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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Un santuario lanza un SOS para salvar a varias vacas de volver al infierno en el que vivían

Algunas de las vacas que fueron decomisadas de la explotación láctea de Sarón, en Cantabria, llegaron al santuario en un estado lamentable

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La casualidad se cruzó en el terrible destino que esperaba a Lola, Renata, Audumbla, Cony y Lorea, cinco de las más de una veintena de vacas que fueron halladas por el Seprona en una explotación ganadera de la localidad de Sarón, en Cantabria, en un estado lamentable. La denuncia de un vecino por el terrible estado en el que observaron que se encontraba un gato en la finca, semimoribundo y con evidentes síntomas de desnutrición y abandono, salvó paradójicamente la vida de sus compañeras de la mala vida que por desgracia todos ellos compartían.

Agentes de la Guardia Civil del Seprona se personaron en lugar y se quedaron asombrados al ver la espeluznante situación en la que estaba más de una veintena de vacas, muchas de las cuales evidenciaban una extrema delgadez. Como consecuencia de aquella inspección, los agentes decidieron incautar varias de las reses y denunciar al ganadero ante la Justicia. El juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Medio Cudeyo, que se hizo cargo del caso, abrió diligencias para investigarlo como un “supuesto” delito de maltrato animal. A instancias del Seprona, cinco de aquellas vacas quedaron en depósito y terminaron en el Refugio Animal La Manada Cántabra, que regentan Patricia López y Carlos Llorente, cofundadores del santuario.

Los hechos se remontan al 27 de marzo de 2022, que es cuando se destapa esta macabra historia. Ha llovido desde entonces y los animales han estado todo este tiempo bajo la custodia de Patricia López y Carlos Llorente, quienes con paciencia, mucho cariño y la inestimable ayuda de un grupo de voluntarios de la asociación La Manada, han estado cuidando y atendiendo a las vacas.

El informe del veterinario que las examinó a su llegada al refugio es demoledor y confirma el mal estado de las vacas, diagnosticadas de anorexia y pérdida muy importante de peso, todo ello como consecuencia de la falta de alimentación de calidad y del evidente abandono. De no haber sido atendidos, los animales habrían muerto con toda seguridad: “(...) estos animales que en teoría son de producción lechera, debido a su mal estado prácticamente se han secado y, de seguir así, acabarían en decúbito y muriendo”.

En cuanto al gato, al que denominaron Seis, su situación también era terrible: se le diagnosticó una desnutrición avanzada, pioderma profunda y crónica, tumor epidérmico necrosado y piodermas profundas, leucemia e inmunodeficiencia felina, así como varias fístulas que derramaban pus, dictaminando que su estado era grave. El animalito fue trasladado a otro centro de acogida para intentar su recuperación.

“Aquel día de marzo –recuerda Patricia- nos llamó el Seprona para ver si podíamos hacernos cargo, en principio, de dos de la vacas. Aunque estábamos a tope, dijimos que sí. Pero después fueron cuatro, y al final cinco vacas -entre las veintitantas que había en aquella finca-, que la inspección llevada a cabo marcó como casos extremos para el decomiso”. “Esperamos a que nos las trajeran pero al final, al no aparecer nadie de la Consejería de Ganadería, las tuvimos que traer nosotras [ella y varias voluntarias] hasta el Refugio, haciendo varios viajes con remolques para caballos y un gran esfuerzo, mientras el ganadero miraba. Por supuesto, haciéndonos también cargo de todos los gastos. Nos hemos tenido que buscar la vida”, cuenta con indignación.

El relato que hace de la situación que ella misma presenció al llegar a la explotación pone los pelos de punta. “Las vacas se encontraban en una cuadra oscura, como en una mazamorra, atadas con cadenas las veinticuatro horas del día, sin poder siquiera tumbarse, rodeadas de heces, sin agua ni comida. Alguna no tenía ni fuerzas para caminar”. “Con todo el dolor de nuestro corazón nos hicimos cargo únicamente de las marcadas por los agentes, pese a que había muchas otras en similares o peores condiciones. La perito veterinaria ni se presentó al decomiso”, recuerda la activista. Para hacerse a la idea del sufrimiento de estos animales, Patricia relata el caso extremo de una de las vacas, que ante la falta de luz en sus tristes años de vida, al salir al aire libre sufrió quemaduras en la piel, que poco a poco consiguieron ir curándole. También tenía una telilla en los ojos, que ha mejorado aunque no han logrado que le desparezca del todo.

Las vacas han estado desde entonces recuperándose felizmente en el santuario, atendidas por Patricia y Carlos, quienes poco después de su llegada comprobaron que, aparte de las dos que ya sabían que estaban preñadas, había una tercera que también iba a ser mamá. Así que ahora cuidan también de Bianca, Thor y Coque, los tres terneritos que nacieron allí.

La situación se fue complicando, dado que cuando el asunto cayó en manos de la Justicia, y para sorpresa de los animalistas, el juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Medio Cudeyo decidió sobreseer el caso, al no ver suficientes indicios ni pruebas del maltrato. La sentencia les indignó porque, según cuentan, no se llamó a testificar a los agentes del Seprona que realizaron la inspección ni el decomiso, y tampoco se tuvo en cuenta el informe veterinario realizado tras la incautación de los animales. El colectivo, además, no se ha podido personar en la causa.

Al trascender el caso y conocer la situación, el despacho Deva Juristas se ofreció a prestarles ayuda de forma altruista. Patricia y Carlos decidieron también recurrir al despacho Derecho&Animales, de la abogada Lola García, que ha presentado un recurso de reforma contra el auto que acuerda el sobreseimiento y el archivo del expediente por considerar que no está acreditado que no había maltrato, en opinión del Juzgado. Ahora están a la espera de que el recurso presentado se admita a trámite, en el que se solicita que se llame a declarar a los agentes del Seprona para que ratifiquen todos los extremos descritos en el informe que dio lugar a la causa por “presunto” delito de maltrato animal.

Tras estos meses de lucha, la abogada Lola García se muestra ahora esperanzada de que al final las vacas puedan quedarse en el santuario y llevar una vida digna. “Estamos convencidos que la declaración de los agentes del Seprona es una prueba esencial que es imprescindible que se practique. Y estamos dispuestos a presentar todos los recursos posibles y a emprender todas las vías y actuaciones que haga falta para evitar que esos animales sean devueltos”, afirma. “Somos positivos y optimistas. Creemos que hay que tomar en cuenta una parte fundamental, que es el informe que hizo el Seprona. Pero se ha obviado y es lo más importante, porque es un informe demoledor, elaborado por parte de una fuerza especializada en el tema animal, y en el que constatan que sí hay maltratado, hasta el punto de que decomisan a los animales”.

Pero Patricia López, responsable del Refugio, no las tiene todas consigo, por lo que da la voz de alarma: “Con el sobreseimiento, se estaría castigando a la víctima y premiando al verdugo”. “Esperamos que prohíban al ganadero tener animales de por vida”, añade.

Si el esfuerzo humano para lograr recuperar a las vacas ha sido inmenso, la inversión económica es también digna de mención, pese a que los animalistas se entregan a esta labor desinteresadamente, sin importarles el roto que causa en sus bolsillos. “Estamos hasta arriba de gastos”, reconoce Patricia López. “Llevamos invertido mucho dinero; solamente en forraje y pienso, unos 3.000 euros para la manutención de las ocho vacas y los nuevos terneros, ya que el precio del pienso se ha disparado”. Además, cuenta que han tenido que alquilar una finca en Parbayón de 30 mil metros cuadrados y 200 de cuadra “porque en los terrenos que tenemos no podíamos tenerlas a todas ni alimentarlas como es debido”.

De hecho, al aceptar hacerse cargo de las vacas, pusieron como condición poder enviar al menos a tres de ellas (las embarazadas) a otros santuarios -como Gaia, que está en Cataluña-. Pero no pudieron hacerlo por las exigencias planteadas por la Consejería de Ganadería, que les exigía realizar una campaña para saber si alguna de las reses tenía enfermedades, como brucelosis o tuberculosis. “Nos dijeron que si alguna daba positivo, nos la mataban”. Los primeros análisis dieron como “dudosos”, lo que significaban que irían al matadero. Pero Patricia removió cielo y tierra para evitarlo y consiguió que les hicieran unas segundas pruebas, que dieron negativas. “Si no las hemos enviado a otros santuarios es porque no nos han dejado”, quiere dejar claro. Así que ahora madres e hijos campan recuperadas y felices en la finca de La Manada, compartiendo espacio con los caballos, burros, perros, cabras, cerdos y muchos otros animales rescatados también de situaciones de maltrato, y que gracias a estos activistas han podido tener una segunda oportunidad. 

Desde la organización hacen ahora un llamamiento a la ciudadanía para que se unan a esta batalla legal, con el fin de que se respeten los derechos de los animales y el maltrato no quede impune. Junto a ello, piden también ayuda económica para sostener el gasto que supone mantener a todos los animales que actualmente están bajo su cuidado. “De momento, el principal sustento del santuario son nuestros sueldos, pero de tanto salir dinero de nuestros bolsillos a fondo perdido nos iremos a la ruina en breve”, alerta Patricia.

De momento, todas sus energías están en puestas en las vacas. Si pierden el recurso, temen verse obligados a devolver a los animales a “la granja de los horrores”, y no tienen duda de que su destino sería el matadero. “Ahora que están gordas y bien cuidadas saben que si las venden para carne podrían sacar una bonita cantidad de dinero por ellas”, dice Patricia López con enfado.

“Queremos que todo esto se sepa, sacarlo todo a la luz. Que se sepa que las vacas estaban secas, muertas en vida. Tenemos pruebas de sobra. Pedimos volver a declarar. Esa granja no tenía que ser legal y al dueño deben quitarle los animales. Es urgente”. Las fotos y los vídeos que obran en su poder son realmente la prueba más palpable del “presunto delito” de maltrato animal.

Para aportar ayudas, puede hacerse a través de estos enlaces:

https://www.teaming.net/refugioanimallamanadacantabra

https://www.refugioanimallamanadacanta.org/

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