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Nafez Diab Assaf: llegar a España en el tardofranquismo

Nafez Diab Assaf

Javier Ramajo

Este jubilado de 72 años no recuerda que tuviera ningún obstáculo para su integración. Llegó a España en 1968 desde su Tartous natal, una ciudad costera en el oeste de Siria, desde donde se desplazó a nuestro país para cursar Medicina, apenas con 22 años de edad. Sacó su especialidad de internista y, desde entonces, recorrió media Andalucía en diferentes centros de salud y hospitales, principalmente de Sevilla, Huelva y Málaga. De ahí, su acento andaluz. Ahora, ya jubilado, disfruta de los amigos y de cómo sus tres hijas se van “buscando la vida”, como él hizo cuando decidió marcharse de su país, y “ayudándolas en lo que puedo”. 

Desde la distancia, pese a su condición de migrante en el tardofranquismo, observaba que España era un país “abierto para los estudios y con muchas posibilidades”, y sólo la barrera idiomática le supuso algún que otro impedimento. Ya en nuestro país conoció a su esposa, con quien tuvo tres hijas (dos enfermeras como su madre y una administrativa, que ya superan la treintena), pero de quien acabó separándose.

Ahora vive en un pueblo del Aljarafe sevillano, Castilleja de Guzmán, pero ha pasado por la Axarquía malagueña, Vélez-Málaga, Isla Cristina, El Saucejo, Morón de la Frontera, Algámitas, Osuna, entre otras localidades. Nafez no recuerda especiales dificultades para su integración como inmigrante. “Al principio, la gente podía tener un poquito de recelo; pero cuando te conocen eso cambia totalmente. Mi experiencia ha sido muy buena en ese sentido”, comenta.

Nafez no ha estado ajeno al conflicto bélico que asola su país desde hace ya varios años. “Es una pesadilla muy grande. La guerra no ha llegado donde está mi familia, pero se vive con miedo e incertidumbre”. El trabajo allí es “escaso” y el conflicto “se ha enquistado”, señala, apuntando que “En Siria hay petróleo. Muchos países tienen intereses”.

Este sirio, de creencias cristianas, destaca que existe “mucho miedo al integrismo en Oriente Medio”. “Eso es malo para nosotros. Si hubiera llegado el integrismo al lugar donde vive mi familia, los hubieran aniquilado a todos. Si hay que elegir entre dictadura o integrismo, no quiero ninguno de los dos, pero no hay una tercera opción”, lamenta. 

Pese a todo, Nafez Diab Assaf sigue con su vida de “jubilado normal” a escasos kilómetros de la capital andaluza, a la espera que su país pueda salir algún día del drama de una guerra que dura ya demasiado tiempo.

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