“Nuestra constante necesidad de controlarlo todo nos lleva a la angustia”
La periodista, coach y escritora asentada en Navarra Koro Cantabrana (San Sebastián, 1966) impartió hace unos días dos charlas en Zaragoza, tras la publicación de su último libro “Incertidumbre. Del miedo a la confianza, del control a la gestión”. Defensora del optimismo a ultranza, afirma que cualquier incertidumbre puede ser recibida como una oportunidad.
¿Hasta ahora no estábamos acostumbrados a gestionar la incertidumbre?
En realidad, sí estábamos muy acostumbrados. Hemos vivido muchas veces en incertidumbre: cuando vamos a viajar a un país desconocido, cuando empezamos un nuevo trabajo o una nueva relación... Lo que pasa es que muchas veces se entiende por incertidumbre algo negativo; algo que incluye el miedo, la angustia. Es entonces, cuando pensamos que no estamos acostumbrados. Si nos planteamos la incertidumbre como algo positivo, con ilusión, estamos muy acostumbrados.
Pero, ¿este año 2020 hemos tenido más incertidumbre negativa que de costumbre?
Ha habido muchas incertidumbres y muchas veces, las hemos tomado como negativas. Hacemos eso cuando hay miedo a qué vendrá en el futuro, cuando pensamos que puede ser negativo. Sin embargo, entre emprendedores o empresarios, en los mismos sectores hay personas que han visto la incertidumbre como algo negativo y se han hundido y hay otras que la han visto como un momento para cambiar, acelerar, dar un giro... como una oportunidad.
¿Siempre hay posibilidad de aceptar la incertidumbre con esa visión optimista? Puede haber sectores en los que sea muy complicado...
Más que con el sector va con la persona. Hay personas que tienen, por naturaleza o por práctica, más optimismo y ven los cambios y lo que les sucede como oportunidades en lugar de como amenazas. Es un tema de educarnos. A los niños, por naturaleza, cuando están ante una cosa nueva, les surge la curiosidad y la ilusión. Nosotros, poco a poco, hemos ido llegando al miedo al cambio y a lo novedoso.
¿Se puede reeducar para volver a vivir esa ilusión ante las novedades?
Sí, hablo de eso precisamente en el libro, de cómo funciona nuestra mente, por si queremos dar la vuelta a nuestras reacciones. Hablo de cómo nuestra mente tiene unas estructuras que nos llevan hacia un lado o hacia el otro y cómo nuestra constante necesidad de controlarlo todo nos lleva a la angustia, en lugar de fluir con lo que viene y recibirlo positivamente. En la segunda parte, cuarenta colaboradores hablan de cómo ellos gestionan la incertidumbre en todo momento.
¿Qué claves se pueden dar de cómo gestionar esa incertidumbre?
La primera clave, la más importante, es conocer cómo pensamos. Si no sabes cómo caminar, correr es difícil. Por eso, una de las claves es aprender la diferencia entre necesidad de control y gestión. Cuando necesitamos controlarlo todo, estamos obstruidos, con miedo, porque cualquier cosa que se escape nos desestabiliza. Otra clave es la confianza en uno mismo si es emprendedor. Un autónomo vive constantemente en la incertidumbre. Si falta la confianza, entonces no puede avanzar o avanzará con mucha angustia.
¿Qué otros consejos se pueden dar?
Cuando estamos con angustia ante la incertidumbre tenemos catalizadores; algunos son aceleradores y otros son mitigadores. Uno de los aceleradores sería, por ejemplo, darle vueltas al mismo pensamiento negativo hasta hacerlo cada vez más grande o hasta hundirnos cada vez más; es reactivar dramas y traumas que nos han pasado en el pasado por alguna situación negativa. Es ese constante “sí, pero”; estar con el acelerador y el freno permanentemente. Uno de los mitigadores más importantes sería la confianza.
¿Cree que la mayoría de la gente no sabemos gestionar bien la incertidumbre?
Creo que es algo que sí sabemos hacer muy bien de pequeños. Poco a poco, lo vamos olvidando por la necesidad de controlarlo todo.
¿Es, entonces, una necesidad aprendida?
Es algo a lo que le cogemos el gusto, que nos hace estar cómodos. Sin embargo, hay mucha gente que vive en la incertidumbre y se siente cómoda también. Los emprendedores suelen estar con ganas ante un nuevo proyecto, una nueva etapa. Los aventureros tampoco podrían serlo sin incertidumbre. Es esa ilusión, esa curiosidad que vamos perdiendo poco a poco según nos vamos metiendo en unas rutinas que nos hacen tenerlo todo establecido, agarrado, limitado; con lo que lo tenemos todo controlado.
De todas formas, puede haber circunstancias ante las que sea complicado tener esta actitud positiva que está defendiendo...
Hay circunstancias, sí. Sin embargo, hay que ver si ser pesimista no es más contributivo. Es decir, no decimos que no sea difícil ser optimista ante un drama familiar o personal. Pero debemos plantearnos qué posicionamiento nos es más favorable. Creo que una actitud optimista siempre es más favorable.
Con ese empeño por ser optimista, ¿no corremos el riesgo, por ejemplo, de dejar sin superar los duelos?
Cuando uno es optimista, pase lo que pase, piensa que es para bien. Tenemos más opciones de pasar bien los dramas o los duelos siendo optimistas que sin serlo. Por tanto, pienso que el riesgo de no superar bien los duelos es menor cuando somos optimistas. Optimista no significa que pensemos que todo va a ir bien en todo momento, sino que confiamos en que vaya a ir bien. Eso nos da más fuerza para seguir adelante. Cuando uno es pesimista, tiene más recelos, menos ganas.
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