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La biografía del ilustrado Johnson barre a 'Sálvame' en diversión

Libro.

María Iglesias / María Iglesias

Arrancamos para crear un mosaico de sugerencias y hacer proselitismo de la secta de letraheridos. Y recurrimos al novelista Alberto Llamas como cicerone en Málaga. Autor de la ficción policiaca El asunto Melkano (Unomasuno Ed.) tras barajar las librerías Luces, Proteo y Rayuela, me cita en Áncora (Plaza de Uncibay, 9) a final de la mañana. “Antes debo escribir” -explica- “Trabajo como periodista en Canal Sur TV viernes tarde, sábado y domingo. Los lunes descanso y hago gestiones. Y escribo martes, miércoles, jueves y viernes por la mañana”. 

Áncora abrió en 1973, creada por Concha y Enrique, padres del actual librero Enrique del Río Oliva. Él me cuenta que cuando hace 10 años anunció que seguiría sus pasos, le advirtieron: “No soplan vientos favorables”. Pero, en su opinión, “libreros y editores amamos tanto el mar que no tememos que la nave de los libros naufrague”. 

“¿Grandes libros por descubrir?” -piensa en voz alta- “Hay tantos interesantes ahora, que no da uno abasto ni como librero, ni como lector”. 

Destaca El árbol, de John Fowles (Impedimenta), Mi carso de Slataper y El libro de Jade, de Judith Gautier (Ardicia) y Proyecto K.,  biografía de Kafka “a partir de fotos auténticas y recreadas del madrileño Paco Gómez, que hace una auto-edición a la altura de las grandes editoriales. A mí en las auto-ediciones de Punto rojo o Círculo rojo me falta el editor”.

“No me interesan -sigue- los grandes sellos porque publican algunas obras de dudosa calidad. Sino ésos que ofrecen auténticas joyas: Periférica, Errata Naturae, Impedimenta, Capitán Swing, Nórdica, Cabaret Voltaire, las malagueñas Pálido fuego y Litoral y la casi unipersonal GasMask”. 

Áncora, especializada en Humanidades (Arte, Historia, Literatura y Filosofía) impulsa el proyecto “Pequeños e independientes” por el que, sucesivamente, dedica atención especial y escaparate a una de estas editoriales.  

Carlos Font, abogado, de 56 años, llega buscando “Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, en la edición de Acantilado”. Es una prestigiosa biografía, del ilustrado considerado el mejor crítico inglés de la historia, en una edición que en 2008 ganó el Premio Nacional de Traducción. “Yo a la literatura no le pido más que entretenimiento” -asegura, con su volumen de 1992 páginas- “¿Qué le voy a hacer si lo que me parece aburrido es Sálvame?”

Cruza el umbral Antonio Redondo, comercial de Akal, “uno de los pocos con los que aún trabajo -explica el librero- porque yo selecciono a partir de revistas literarias, boletines on-line y sugerencias de lectores”. Esta vez elige del catálogo El patrimonio industrial en España y Mujeres, política y sociedad. “A mí hay algún sello del grupo que no me gusta mucho”. A lo que el comercial responde: “Hay que tener línea más comercial, para mantener lo especializado o arriesgado”.

“De sobra sé que lo malo es siempre culpa nuestra” -añade Antonio Redondo con una sonrisa que no es fingida, de vendedor, sino auténtica. “Para los autores su libro es su niño bonito, ¡una obra magna! y, si sólo interesa a tres eruditos y no se vende, la culpa la tengo yo por no colocarlos en lugar destacado”. 

Enrique del Río está diciendo que va a empezar Manual para señoras de la limpieza, de Lucía Berlín (Alfaguara) cuando aparece Alberto Llamas. “Yo lo estoy leyendo y es magnífico -interviene-. ”A mí los best sellers no me encantan, y sin embargo este libro se está vendiendo muchísimo y me entusiasma por la voz de la autora, porque me hace sentir la conexión que busco en la lectura, el compañerismo“.

Para Llamas el criterio clave es el placer. “Placer de leer obras como HHhH, de Laurent Binet (Seix Barral), Habitación doble o Intrusos y huéspedes de Luis Magrinyá (Anagrama). Pero en un sentido más amplio ”el placer de la comunicación“. También de la conversación del que ha aprendido mucho en Burkina Faso a donde ha viajado para ambientar su ternera novela. ”En África, pese a la pobreza o atentados como el que ocurrió en mi estancia allí, la gente está más en el presente, hay menos ambiciones y se valora más el trato humano“.

Y un tercer placer, “relacionado” con la lectura: la escritura. “Recomiendo escribir porque es placentero cerrar las compuertas de la vida cotidiana y avanzar por un laberinto abriendo puertas desconocidas con llaves que no sabías que tenías”.  Escribir “hace más consciente de la vida, permite disfrutar de las palabras, y abre debate con los lectores”.

Harina de otro costal es publicar. “Quien lo desee debe intentarlo, no desanimarse y, al final, considerar auto-publicar. Escribir se justifica en sí mismo. Es importante desarrollar nuestras potencialidades. Pero, además, ¿quién sabe qué manuscritos se salvarán póstumamente, como El Tercer Reichde mi admirado Bolaño?”.

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