¿Qué tal? Si eres profe estarás de enhorabuena, a punto de coger unas merecidísimas vacaciones. A disfrutarlas y recargar pilas. Si eres padre o madre estarás no pensando qué vas a hacer con tu hijo o hija porque ya lo tendrás resuelto, pero seguramente pase por tu cabeza que estaría bien que el Estado ofreciera algo (no a costa de los profes, no es su trabajo) que ayudara a conciliar la vida hasta las vacaciones.
Pero no era esto de lo que quería hablar hoy. Venía a hablar de esto que he titulado como auge y caída de la tecnología en la escuela. “Del optimismo a la revisión del uso de pantallas”, ha puesto mi compañero Pau Rodríguez en un artículo donde analiza un fenómeno que, un poco contra natura en Educación, ha sido sorprendentemente rápido. Sabéis que a veces digo que la Educación es un transatlántico que gira muy despacio; cada cambio tarda años en surtir efecto. Con las pantallas ha sido todo más que veloz. Con la misma celeridad que la escuela abrazó las supuestas ventajas de la tecnología se está echando para atrás.
No hace tanto, en unas jornadas de puertas abiertas de una escuela era habitual que el centro mostrara con orgullo a las futuras familias sus tabletas y paneles digitales, también en aulas de Infantil. Algunas lo celebraban, la mayoría lo veían acorde a los tiempos. Pocas se preocupaban. Hoy son mayoría.
El giro ha venido, también, a base de observar los efectos que las pantallas están teniendo en los jóvenes. Quizá no tanto a nivel educativo como social, pero ahí están las consecuencias, son bastante visibles. Y la reacción ha sido prohibir. Sin miramientos, prohibir. El primer damnificado fue el móvil. El curso 2023-2024 fueron diversas las comunidades autónomas en España que avanzaron en su prohibición en todo el recinto escolar, una tendencia creciente en la mayoría de países europeos desde hace unos años. El otro repliegue generalizado ha sido el de las pizarras digitales y las tabletas en la etapa de Infantil, siguiendo orientaciones como la de la Asociación Española de Pediatría, que recomienda a las familias evitarlas hasta los 6 años.
Más allá de que resulte casi cómico ver a los centros renegar de las tablets y pantallas cuando apenas les ha dado tiempo de sacarlos de las cajas –sería cómico si no hubiéramos gastado decenas o centenares de miles de euros en comprarlos–, la realidad es que los informes en general tienden a confirmar que utilizar la tecnología con cierta moderación puede ser educativamente aprovechable, pero la batalla está perdida. No hay términos medios en el debate, aunque algunos y algunas se resisten a darse por derrotados.
El reportaje de Pau recorre todo este periplo y aborda el tema desde las perspectiva de unos y otros. Échale un ojo si te interesa el tema, que es más complejo y detallado de lo que yo puedo resumir aquí.
Sobre este blog
La educación lo es todo y, en estos tiempos de desigualdad, la mejor herramienta para la justicia social. Te contamos cada martes desde las políticas nacionales del Gobierno hasta las pequeñas historias del último rincón del país, con especial atención a la pública como garante de la igualdad de oportunidades.
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