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“Desde un punto de vista puramente económico, los inmigrantes son un recurso y no un problema”

Arkaitz Fullaondo.

Eduardo Azumendi

Los inmigrantes empadronados en Euskadi aportan globalmente más al Estado de bienestar más de lo que le cuestan. En concreto, 38,2 millones más en 2012. Es una de las conclusiones del estudio sobre el impacto económico y social de los inmigrantes en Euskadi elaborado por el Observatorio Vasco de la Inmigración-Ikuspegi. El coordinador de este trabajo, Arkaitz Fullaondo, se ha apoyado en las estadísticas oficiales de sanidad, educación, vivienda (adjudicaciones de pisos en propiedad y alquiler), subsidios sociales, tributos (impuestos especiales, IVA e IRPF) y Seguridad Social para obtener los datos. “Desde un punto de vista puramente economicista, los inmigrantes aportan más de los que reciben a cambio; son un recurso y no un problema”.

Su estudio demuestra que los inmigrantes contribuyen con los impuestos más de lo que reciben en prestaciones sociales, con lo que desmonta el discurso xenófobo de que son una competencia indeseable para los trabajadores locales.

El estudio rebate esa falsa creencia que está en la calle de que los inmigrantes vienen a aprovecharse del sistema de bienestar. No nos hemos fijado solo en los gastos de la Renta de Garantía de Ingresos, sino que hemos analizado los diferentes sistemas de bienestar como son la vivienda, sanidad, educación y los ingresos que llegan a las arcas públicas debido al consumo que hacen los extranjeros y las cotizaciones sociales. Desde un punto de vista puramente economicista los inmigrantes son un recurso porque aportan más de lo que gastan en prestaciones, y no un problema.

Frente a este estudio, otras metodologías establecen que el costo de integración de un inmigrante puede llevar hasta 25 años.

Esa concepción es absurda. El que piensa así no entiende cómo funcionan los flujos migratorios. La llegada de extranjeros es algo que no se puede controlar. Y ocurre por las desigualdades que existen. La integración se tiene que producir por el bien de la sociedad. Si queremos mantener la cohesión social hay que invertir en la integración de los inmigrantes.

Sus datos replican el discurso del anterior alcalde de Vitoria, Javier Maroto, quien acusó a determinadas nacionalidades de inmigrantes de aprovecharse del sistema social.

Se ponen datos serios encima de la mesa, pero ese debate con la polémica de la Renta de Garantía de Ingresos no era una cuestión de datos. Era una estrategia política concreta y lo rebatimos con argumentos y cifras. Pero ante los responsables políticos que no quieren entender da igual que se pongan datos rigurosos encima de la mesa. Todo obedece a una estrategia política y no a un análisis racional.

La inmigración que recala en Euskadi no es cualificada. Con la crisis eso exige un esfuerzo muy importante de reconversión laboral.

Es uno de los principales retos. Los inmigrantes han llegado porque hay unos nichos laborales en el servicio doméstico, la construcción y el sector servicios. El 25% de los extranjeros trabaja en servicios, especialmente en el doméstico cuando el dato general es el 4%. Eso está relacionado con el perfil mayoritario de inmigrantes que hay en Euskadi que se corresponde con el de una mujer y procedente de Latinoamerica. Luego está el caso de Araba, con más inmigrantes magrebíes que en su momento vinieron al calor de la construcción de vivienda protegida. Tenemos inmigrantes que recalaron en Euskadi cuando el mercado laboral los reclamaba, pero ahora el reto es cualificarles porque el mercado demanda otras cosas. La población tiene que conseguir sus recursos a través del empleo y no a través de las ayudas sociales. Ahí es donde hay que invertir, pero no es sencillo y tiene que basarse en políticas a medio plazo. Siempre que no haya oferta de trabajo, la Renta de Garantía de Ingresos resulta fundamental para mantener la cohesión social.

Se trata de inmigrantes que han venido para quedarse aunque vengan mal dadas.

En la sociedad vasca hay una percepción de la inmigración como un fenómeno funcional. Es decir, mientras vaya bien la economía que vengan, pero ahora que va mal y no hay trabajo que no se acerquen. Es el argumento que hay en la calle, pero las migraciones se hacen por un proyecto de vida. Muchos han dejado todo en sus países de origen para venir hasta aquí. En algunos casos hay un grado de retorno porque las condiciones materiales de vida de sus países de origen han mejorado. Es el caso de los latinoamericanos, que en muchos casos han accedido también a la nacionalidad española. Pero una persona de Sierra Leona o del Magreb, ¿a dónde va a volver?

Además de los beneficios puramente económicos, la inmigración ha contribuido a rejuvenecer a la sociedad vasca.

Según datos de empadronamiento del año 2014, el 50% de la población autóctona tiene más de 50 años. Es un problema importante porque la natalidad es muy baja. La inmigración ha bajado la tasa de envejecimiento y de dependencia. Sin inmigrantes, Euskadi hubiera perdido población. El efecto, por lo tanto, ha sido importante y positivo.

La percepción de la sociedad vasca respecto a la inmigración ha mejorado en el último año, ¿por qué?

Esa mejora estaba dentro de nuestras hipótesis porque se ha producido una ligera recuperación económica. El índice de tolerancia hacia los inmigrantes corre paralela al crecimiento del PIB y va muy ligada a la situación económica.

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