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La cooperación al desarrollo malvive tras la embestida de los recortes

Reciente protesta ante el Parlamento vasco de la Coordinadora de ONGD de Euskadi por los recortes en cooperación.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

La primera gran damnificada por los recortes aplicados desde los gobiernos de las diferentes instituciones vascas durante el 2013 es la cooperación al desarrollo. Estas partidas, ya mermadas por las reducciones que han sufrido año tras año desde que comenzó la crisis, han dejado a las ONGD de Euskadi en una situación de franca debilidad.

Las políticas públicas de cooperación en Euskadi han sido un referente en todo el Estado en los últimos 25 años, no sólo por el volumen de fondos destinado desde las instituciones, sino especialmente por la calidad de las políticas implementadas, por su planteamiento a largo plazo y por su compromiso con el enfoque de derechos, la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Pero la realidad económica ha cambiado y en tiempos de contención económica las apreturas se ha cebado con este sector en especial. Los presupuestos proyectados para 2014 no han enmendado las rebajas sino lo contrario. Según la reciente denuncia de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de Euskadi se retoman niveles de compromiso económico registrados en el 2006. El proyecto para 2014 recoge 35,1 millones de euros para solidaridad internacional, lo que supone el 0,34% del presupuesto total y 20 millones menos que en 2012. Se trata de un porcentaje que queda muy lejos del 0,7% que ya se debía destinar a solidaridad en 2012 según la Ley Vasca de Cooperación (aprobada en 2007).

Las prácticas restrictivas hacia el desarrollo internacional en algunas instituciones como el Ayuntamiento de Vitoria han ido más allá que en el resto. Según denuncias de los partidos de la oposición el Partido Popular que gobierna la institución desvió 600.000 euros destinados a la ejecución de proyectos al desarrollo para pagar las Ayudas de Emergencia Social. “Se introduce así un debate perverso, el de tenemos que elegir entre los pobres vitorianos y los pobres del tercer mundo. Este silogismo conservador, de derechas, insolidario es tramposo y malintencionado además de radicalmente falso”, recriminaba el concejal socialista en el consistorio vitoriano Juan Carlos Alonso.

Escasa contestación popular ante recortes al desarrollo

Para sobrevivir a la embestida de la drástica reducción de las aportaciones públicas las organizaciones afectadas han planteado ERES, se han visto obligadas a despedir a parte del personal y han abandonado proyectos humanitarios iniciados en los países en los que trabajan. Los más débiles se quedan desamparados y la contestación popular en las calles ante esta injusticia no ha sido, ni de lejos, comparable a la generada por los recortes en Sanidad, Educación o Políticas Sociales. La ciudadanía no permanece impasible ante lo que muchos consideran otra injusticia social pero sí es más permisiva cuando las consecuencias de los recortes las padecen otras poblaciones a miles de kilómetros. Permanecer a cierta distancia del sufrimiento aplaca los ánimos contestatarios. Las propias ONGD se han declarado responsables en cierta manera de esta transigencia por no haber sido capaces de forjar un tejido social férreo a favor del apoyo al desarrollo internacional compatible con la defensa y protección de los amplios sectores de la población vasca que atraviesan difíciles momentos.

Pero la carencia de ese aliento popular no ha frenado sus acciones reivindicativas y sus denuncias. Han recurrido al gancho y la complicidad de personalidades de referencia en diversos ámbitos de la sociedad vasca, como el actor Gorka Otxoa, para extender su llamada de auxilio y mostrar a la ciudadanía la importancia de su labor. Mediante una campaña audiovisual inaugurada por el cómico vasco y en la que también ha participado la periodista y presentadora del tiempo Ana Urrutia, reivindicaron su espacio y la necesidad de su continuidad.

Las organizaciones que trabajan en el área de la salud han sido especialmente castigadas. Sus portavoces alertaban de que los recortes en la ayuda oficial al Desarrollo se ceban especialmente en un sector prioritario como es el de la salud, que ha sufrido una caída del 60%. Las ONGD especializadas Médicos del Mundo, Prosalus y medicusmundi consideran ese año como “el año del fin del sistema universal en el Estado”.

Cuando vislumbraban el desalentador panorama a principios de año ya advirtieron de los peligros que conlleva descuidar las políticas de cooperación internacional, que además “llevan vendiendo desde hace más de veinte años la marca Euskadi por todo el mundo”, según confiesa Mila Domínguez, portavoz de la coordinadora de ONGDs de Euskadi en una entrevista concedida a eldiarionorte.es. Desde entonces no han callado ante los nuevos recortes en ciernes pero sin lograr un cambio.

Ante el crudo panorama las ONG están más abiertas que nunca a recibir aportaciones privadas. Los ciudadanos han salido al rescate de la cooperación con el tercer mundo ante el desplome de la ayuda pública. Alboan es uno de esos ejemplos. La organización desarrolla ya un 55% de su actividad gracias a las donaciones ciudadanas y advierte de que la crisis económica debe aprovecharse para reforzar la solidaridad y no para reducir prestaciones.

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