabajo que hago, porque supongo que hago fotos para no tener que explicarlo. Si me gustara escribir, escribiría, si me gustara hablar, hablaría. Para mí la fotografía es mi forma de contar las cosas, es como una especie de diario visual”, confiesa Aristu.

A pesar de no tener un orden concreto, o de tener un mensaje evidente y explicito, su obra sí tiene un método. “Lo de ‘disparos’ se refiere a que son fotos que tienen que ser vistas individualmente. No quiero explicar una trama en concreto, no son un ‘fotolibro’. Son independientes, un poco a la manera clásica”. Al ser disparos lejanos, para poder apreciarlas correctamente se requiere ceder como mínimo tres o cinco minutos de atención a cada una, una misión imposible en la sociedad actual. “El arte en general es una propuesta a pararte, a reflexionar de alguna manera. Por eso está un poco en desuso, porque estamos acostumbrados, incluso yo, a ir a exposiciones, y si nada te llama la atención, si no hay un chiste o algo que te llame, no te detienes”, concluye Aristu.

Toda la programación completa se puede consultar aquí:

Programación del Festival Rincones y Recovecos 2025
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