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El granero de votos socialistas es ya una ficción del pasado

Inicio de la campaña del PSE, con los candidatos y la líder socialista Idoia Mendia.

Aitor Guenaga

Los votos no tienen dueño. Y esto, que es más evidente en elecciones como las generales, donde históricamente en el País Vasco se ha producido un trasvase de sufragios entre los diferentes partidos en función de las posibilidades de cambio en La Moncloa, se ha acrecentado el 20D con la irrupción electoral de Podemos. La formación de Pablo Iglesias ha hecho “saltar por los aires el tablero político” vasco, pero no todas las fuerzas han menguado de la misma manera por el Tsunami morado, que ha ganado en votos al PNV de Andoni Ortuzar.

El 'tiburón' Podemos ha dado un mordisco electoral a EH Bildu evidente, coalición que ha perdido 101.679 papeletas frente a los comicios de 2011. Pero no ha sido la única formación que ha visto mermado su apoyo electoral frente a los resultados de hace cuatro años. El otro mordisco se lo ha llevado el partido que lidera Idoia Mendia: los socialistas vascos se han dejado en el camino un diputado (pese a conservar el de Álava), más de 8 puntos en porcentaje y un total de 93.547 votos, 52.210 de ellos solo en Bizkaia. Todos los feudos históricos del PSE-EE se han evaporado. No es nuevo. La formación de Mendia ya había retrocedido sustancialmente en las pasadas elecciones municipales en todas las plazas donde antaño tenía su granero de votos asegurado. Entonces lo hizo en favor del PNV. Ahora, el gran beneficiado ha sido el partido morado, que le ha ganado en sufragios en todos los municipios donde el PSE ha llevado la batuta desde décadas. La Margen Izquierda del Nervión y la zona minera, cuna del socialismo vasco, en estos comicios ha cambiado de bando: Portugalete, Barakaldo, Santurtzi, Sestao... En todo el territorio de Bizkaia, los socialistas han pasado del 21,39% a un exiguo 12,97%. 

El nuevo equipo que encabeza Idoia Mendia sabe que la situación del partido en Bizkaia es “calamitosa”. Y está persuadido de que esta debacle no ha sido flor de un día. El otrora poderoso socialismo vizcaíno lleva en la UVI desde hace “muchos años”, reconocen en esta formación. De hecho, ahora ha sido Podemos, pero en la pasadas elecciones municipales fue el PNV quien confirmó su ascenso en todas las plazas socialistas, llegando a desplazar al PSE de Barakaldo, el municipio más poblado regido hasta entonces por el PSE-EE. Pero es que antes los del puño y la rosa ya habían sido relevados en Sestao, Santurtzi, Trápaga...

Los dos municipios en donde los socialistas habían ganado en unas generales desde la victoria de Felipe González, en octubre de 1982, Barakaldo e Irún, ya son pasado. En 2011, Barakaldo era socialista con 17.707 papeletas (32,91%). Desde el domingo pasado es morada: 18.207 sufragios (32,11%) para Podemos-Ahal Dugu. El análisis se reproduce en todos y cada uno de los municipios de tradición socialista: la marca PSE-EE se hunde y se alza con la victoria Podemos. Y algunos pueblos se han sumado a la lista, encendiendo todas la luces rojas incluso en Gipuzkoa, territorio donde la estructura interna del partido tiene más músculo. Es el caso de Irún, municipio guipuzcoano donde el socialista José Antonio Santano retuvo la alcaldía pese a ver como Podemos llamaba con insistencia a la puerta del consistorio. El pasado domingo, 10.451 sufragios (32,09%) dieron la victoria a Podemos, mientras la marca socialista se quedaba en 6.530 papeletas (20,08%), perdiendo más de 3.100 votos frente a la cosecha de 2011.

¿Qué le ha pasado al PSE desde que abandonó a finales de 2012 Ajuria Enea, la residencia del lehendakari?

En realidad, el socialismo vasco está tumbado en el diván desde hace años, antes incluso de abandonar el Gobierno vasco. Las urgencias gubernamentales retrasaron la necesaria revitalización del partido. Comité Nacional tras Comité Nacional, la Ejecutiva habla de lo vieja que se había quedado la organización, pero a la postre nadie activó ningún plan para hacer de las casas del pueblo un lugar de encuentro que ahora parece un sueño. Pero algunos no lo han querido ver. Un parlamentario socialista en la Cámara discutía tras el batacazo electoral de las elecciones municipales y forales de mayo pasado si Podemos era o no era tercera fuerza en Euskadi. El resultado en las urnas era inapelable: en las forales el PNV obtuvo 359.995, EH Bildu 242.144, Podemos 148.346, PSE-EE 147.210 y PP 100.717.

Aunque en el discurso oficial de la noche electoral el partido se abonó al hecho, también incontestable, de que el PSE había mejorado en votos frente a las elecciones de mayo -al lograr 161.466 (13,25%)-, esa realidad no da por finiquitada la situación de debilidad estrutural que arrastra el PSE-EE. Una foto de debilidad que puede afectar a su futuro incluso institucional. Los socialistas han logrado importantes cotas de poder tras los comicios municipales y forales gracias al acuerdo con el PNV. Pero con estos resultados en la mano, los números no dan para un eventual pacto con los peneuvistas tras los comicios autonómicos, en principio previstos para otoño de 2016. Ahí al lado.

El resultado del 20D, evidentemente, no es extrapolable a la Cámara vasca miméticamente. Pero marca una tendencia que también preocupa en Lehendakaritza y en Sabin Etxea, sede del PNV. Podemos disputa la hegemonía al PNV y a día de hoy hace inviable una mayoría suficiente entre peneuvistas y socialistas. Su traslación al Parlamento autonómico, donde la mayoría la dan 38 parlamentarios, supondría un reparto como el que sigue: Podemos (21 escaños), PNV (18 parlamentarios), EH Bildu (12 diputados), PSE-EE (10 escaños), PP (10 escaños), Ciudadanos (tres diputados) y Ezker Anitza-IU (1 diputado). Es decir, un acuerdo entre peneuvistas y socialistas se quedaría a diez de la mayoría absoluta.

Todos los partidos están convencidos -incluido Podemos- de que esa foto fija no se parecerá mucho a la que surja de las urnas en las autonómicas del próximo año. Los politólogos también lo ven así. Pero ese “caladero principal en el voto joven, urbanita, rebelde que hasta ahora era casi exclusivo de EH Bildu, y del que se ha nutrido Podemos”, del que hablaba Alfredo Retortillo, del equipo del Euskobarómetro que dirige desde la UPV Paco Llera, no va a cambiar mucho en los meses que restan hasta los comicios. Será interesante conocer los resultados de la nueva oleada del Euskobarómetro, que hace ahora justo un año ya ofreció la estampa hecha realidad en estas elecciones generales: un Podemos soplando la nuca del PNV. La nueva oleada, prevista para este mes, se ha retrasado precisamente por la cita electoral del 20D, pero estará cocinada para después de un invierno que, como el granero de votos socialista en Euskadi, es también todo un espejismo. 

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