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“Nuestro objetivo es romper esa barrera mental que existe con la música clásica”

Jaime Martín, director artístico del Festival Internacional de Santander.

Laro García

Cuando Jaime Martín (Santander, 1965) aceptó el reto y asumió la dirección artística del Festival Internacional de Santander hace un lustro, este veterano evento cultural vivía sus horas más bajas, asediado por las deudas y una deriva que lo había alejado cada vez más del público. Su prioridad desde el primer día, formando tándem con Valentina Granados, fue dar un vuelco a la situación, ajustar las cuentas y apostar por la apertura para garantizar el futuro del FIS. Cinco años después, este director de orquesta y flautista, que como intérprete ha sido solista de la Royal Philarmonic de Londres y, en su labor pedagógica, ha sido profesor del Royal College se muestra satisfecho de lo conseguido y asegura que mira con optimismo el camino que queda por recorrer. “Nuestro objetivo es romper esa barrera mental que existe con la música clásica”, explica, al tiempo que se aleja de los tópicos e insiste en que “la música clásica es para todos, pero no todos la conocen”.

Cumple cinco años al frente del Festival Internacional de Santander. ¿Son suficientes para dejar su impronta personal o el trabajo es mucho más coral?

Cinco años es mucho… y es poco para según qué cosas. En las últimas ediciones sí que tengo la sensación de estar haciendo el festival que queremos hacer. Siempre hay cosas por mejorar y cosas que me gustaría hacer de manera distinta. Y también me gustaría hacer más cosas aún, pero eso es una cuestión de presupuesto. Estoy satisfecho con la trayectoria y con la respuesta del público, que es el indicativo que manda en este caso.

¿De qué se siente más orgullo de lo conseguido en este periodo?

Lo que más orgulloso me hace sentir es la situación económica del festival en estos momentos. Uno de los objetivos que teníamos era sanear las cuentas y esto lo hemos conseguido en gran parte. Me refiero a la deuda que había en el festival, que ahora es mucho menor y esto nos da un desahogo considerable. El déficit que había en el año 2011 era de 1,9 millones de euros y ahora es de 390.000 euros, es decir, que es una reducción aproximada del 80%. Esto era imprescindible para que hubiera un futuro para el festival. De cara a los próximos años, sin duda soy mucho más optimista. Los números están más claros y creo que iremos ampliando el desahogo.

¿Cómo ha condicionado el presente y el futuro del FIS esa deuda que ha debido asumir durante los últimos años?

Lo que hemos intentado es que, a pesar de disponer de menos recursos, no se redujera la calidad de los espectáculos, aunque nos haya obligado a programar menos. Los primeros años, la cantidad económica que debíamos dedicar a reducir la deuda era más grande que ahora, por eso estamos más desahogados. Cuando miro el festival de este año, que vamos a ternar a orquestas como Royal Philharmonic, Cincinnati Symphony, el Réquiem de Verdi con el Orfeón Donostiarra y la orquesta de Luxemburgo, Balthasar Neumann Ensemble, Yuja Wang… Viendo este festival desde fuera, no da la sensación de que estemos intentando ahorrar en nada. La sensación general es que ahora las cosas van como quisiéramos que vayan…

¿Qué objetivo tiene pendiente o le obsesiona más conseguir en el corto plazo?

Hay muchas cosas que me gustaría hacer. De vez en cuando siempre sale el tema de la ópera, que hay parte del público que echa de menos. Lo llevo diciendo tiempo, que a mí me encanta la ópera y soy un gran aficionado, y que cuando la situación económica sea más propicia podremos intentar volver a traer. De todas formas, tampoco esto es una cosa que me preocupe mucho… Creo que tenemos suficientes actividades de un nivel muy alto y podemos sobrevivir sin ópera. También me gustaría ampliar el contacto social del festival, y con esto me refiero a que viendo el éxito que han tenido los talleres que hemos hecho en los últimos dos años, talleres para acercar la música a un público que no está acostumbrado a escucharla, creo que deberíamos insistir en esa línea. Estos talleres que hemos hecho en Santander y San Vicente de la Barquera han tenido mucho éxito de público. Hay gente que ha venido sin ninguna experiencia previa con la música clásica, y hemos tenido a una persona como Fernando Palacios, que ha estado explicando algunos de los conciertos, obras o compositores que vamos a tener en agosto, y esto ha hecho que todas las personas que han acudido a estos talleres han comprado entradas para conciertos. Tanto que, por ejemplo, el Ayuntamiento de San Vicente va a poner autobuses para que sus vecinos puedan venir al festival. Este tipo de actividades tenemos que ampliarlas. Viendo el éxito, mi intención sería que esto se hiciera en más localidades para intentar atraer a más público. Es una manera de enseñar a la gente lo que hacemos antes de que ocurra. La música clásica es para todos, pero no todo el mundo la conoce. Nuestra función y nuestro objetivo es darla a conocer. No estoy diciendo que la música clásica sea lo más importante del mundo, es una cosa más que la gente puede aprovechar, y es una actividad importante dentro de la parte cultural de Santander. Durante esta semana se inaugura el Centro Botín y está empezando a funcionar la UIMP. El festival es el tercer eje cultural del verano en Santander y la colaboración entre el FIS, el Centro Botín y la UIMP puede ser muy importante para el futuro de la ciudad.

¿Cómo se puede incidir en esa búsqueda de nuevos públicos de la que habla?

Este año vamos a repetir lo que en la pasada edición fue un experimento, pero que tuvo éxito, como fue el preconcierto de inauguración del festival. En realidad, comenzamos el día 5 de agosto con el concierto de la orquesta Filarmónica de la BBC, pero unos días antes, el 2 de agosto, vamos a hacer un concierto gratuito en el Palacio de Festivales, que será retransmitido a través de una pantalla gigante en el parque de Gamazo. El año pasado, en este mismo concierto, estuve entre el interior de la Sala Argenta y viendo la reacción de la gente fuera. Me llenó de alegría ver la cantidad de gente que asistió a este concierto y que nunca había ido a conciertos. El ambiente dentro del Palacio de Festivales era como el de un concierto de pop, con gente gritando y aplaudiendo después de cada obra. La gente de fuera, aplaudiendo a pesar de no estar dentro de la sala, y los comentarios que recibí de muchas de las personas con las que hablé después del concierto venían a darme las gracias por lo que consideraban un regalo. Esto creo que es importante para atraer nuevos públicos. Siempre sin olvidarnos del público tradicional que lleva años asistiendo a conciertos. Evidentemente, a este público hay que cuidarlo. Este tipo de actividades alrededor del festival son las que tienen que seguir creciendo.

¿Alguna iniciativa que se pueda contar?

Este año vamos a hacer una serie de proyecciones sobre música, que también son gratuitas, y que en los dos últimos años tuvieron mucho éxito. Es importante generar atracción también fuera de la sala de conciertos, igual que seguir descentralizando el festival, aunque esto no es una cosa nueva. Los 'Marcos históricos' son algo que se hace desde mucho tiempo atrás, pero que notas que el público quiere, porque la asistencia el año pasado fue del 98%. Estaban todos los conciertos prácticamente llenos y esto a mí me llena de alegría. Este verano va a haber 25 conciertos en lugares escogidos por su particular belleza o interés, que hacen que la gente quiera viajar y conocer la región, lo que nos convierte no solo en un festival de Santander, sino de Cantabria.

El FIS reunió a más de 25.000 espectadores el año pasado. ¿El reto es mejorar esa cifra en la presente edición?

Por supuesto [ríe]. En los últimos años ha sido difícil, no solo para nosotros, sino para todas las artes. El festival, igual que cada bolsillo y economía privada, ha notado la crisis. Ver que la tendencia está cambiando y que cada año tenemos más público, que el público está volviendo de nuevo a acercarse al festival, es muy positivo. Las razones de esto son muchas. Parece que hay más optimismo general, pero por otra parte, hemos practicado una política de rebajar los precios de las entradas que también ha ayudado. Seguiremos trabajando y seguiremos buscando modelos para que acuda el mayor número posible de espectadores al festival.

Este año se han lanzado los 'Abonos Bienvenida' y, viendo la respuesta del público, parece que la iniciativa ha sido un acierto. ¿La política de precios es imprescindible para que el FIS sea un evento multitudinario, dadas las circunstancias económicas actuales?

La taquilla es importante para nosotros, una parte importante de nuestro presupuesto y de cada actuación que hacemos. Sin embargo, yo creo que rebajando los precios y animando a la gente a venir, les quitamos el miedo. Los 'Abonos Bienvenida' han sido un éxito y se han vendido todos en tiempo récord. Si esto continúa así, tendremos que pensar en alternativas de este tipo para que la gente que en otras ocasiones no se acerca, haga ese esfuerzo. También se piensa muchas veces que la música clásica es más cara que otras cosas y no es verdad. Si miras los precios de los conciertos del festival, este año puedes venir a conciertos gratuitos o a otros que, por 5 euros, se puede asistir. En los grandes conciertos hay entradas desde 15 o 20 euros. No estamos hablando de precios tremendos comparados con otras actividades similares. En eso estamos luchando. Cuando hablamos con las personas que están en la taquilla nos dicen que ven muchas caras nuevas y esto es muy positivo [ríe].

¿Se puede romper el tópico de que la música clásica es elitista?

Yo creo que la música clásica no es elitista en cuanto a precio, aunque sí es verdad que no es para todo el mundo tampoco. No es algo que cualquiera elegirá ir a ver, es una cuestión de gustos. La oferta cultural en Santander y en Cantabria es lo suficientemente amplia durante el verano para que cada persona escoja lo que prefiere para cada día. No hay duda de que este tipo de actividad tiene su público. Es cierto que la edad media es más elevada, pero es algo que no debemos siquiera explicar. Mi hijo tiene 19 años y, si puede escoger, prefiere ir con sus amigos a un concierto de rock, por ejemplo. Seguramente que cuando tenga otra edad preferirá otro tipo de actividades… Hay que dar cosas para todos los públicos, pero a veces hay gente que tiene miedo de acercarse a lo que ofrecemos y nuestro objetivo es romper esa barrera mental que existe con la música clásica. Hasta el que no conoce nada de música clásica, cuando está ante una orquesta con un centenar de músicos queda impresionado.

¿Qué recomendaría no perderse dentro de los espectáculos programados para este verano?

[Ríe]. Para alguien que no haya escuchado nunca un concierto de música clásica, yo creo que si viene a escuchar el Réquiem de Verdi va a repetir. Es una obra espectacular, con orquesta, coro, solista… Es una ópera en concierto, y esto es algo que si nunca has escuchado un concierto de música clásica no va a dejar de impresionarte. Para los amantes de la música clásica, que están acostumbrados a escuchar conciertos, les recomendaría el concierto de Thomas Hengelbrock con el Balthasar Neumann Ensemble, que es algo absolutamente exquisito, de un nivel espectacular. Y los dos ballets que vamos a tener también son muy recomendables para alguien que busque algo más visual… ¡Hay tantísimas actividades que es difícil para mí decantarme por alguna de ellas!

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