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Marea verde y coronavirus

Aula de Primaria del Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) ‘Joaquín Costa’ de Madrid.

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Lo que están dejando en evidencia las protestas de la comunidad educativa hoy es algo que viene demandando la Marea Verde desde sus inicios: garantizar la calidad de los servicios públicos cada vez más precarizados debe ser una prioridad. La pandemia solo ha radicalizado este principio. Lo único que puede prevenir la enfermedad y salvar vidas en la escuela en el contexto de crisis sanitaria es una educación pública vigorosa y no recortada. Una escuela con más recursos, mejor infraestructura, con clases más pequeñas, más maestros y maestros no desbordados, espacios al aire libre y contacto con la naturaleza, una escuela diversa e inclusiva, que ponga en el centro las vulnerabilidades de los niños, es una escuela preparada contra el coronavirus, una escuela a la que ir sin miedo. Pero también es una escuela vacunada contra el odio y la desigualdad. Eso nos lo reveló el colapso de la sanidad pública. Y estamos a punto de vivirlo también en Educación si no hacemos algo. 

La solución ha estado en las manos de las administraciones desde siempre pero ellas han preferido mirar a otro lado. Allí ha estado la Marea Verde señalándolo, alumnos y maestros pidiendo juntos menos cargas para los profesores para mejorar la calidad de la enseñanza. En cada gobierno se ha ido por el camino contrario, se han reducido plazas de profesores y se les ha recortado el sueldo, se han despedido interinos y ampliado los ratios para ahorrarse millones. Sí, ahorrando en educación. Ratios que ahora son la puerta al contagio. Pero volverán con el discurso de que la educación privada es de mayor calidad y genera más empleo. Ya saldrán a negar derechos para conceder privilegios. 

La derecha es tan ruin que interpreta el comprensible descontento de maestros, familias y alumnado y su reclamo por medidas, como una campaña para desgastar a la ya desgastada Díaz Ayuso, lo llaman maniobra política y acusan a los maestros de vagos. ¿Y qué hace Ayuso? Pide algo que ella no ha tenido nunca, responsabilidad. Ella, que a tres semanas del inicio de las clases dice que presentarán “próximamente” su estrategia cuando sabemos que no ha hecho nada y que ya no hay tiempo para nada. La misma persona que estaba ansiosa por que Madrid cambiara de fase y abrieran las discotecas y que ahora ha tenido que cerrarlas. ¿Qué hará luego la que decidió privatizar rastreadores? ¿Privatizar colegios? No extraña que alguien del partido de los recortes en educación haya decidido como único plan para la nueva normalidad escolar poner gel hidroalcohólico. 

Veámoslo así: ¿A quiénes no les conviene que la escuela pública salga fortalecida de esta crisis, a quiénes les conviene que esté indefensa? A ellos, a gente como Ayuso, que siempre han querido vapulear la enseñanza pública, recortarla, privatizarla, quitarle poder e incidencia. Hacen bien los maestros en anunciar huelga ante este nuevo atropello. Una vuelta al cole chapucera solo ocasionará una vuelta a casa abrupta, más tiempo perdido para el alumnado y mucho más trabajo para sus familias y profesores. Las madres y padres de familia no podemos más, estamos hartos de que nuestres hijes, niños y adolescentes, queden fuera siempre de todos los análisis, queremos una escuela presencial porque es la que garantiza la socialización, que es parte esencial de su educación, pero que asegure la salud de todes. Los maestros nos acaban de recordar que lo que conocimos como escuela antes de la pandemia tendría que haber empezado a transformarse hace mucho tiempo. Esperemos que no sea demasiado tarde.

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