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Los incendios forestales alimentados por el cambio climático como los de Grecia activan las alertas europeas

Un helicóptero intenta extinguir un fuego en Verori, cerca de la ciudad de Loutraki (Grecia).

Raúl Rejón

Los efectos que los científicos atribuyen al cambio climático en Europa no se han ido porque el verano español esté siendo suave en el termómetro: si el año pasado las olas de calor, la sequía y la proliferación de incendios devastadores se cebaron en la península ibérica, este curso golpean al norte y este del continente. De las cinco alertas activas en el Sistema Europeo de Gestión de Emergencias Copernicus EMS, tres son por fuegos forestales “salvajes” en Grecia, Suecia y Letonia. Incendios alimentados por una ola de calor prolongada, según explica la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

“Lo que estamos experimentando evidencia que las predicciones sobre un cambio climático global son reales”, cuenta la directora internacional de Greenpeace, Bunny McMaid. Se refiere a la expansión de los fenómenos meteorológicos extremos. Los fuegos que han arrasado estos últimos días la región griega de Ática, junto a la ciudad de Atenas, han matado, al menos, a 79 personas. Estos incendios mortales se han producido en condiciones de “fuerte viento y temperaturas de hasta 38 ºC”, ha reseñado la OMM. Unas condiciones parecidas a las que confluyeron en Portugal y España en 2017 en la oleada de incendios que dejaron también más de 70 muertos entre ambos países.

En el norte de Europa, Suecia cuenta más de 50 incendios forestales que se han desplazado a gran velocidad, alimentados por el calor y la sequía. Muchas zonas han debido evacuar a la población, según informan los Servicios de Emergencia del país escandinavo. No menos de 11 de estos fuegos han penetrado en el círculo polar ártico. Hasta este mes de julio, Suecia contabiliza el triple de incendios que en 2017 y vive la sequía más severa del siglo con temperaturas de más de 30 grados en latitudes polares.

La tercera alerta europea se declaró el 18 de julio pasado por los incendios que arden sin parar desde el día 17 en Letonia, en la zona del mar Báltico. El Gobierno ha tenido que convocar un gabinete de crisis y solicitar ayuda internacional para intentar controlar las llamas que devoran la zona de Vadgale.

2018, “uno de los años más calurosos”

“El tiempo extremo, incluidos récords de temperatura, olas de calor, sequía y precipitaciones torrenciales marcan lo que va de verano en el hemisferio norte”, ha explicado la OMM que añade que “esto ha derivado en impactos” como “incendios salvajes y devastadores”. Todo esto ha llegado después de un mayo “excepcionalmente cálido y seco”. 2018 está “conformándose como uno de los años más calurosos del registro”, dice el análisis estacional de la organización.

La vicesecretaria general de la OMM, Elenea Manaenkova, ha insistido que este panorama “se corresponde con lo que esperamos como resultado del cambio climático causado por las emisiones de gases de efecto invernadero. No es un escenario futuro. Está ocurriendo ahora”. Y las previsiones no aflojan como ha calculado el Servicio Alemán de Meteorología. Este organismo ha publicado una advertencia climatológica sobre la sequía y temperaturas por encima del promedio entre el 19 de julio y el 9 de agosto para el centro continental: entre 3 y 10 grados según zonas.

El calor y la sequedad se han concentrado en el norte y el este de Europa. La temperatura media del aire en el continente ha estado por encima del promedio, según ha constatado el Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea. Gran Bretaña ha informado de que vive la primera mitad de verano más seca de la historia. Irlanda ha registrado olas de calor (cinco días consecutivos con mediciones por encima de 25 grados) en 15 estaciones meteorológicas y sequías en toda su red de medición. Mientras, en España se registraba un junio “normal” en cuanto a temperaturas, pero “muy húmedo” en cuanto a precipitaciones, según el análisis de la Agencia Española de Meteorolgía. Tanto el pasado junio como este julio se han registrado lluvias torrenciales con desbordes de ríos e inundaciones de calles. Entre los efectos esperados de la alteración del clima los estudios del Gobierno español han incluido “el aumento de las lluvias torrenciales. Más frecuentes y violentas”.

Este martes, la lluvia provocó riadas en Tarragona, con imágenes de piraguas por las calles inundadas. A principios de julio, León estuvo en nivel máximo de alerta por las tormentas. También las fuertes tormentas han repetido esos episodios en Biarritz o Tafalla en el País Vasco. En junio, la Comunidad Valenciana experimentó los peores episodios de tormentas en 16 años, registrando hasta 183 litros en 24 horas.

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