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Málaga ya honra al héroe liberal Torrijos

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert (1888, Museo del Prado)

Néstor Cenizo

Han pasado diez años desde que se anunció que el antiguo refectorio donde pasaron sus últimas horas el héroe liberal Torrijos y algunos de sus hombres sería restaurado. Una década después de aquel anuncio, la rehabilitación ha terminado y el refectorio alberga un centro de interpretación a la memoria del héroe liberal que quiso acabar con el absolutismo de Fernando VII desde las playas de Málaga, y acabó fusilado por una traición. La primera visita que recibió fue de los chavales del instituto que lleva su nombre.

El refectorio es el lugar donde Torrijos y sus liberales pasaron la noche en capilla, después de ser capturados. Torrijos, un héroe de la independencia exiliado con el retorno de Fernando VII, había desembarcado en la costa malagueña con la idea de iniciar un alzamiento liberal, pero cayó en la trampa que le tendió el gobernador absolutista. Fue capturado y trasladado al Convento de San Andrés, y allí se le leyó la sentencia de muerte en la noche del 10 al 11 de diciembre de 1831.

“Es un lugar emblemático de la defensa de las libertades y derechos de nuestro país”, opina Esteban Alcántara, historiador y presidente de la asociación histórico-cultural Torrijos 1831Torrijos 1831. En ese lugar pasaron sus últimas horas no sólo Torrijos, sino también Manuel Flores Calderón, presidente de las Cortes españolas en 1823, Francisco Fernández Bofill, uno de los padres de la Constitución de 1812, y muchos otros de los 48 hombres que acompañaron al militar liberal en su aventura. También Robert Boyd, el filántropo irlandés que financió con 4.000 libras esterlinas la expedición del general español. “Hombres relevantes que desgraciadamente esa noche están abocados a morir sin que se les hubiera hecho procedimiento de causa alguno”, explica Alcántara.

Desde que se fundó, en 2002, el cometido de la asociación ha sido recuperar la memoria del general y sus hombres, y una de sus principales reivindicaciones era la recuperación de este espacio, que ha pasado por todas las vicisitudes.

Inicialmente fue un edificio religioso, con la desamortización de Mendizábal (1836) pasó a manos privadas, y en el año 2000 fue declarado en ruina. El objetivo de su propietario era vender el terreno a una constructora, y el propio Francisco de la Torre, entonces concejal de Urbanismo y actual alcalde, firmó la orden de demolición.

Ni siquiera la inscripción en el catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, en 2001, parecía suficiente para salvar el edificio: en 2005 fue derribado parcialmente por una constructora que realizaba obras en el inmueble de al lado y la bóveda de cañón ha llegado a desplomarse en un par de ocasiones. Hasta que en 2006 la constructora terminó cediéndolo al ayuntamiento, que decidió llevar a cabo la reconstrucción. Han pasado 13 años desde entonces, y diez desde el anuncio del primer proyecto.

El consistorio completó la restauración del lugar a finales de 2018, y ahora el lugar alberga un Centro de Interpretación de Torrijos, con documentos, cuadros, maquetas y uniformes de la época para recrear y valorar el desembarco de Torrijos y sus hombres, su periplo por la provincia, su captura, el cautiverio en el refectorio y el fusilamiento en las playas de El Bulto, reflejado para la historia en el cuadro de Antonio Gisbert.

A la asociación, que siempre peleó por la conservación del lugar, se le ha encomendado la tarea de dotar de contenido al lugar y realizar las visitas guiadas. “Tenemos cuadros al óleo, maniquíes uniformados de la época, maquetas de todos los lugares relacionados con el desembarco y el periplo de Torrijos del 2 de diciembre al 11 de diciembre de 1831, banderas, documentos y objetos que tenían las familias y descendientes de Torrijos”, detalla Alcántara. También habrá conferencias y actividades divulgativas.

Hace cuatro años, Pasaporte Andalucía publicó un reportaje sobre los lugares de Torrijos en la provincia malagueña, que mostraba la escasa consideración a la memoria del héroe: casi todos los lugares históricos estaban abandonados, en estado ruinoso o sin señalizar.

La asociación se creó cuando todo estaba mal. “Ibas a la alquería de Mollina, destruida; al refectorio, a punto de caerse; a la cruz del Bulto y no estaba señalizado dónde cayeron los liberales; ibas al cementerio de San Miguel y te encontrabas que nada indicaba la fosa común de los compañeros de Torrijos durante once años”, recuerda Alcántara.

Hoy, ya se señaliza el lugar donde Torrijos y sus compañeros cayeron fusilados, y el refectorio se ha convertido en un lugar en honor a su memoria. “Tenemos satisfacción contenida. No nos creemos el centro, pero estamos muy contentos de que la dedicación y el esfuerzo haya tenido eco. Sólo esperábamos que se restaurara. Esto es el regalo de poder presentar la historia”, concluye Alcántara.

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