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“¿Condenarían a una mujer que ha matado a su marido por violarle y agredirle a diario?”

Concentración de homenaje a la joven Nagore Laffage, víctima de un asesinato machista.

Eduardo Azumendi

El derecho penal “no es una solución, sino una reacción. La reacción más fuerte, ya que puede llegar a la privación de libertad. Se deben buscar otros mecanismos para erradicar o disminuir” la violencia machista. Lorenzo Morillas Cueva, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Granada y director del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología, defiende la necesidad de profundizar en mecanismos sociales, de justicia igualitaria y educativos, para poder sensibilizar a los jóvenes del respeto a los demás, y en especial de las parejas. “El legislador tiene que fomentar este tipo de políticas en vez de expandir y abusar del derecho penal”.

Morillas, quien ha desarrollado una ponencia en los cursos de verano de la Universidad del País Vasco sobre los daños psíquicos derivados de los delitos, ha relatado un caso real en el que una mujer que era diariamente agredida y violada por su marido mató a este disparándole con su escopeta de caza mientras dormía la siesta. “¿Condenarían ustedes a esta mujer?”, ha preguntado a los asistentes, lo que suscitado una gran controversia. El catedrático ha opinado que se debería castigarla por homicidio aplicando la atenuante de arrebato u obcecación. “Si no se castigara el mensaje que se enviaría a la sociedad sería que se puede matar en esas circunstancias. Así, la única solución sería el indulto”.

El catedrático ha abundado durante su exposición en las consecuencias del daño psíquico que producen los delitos “Tradicionalmente, se ha tenido más en cuenta el daño físico porque es más visible, pero el daño psíquico tiene gran relevancia, ya que puede llegar a condicionar el estilo de vida de la víctima y permanece más en el tiempo”. Este daño, entre otros síntomas, produce tensión e indefensión a las víctimas.

Para el experto hay dos tipos de daños psíquicos. Por un lado existen las lesiones psíquicas, que son las más directas y agudas, producidas por delitos. Estas lesiones pueden remitir con el paso del tiempo, el apoyo social o un tratamiento psicológico adecuado. “Son más impactantes y más prontas, pero pueden llegar a superarse”. Por otra parte, existen las secuelas emocionales que persisten en las personas de forma crónica e interfieren de manera negativa un su vida cotidiana. “Son menos intensas, pero más permanentes en el tiempo”.

También ha ofrecido las tasas de prevalencia de secuelas o lesiones psíquicas en determinados delitos. En los delitos de terrorismo, el 66,7% de las víctimas estudiadas presentaba estos daños. Entre las víctimas de agresión sexual el 69,9% y el 46,29% en los casos de violencia de género y maltrato doméstico. “Aunque se observa que la prevalencia baja con el paso del tiempo, dos tercios siguen padeciendo daños psíquicos después de que hayan pasado meses o incluso años del suceso”.

Sentimientos negativos en las víctimas

Los daños que derivan de episodios traumáticos pueden ser diversos, tales como humillación, vergüenza, ansiedad, depresión, baja autoestima, aumento de la vulnerabilidad y tendencia a revivir el suceso, entre otros muchos síntomas.

Morillas ha profundizado en la violencia de género, que también provoca estos sentimientos negativos en las víctimas. Sin embargo, presenta dos particularidades. La primera de ellas, es la repetición de los hechos. Por ello, a los efectos acumulados de cada agresión hay que sumarle la ansiedad mantenida durante el periodo en que no se producen, hasta el próximo ataque. El segundo factor que agrava el daño de la víctima es la relación personal entre víctima y victimario. “Incluso puede haber amor y cariño por parte de la victima hacía el agresor”. En esta situación, “la mujer sufre una tortura dentro de la estructura de relaciones familiares dentro del hogar. Más aún si tenemos en cuenta que el hogar es el lugar de mayor protección de las personas que la habitan”.

Hay diversas formas de ejercer violencia psíquica a la pareja como el aislamiento, control, culpabilización, exigencia de obediencia y sumisión, coacción verbal, insulto, celos excesivos, ridiculización, etc. En definitiva, todos aquellos actos que afectan a la dignidad de la mujer.

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