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La lucha LGTBI continúa: “Todavía tenemos que hablar de palizas, de insultos, de bullying en la escuela”

ONG y sindicatos exigen aprobar de forma urgente la ley de Igualdad LGTBI

Alba Díaz de Sarralde

Hace 28 años que la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Fue el 17 de mayo de 1990, día en que, actualmente, se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Sin embargo, a día de hoy, la transexualidad sigue considerándose una patología y las diferentes realidades de género y orientaciones sexuales siguen estando invisibilizadas y discriminadas.

Así, lejos de considerarse una victoria, el día se constituye como la reivindicación de una pelea aún por ganar. “El día 17 de mayo es para recordar que dentro del colectivo todavía tenemos que hablar de palizas, de insultos, de bullying en la escuela” afirma Amets, del colectivo contra el heterosexismo Lumagorri, en Vitoria.

El heterosexismo es la discriminación por sexo y orientación sexual. “Este año ha sido especialmente duro en cuanto a agresiones” lamenta Amets. El colectivo es impulsor de la Red Trasbollomarika de la capital alavesa, que ha recogido quince agresiones entre abril del pasado año y este. “Es algo insólito, aunque seguro que hay más. 15 puede incluso quedarse lejos de la realidad”, añade. Como respuesta, la Red ha convocado una concentración en la Virgen Blanca el mismo día 17 de mayo a las 19:30.

La lucha del colectivo abarca aún más campo. Dentro del mismo, hay realidades más invisibilizadas que otras y las siglas LGTBI “se quedan cortas”, según explica Amets: “No es lo mismo hablar de la visibilidad gay que de las personas trans o de otras vivencias. Las diferencias son muchas”. El 26 de abril se celebraba el Día de la Visibilidad Lésbica y es porque ellas “están ocultas”. Amets pone de ejemplo los referentes sociales, apelando a que hay figuras gays, pero apenas lesbianas a causa de un sistema heteropatriarcal en que “si la mujer es invisible, la mujer lesbiana lo es todavía más”.

Hombre, blanco, hetero y de clase alta. Todo lo que difiera se irá alejando de ese centro y, por tanto, invisibilizándose y marginándose: “Si hay una mujer lesbiana y encima es negra, se invisibiliza aún más. Y si encima es pobre, pues aún más. La visibilidad se marca en unos roles muy claros”.

La transexualidad sigue siendo un 'trastorno'

Más allá de las orientaciones sexuales se encuentran las identidades de género. No ha sido hasta este 2018 que la Organización Mundial de la Salud ha sacado la 'transexualidad' de su Clasificación Internacional de Enfermedades en su última actualización, pero ha sido para cambiarla de nombre y de epígrafe: pasa de formar parte del capítulo dedicado a “trastornos de la personalidad y el comportamiento” -en el subcapítulo “trastornos de la identidad de género”- a engrosar la lista de “condiciones relativas a la salud sexual” y a llamarse “incongruencia de género”.

“En los últimos años se ha hecho un enorme trabajo por la despatologización de la transexualidad, porque estamos viendo que las personas trans tienen infinidad de problemas a la hora de hacer sus transiciones”, afirma Amets. La última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el DSM V, también incluye la transexualidad como un trastorno llamado 'disforia de género'. Esto implica que, en países como España, una persona necesite un diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a tratamientos hormonales, cirugías de reasignación o modificación del sexo en los documentos oficiales. “Es un escándalo que ser una persona transexual sea un trastorno”, afirma Amets.

Este tema lo abordó el pasado 8 de mayo el Palacio de Villa Suso de Vitoria, mediante una conferencia de la activista feminista y psicóloga clínica de formación psicoanalítica Cristina Garaizabal. Con el lema 'Identidades de género, diversidad sexual; retos para las teorías feministas', la especialista en problemáticas relacionadas con la diversidad sexual y el género habló de realidades como ese movimiento por la despatologización de la transexualidad: “Critica el binarismo y mantiene que no existen dos géneros, sino un 'continuun'” afirmó sobre el movimiento.

Euskadi se suma a la lucha

Las entidades y asociaciones que participan en Berdindu, Servicio de Información y Asistencia al colectivo LGTBI en Euskadi, celebran “los avances habidos a nivel legislativo y en cuanto al ideario social”, destacando, entre otras cosas, la aprobación en Euskadi de la Ley 14/2012, de 28 de junio, de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. Sin embargo, afirman que “la LGTBIfobia sigue siendo una realidad”.

La asociación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales Gehitu se ha sumado a las acciones por este día. Un teatro para escolares en Lasarte el 11 de mayo, proyección de cortos y coloquios en Eibar el día 16 o un stand informativo y concentración en la plaza Unzaga de la misma ciudad serán algunas de ellas. Además, el día 17 se hará entrega del Gehitu de Plata a la Facultad de Derecho de San Sebastián en el auditorio del Aquarium, seguida de una ponencia bajo el nombre 'Personas Refugiadas LGTBI+ en Europa. ¿Un entorno seguro es posible?'.

En Vitoria-Gasteiz, el 17 de mayo se rechazarán las agresiones recogidas por la Red Transbollomarika. Agresiones que, según Amets, probablemente no sean todas: “Las agresiones no tienen por qué ser físicas. Sigue habiendo agresiones verbales. La cifra choca con las contabilizadas por las instituciones, quince frente a dos, que son las que se han registrado mediante denuncia” explica Amets.

Lumagorri solicitó al Departamento de Igualdad del Ayuntamiento el pasado febrero la puesta en marcha de un plan para el Observatorio LGTBI que recoge el diagnóstico sobre el colectivo. El 18 de mayo se entregarán ejemplares de “Desirak plazara. Diagnóstico sobre las realidades de la población LGTBI en Vitoria-Gasteiz” en el centro cívico Aldabe, donde se celebrará una mesa redonda para conmemorar el día. El diagnóstico recoge, entre otras cosas, que la ciudad de Vitoria tiene una visión binarista y heteronormativa o que las siglas LGTBI no recogen toda la diversidad del colectivo, según Amets.

Por ello el 17 de mayo no es una celebración, sino un día para visibilizar que aún quedan diferencias y luchas. “Todavía la transexualidad está recogida en manuales, todavía tenemos que hablar de discriminación laboral, de agresiones. Celebrar hay muy poquito que celebrar”, añade Amets. “Hay que sacar los colores a quien vaya a hacer declaraciones institucionales o a adherirse a alguna reivindicación y nos invisibilice el resto del año. Porque lo que no está, no existe”.

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