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Los beneficios de rehabilitar a un maltratador

Violencia

Maialen Ferreira

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Hacer terapia con ellos para salvarlas a ellas. Ese es el objetivo del Programa Gakoa (dependiente del Gobierno vasco), incluido en el Instituto de Reintegración Social de Euskadi, donde trabajan Jorge Freuhdenthal y Teresa Peña. Su trabajo consiste en escuchar a aquellos maltratadores que tienen penas menores a dos años, hacer terapias individuales y colectivas con ellos y reinsertarlos, en la medida de lo posible, en la sociedad.  

“Nuestro objetivo interviniendo con los hombres es que no se dé más la violencia contra las mujeres. Los hombres que vienen aquí no lo hacen de manera voluntaria. Vienen porque han pasado por un proceso, ha habido una denuncia, ha habido una condena y en esa condena cabe la posibilidad de una medida alternativa que supone, además de la orden de alejamiento y de no cometer delitos en el periodo, realizar un proceso terapéutico. Con esto no se libran de la cárcel porque si no se cumple alguna de las condiciones se van a prisión”, explica Peña, terapeuta del programa. 

Para que algo no se vuelva a repetir hay que trabajar en su origen, ese es uno de sus lemas. Ambos coinciden en que las situaciones de violencia de género se dan por una idea fundamental del machismo e ideología violenta y que los agresores en muchas ocasiones no saben que lo son. El problema surge cuando el maltrato no se ve, porque es psicológico. 

“Nosotros vemos que igual ha habido una lesión leve, y ya tiene una condena, pero luego vamos analizando rasgando un poquito y vemos que ha habido un maltrato psicológico moderado, alto o en algunos, casos muy alto. Las denuncias al final relatan un microsegundo en la vida del agresor y de la víctima, detrás de ese instante hay mucho más. ”, señala Freudenthal, quien es el coordinador de Gakoa. 

Freudenthal está convencido de que el programa logra una mejora en aquellos que pasan por él. La cuestión es el grado de dificultad que supone cada uno de los agresores. 

“Igual viene alguien aquí por unas amenazas, pero luego te das cuenta de que es un señor de 70 que lleva los últimos 40 años maltratando psicológicamente a su pareja. Me parece que tiene peor pronóstico ese que igual una violencia física más puntual pero más grave. Es más fácil trabajar con personas más jóvenes que con personas de edad avanzada que llevan 40 años con su pareja y que ninguno de los dos es consciente de haber estado ejerciendo o sufriendo maltrato”, indica Freudenthal. 

Cuando la terapia no funciona

Cuando la terapia no funciona, el agresor la abandona y no se le descuenta a la pena -que es la cárcel- el tiempo que ha estado en el programa. Son esos los casos que más frustran a los terapeutas porque pierden la oportunidad de mejorar como personas, tanto para sus relaciones con los demás, como para con ellos mismos. El perfil del agresor que acude a Gakoa es una persona “normal”, con trabajo, amigos y aficiones. Acude gente de cualquier estatus social, nivel económico, ideología política y edad. 

“Algunos no están muy de acuerdo con la manera en la que se les ha ajusticiado, entonces entienden que hay una desproporción muy grande entre el hecho que han ejercido y el castigo que les han impuesto. Eso les crea un cortocircuito, les crea enfado, rechazo ante la justicia y eso trabajarlo también es complicado”, señala Freudenthal.

“Esos pensamientos se alimentan con una ideología que en este país se viene dando como es la de Vox. Es peligroso porque eso les da alas. Están dando alas a agresores y están dando justificaciones, la mayoría falsas. Yo creo que desde que Donald Trump llegó al poder, la gente se ha quitado unas caretas y lo que es políticamente incorrecto decirlo ahora la gente se ve con la desfachatez de decirlo. Hay cosas que creo que no se pueden tolerar y el tema de género y de racismo, están muy por esa línea”, incide el terapeuta. 

Desde Gakoa se describen a sí mismos como feministas, “pero no de una manera política, sino que creemos que así debemos ser, que ese es el camino”. Opinan que la manera de acabar con el desconocimiento que se tiene hacia los temas de género es obteniendo más dinero para la formación e integración. 

“Es un tema que afecta a todas las áreas: política ¿cuántas mujeres lideran los partidos políticos en España? Económica ¿cuántas de ellas están en el Ibex35? Y así con todos los ministerios. Vivimos en una sociedad patriarcal y ese es el origen de este tipo de violencia, si nos diésemos cuenta de ello, invertiríamos más en este tipo de programas. Con formación conseguiríamos prevenir, formar a todos los agentes jurídicos y sociales oficiales en temas de género y violencia de género. Desde el policía que coge a uno de los nuestros y le dice ”venga, que no pasa nada, que ya sabes cómo está el tema de las mujeres“ hasta los que están en el Congreso”, explica.

“No hay maldad completa, siempre hay una parte sana. He tenido casos muy malos, pero todos en algún momento tienes algo que rescatar. Algunos menos, es verdad, pero otras veces más”, detalla Peña tras salir de una de sus terapias individuales.

“Cuando me preguntan ¿y esto funciona? Con toda mi honestidad digo, si no me dedicaría a otra cosa”, añade Freudenthal. 

En un estudio realizado por el Instituto Vasco de Criminología UPV/EHU el año pasado, se detalló que la tasa de reincidencia de los agresores de pareja o expareja que han pasado por el programa Gakoa se sitúa en un 8% frente al 20% de reincidencia de quienes no lo hacen. Según los datos obtenidos en la investigación pasaron por esta terapia un total de 1.555 hombres, de los cuales 1.065 la finalizaron. Gakoa, nació en 2005 y desde 2014 forma parte del Servicio Vasco de Gestión de Penas del Gobierno Vasco.

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