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Parecidos razonables entre Ucrania y aquella guerra mundial que empezó en España

Una pancarta que compara a Putin con Hitler en una protesta en República Checa el 1 de marzo de 2022

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La geopolítica y cualquiera de sus escenarios, en este caso la guerra en Ucrania, tienen tantas aristas, tantos matices, tantos grises que considero respetables y dignas de análisis casi todas las opiniones. Aparte de las mentiras y de los desvaríos de la ultraderecha, el único punto de vista que no respeto es el de quien afirma estar en posesión de la verdad absoluta o el del que dice enarbolar, él solito, la bandera de la democracia, de la libertad o de la verdadera izquierda. He pasado años trabajando como periodista en conflictos bélicos y también he investigado una pequeña parte de la historia de II República, de la infinita represión franquista y de la II Guerra Mundial. En base a esa experiencia voy a aportar algunos datos, opiniones y preguntas para el debate que se ha abierto, en estos tristes días, sobre las comparaciones históricas entre lo que está sucediendo en Ucrania y lo que pasó en nuestro país y en el resto de Europa en los años 30 del pasado siglo. Quizás esté equivocado en todo o en parte, pero esta es mi visión de lo que ocurrió y de lo que está ocurriendo.

90 años son muchos años. Es obvio que el contexto social, político, ideológico, económico y militar es muy diferente. No voy a perder ni una línea en desarrollar las diferencias entre la Europa de 1930 y la actual ni entre el gobierno del Frente Popular y el de Ucrania ni entre Hitler y Putin ni entre nazis y comunistas ni entre el arsenal militar de una y otra época. Reconociendo que se trata de escenarios muy diferentes, creo que existen unos parecidos razonables.

1.- El origen: La humillación de Rusia/Alemania. La mayoría de los expertos creen que Occidente tiene buena parte de la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Ucrania por no haber sabido integrar a Rusia o no haber querido respetarla tras el desmoronamiento de la Unión Soviética. Desde la caída del muro de Berlín, Estados Unidos y sus aliados han ido arrebatando a Moscú su área de influencia. Aprovechando su debilidad han incumplido los acuerdos en los que se garantizaba su “área de seguridad” y han actuado de tal manera que buena parte del pueblo ruso se ha sentido humillado. Ese sentimiento lo aprovechó Putin para relanzar el nacionalismo ruso e inculcar orgullo a sus conciudadanos. Ello, unido a la represión de la oposición y al control absoluto de los medios de comunicación, le ha permitido hasta ahora contar con un apoyo muy mayoritario de la población.

Pocas dudas hay de que si Hitler llegó al poder y contó con el respaldo de la mayoría de los alemanes fue por la humillación a la que se sometió a ese país tras la I Guerra Mundial. El proceso de depresión psicológica y económica, pérdida de poder, surgimiento del gran líder y escalada militar es bastante similar, salvando las distancias ya citadas, al vivido más recientemente por Rusia. El Tratado de Versalles que acabó con la primera gran contienda fue, paradójicamente, el origen de la segunda. La forma en que Occidente gestionó el hundimiento de la URSS explica parte de lo que está ocurriendo en Ucrania.

¿Justifica la humillación de Versalles lo que hizo Hitler? ¿Justifica la humillación de Rusia lo que está haciendo Putin?

2.- El riesgo de una guerra mundial. Uno de los motivos que se esgrimen estos días para no apoyar y/o no enviar armas a Ucrania es que eso supondría una escalada en el conflicto que podría degenerar en una guerra mundial. Uno de los motivos por el que, entre 1936 y 1939, las democracias occidentales no apoyaron militarmente ni enviaron tropas a la democracia española fue para no molestar a Hitler. No les importó que Alemania e Italia enviaran armas, tropas, aviones, buques… Creían que podrían apaciguar al Führer y así evitar la gran guerra. Volvieron a pensar lo mismo cuando optaron por permanecer pasivos ante la anexión de Austria o la ocupación de los Sudetes. 

3.- Armar al pueblo. Quienes se oponen a enviar armas a Ucrania utilizan otro argumento: no servirá para nada y pondrá en riesgo a los civiles que tengan que luchar contra un ejército profesional como es el ruso. En este punto habría que recordar que la sociedad ucraniana está fuertemente militarizada y, en muchos casos, entrenada en el manejo de armas de fuego. Personalmente, añado que a mí me resultaría difícil plantarme delante de un ucraniano o una ucraniana que quiere defenderse del invasor y decirle que no le doy un arma porque no quiero que le hagan daño. En cualquier caso, armar al pueblo fue un debate que también tuvo lugar, de forma muy apresurada y dramática, en los primeros momentos del golpe de Estado contra la República. El gobierno se negó inicialmente a distribuir armas entre los civiles lo que contribuyó a que algunas ciudades cayeran inmediatamente en manos de los golpistas. La decisión se corrigió poco después, pero algunos alcaldes y cargos locales republicanos siguieron sin dar el paso. Ellos fueron los primeros en ser fusilados cuando las tropas rebeldes se apoderaron, sin apenas resistencia, de esas localidades. En otros lugares como Madrid la participación de los civiles armados resultó determinante para evitar el triunfo de los sublevados. Ese éxito no evitó la derrota final, supuso tres años de guerra y que algunas de esas armas cayeran en manos de incontrolados que protagonizaron los peores capítulos de la represión en la zona republicana. Al gobierno le costó meses acabar con esos excesos. ¿Mereció la pena? Según líderes republicanos como el presidente Negrín, “resistir es vencer”.

4.- No es una verdadera democracia. Otro de los debates que planea sobre el conflicto de Ucrania es si estamos ante una democracia plena, una marioneta de occidente e incluso un régimen neonazi. Es conocida la existencia de grupos paramilitares neonazis como el Batallón Azov y los intereses que Occidente tiene en mantener al país apartado de la órbita rusa. Sin embargo, en Ucrania se celebran elecciones libres; las últimas en 2019 en las que votó el 62% de los ciudadanos.

En 1936 otro importante motivo por el que las democracias occidentales decidieron no ayudar a la II República española es porque creían que se trataba de un régimen repleto de comunistas dispuestos a hacer la revolución y a exportarla después al resto de Europa. La realidad era que en febrero de 1936 se habían celebrado unas elecciones libres y limpias que había ganado la izquierda. Unas elecciones en las que el PCE había obtenido el 3’5% de los votos. La falta de apoyo de las democracias occidentales hizo que el único apoyo militar le llegara a la República desde la Unión Soviética de Stalin. El resultado fue un incremento exponencial del prestigio, del poder político y del número de militantes y simpatizantes del PCE.

Si lo que nos preocupa es que el nazismo crezca en Ucrania ¿Qué es más eficaz? ¿Apoyar a un gobierno europeísta o dejarles solos en estos momentos?

5.- Otros apuntes al margen de la Historia.

- Hablando de nazis. Igual que no se puede obviar que hay un importante movimiento neonazi en Ucrania, debemos tener presente que Putin no es, precisamente, un antifascista. Ultranacionalista, homófobo y racista ya ha recibido el apoyo de grupos nazis serbios y la repulsa tajante de la izquierda rusa, incluido el Partido Comunista. Putin, además, no ha tenido reparos en financiar y ayudar a la ultraderecha estadounidense y europea. Moscú ha movilizado asesores, guerra cibernética y mucho dinero para apoyar a Le Pen, Trump, Orban o Salvini con el objetivo final de desestabilizar a la OTAN y a la Unión Europea.

- La amenaza nuclear ¿lo cambia todo? Es evidente que el riesgo de una guerra nuclear nos obliga a andar con pies de plomo. Sin embargo, ¿permitimos que Putin haga lo que quiera por miedo a que apriete el botón? ¿Se le puede plantar cara solo con sanciones económicas? ¿Es mejor disuadirle con una demostración de unidad y de fuerza? ¿Se le puede apaciguar? Los que queremos la paz, ¿estamos seguros de que dos no pelean si uno no quiere?

- La hipocresía de Occidente. Lo he dejado para el final no porque sea menos importante, sino porque ya se han escrito decenas de artículos sobre el tema. Claro que Estados Unidos y la Unión Europea se comportan de forma hipócrita en política internacional en general y en Ucrania en particular. Washington propició golpes de Estado contra gobiernos democráticos como el de Salvador Allende, apoyó y apoya a dictadores por todo el planeta, financió a Osama Bin Laden para que luchara contra los soviéticos en Afganistán, armó a Sadam Hussein en su guerra contra Irán y después le derrocó inventándose que tenía armas de destrucción masiva. Occidente apoya a Israel en su política de opresión y de verdadero apartheid sobre el pueblo palestino y mira para otro lado mientras Arabia Saudí masacra a la población de Yemen. Estados Unidos y la Europa democrática no solo dejaron tirada a la democracia española en 1936, sino que después, en 1945, permitieron que durante 30 años Franco siguiera en el poder, asesinando, encarcelando y reprimiendo. El enemigo del “mundo libre” ya era Stalin, los españolitos y españolitas no les importábamos una mierda y por eso decidieron mantener en España a un dictador sanguinario porque era anticomunista. El bloque soviético practicó un juego parecido. Stalin se repartió Europa con Hitler sin importarle que los campos de concentración nazis ya estuvieran repletos de camaradas socialistas y comunistas alemanes, austriacos o españoles. Promovió guerras y desestabilizó regímenes que no le eran afines.

Hipocresía infinita que ha dejado una lista de injusticias infinita. Y ahí dejo la pregunta final: Como no han impedido las anteriores injusticias, ¿permitimos que se perpetre un nuevo atropello en Ucrania?

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