No dirás falso testimonio ni mentirás

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Se ve que nuestra presidenta le ha hecho un corte de mangas al octavo mandamiento del jefe de su amigo Francisco. Y eso que la pasada Semana Santa estuvo ella tan devota como la que más: no debió gustarle mucho el Cristo de Mena...

El caso es que el Gobierno que la señora Díaz preside anunciaba en julio, con más fuerza que vergüenza, su rechazo a la LOMCE del iluminado señor Wert (que este defendió, como su dios manda, con una cita bíblica, lo cual decía mucho de cual sería la ideología subyacente en la ley de mejora de la educación), y prometía que Andalucía limitaría la asignatura de religión al horario mínimo permitido por la LOMCE, 45 minutos. 45 minutos. Exactamente, tres cuartos de hora más de lo que la racionalidad dicta. Pero llegado septiembre, los colegios andaluces comenzaron curso con, exactamente, el doble de lo prometido. El Gobierno de Susana Díaz ha intercambiado la palabra mínimo por máximo y eso es lo que se va a impartir de religión en la aulas de nuestra comunidad: el máximo de horas de religión permitido por la LOMCE. Para la alternativa a esta asignatura solo serán 45 minutos y los otros tres cuartos de hora restantes los tiene que ocupar el centro con otras materias similares, pero que no interfieran con los contenidos de Educación para la Ciudadanía. Menuda chapuza, señora Díaz. Qué vergüenza, señor Alonso. Les ha sido imposible preparar el decreto andaluz para el desarrollo de la LOMCE, pero, eso sí, la religión por delante.

A lo mejor es que en la Junta confunden mínimos con máximos, por aquello de que ambos tienen derivada nula. O a lo mejor es que el corte de mangas no se lo hacen al octavo mandamiento de los suyos sino a nosotros, a la ciudadanía. Otra mentira más. Por si no tenemos suficientes con las que nos llegan desde Madrid.

Dejando a un lado la mentira de la Junta, me parece, desde todo punto de vista, inadmisible que se curse religión como asignatura. Imagínense lo que pienso del hecho que se compute. El que quiera educar a sus hijos según alguna creencia que los lleve a la Iglesia por las tardes, como otros los llevan a clase de sevillanas o esgrima. Me parece increíble que con los problemas que tiene la Educación en España, con los resultados de PISA, por ejemplo, se aborde una reforma educativa y no se refuercen los curriculos para mejorarlos, eliminando para ello esta lacra arcaica e irracional de la religión (y sus optativas).

Y no es que diga que la horita y media de religión se tenga que destinar a matemáticas o a lengua (que no estaría mal), sino a cualquier otra cosa que tenga que ver con la formación de nuestros estudiantes como personas cultivadas y con pensamiento crítico. ¿No tenemos problemas de obesidad infantil en la comunidad? Pues que esta hora y media se dedique, por ejemplo, a la educación física. O a la música. A hacer ganchillo, si quieren. Pero, desde luego, no a adoctrinar según los criterios de una determinada secta, ni a perder el tiempo con asignaturas diseñadas a la carrera con el único fin de entretener a los ateos.

No hay escapatoria, parece. Y me deprimo y me hundo. No existe en nuestro país, en pleno siglo XXI, la opción de votar en las urnas a un partido político de izquierdas razonable, laico, científico y con un proyecto de futuro viable.