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Un desprendimiento pone en peligro la cueva prehistórica de El Juyo, una de las joyas de la arqueología en Cantabria

Argayo sobre la cueva de El Juyo, en Camargo.

Javier Fernández Rubio

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Un argayo amenaza la estabilidad de la cueva de El Juyo en la localidad cántabra de Igollo de Camargo, una de las joyas de la prehistoria en Cantabria que actualmente se encuentra cerrada al público. Esta semana, según testigos presenciales, la parte alta de la ladera bajo la cual está el recorrido de la cavidad se ha desprendido, apreciándose a simple vista un escalón de unos tres metros de alto, así como el desplazamiento de parte de la tierra siguiendo la inercia de la pendiente. El argayo, por el momento, parece haberse detenido, aunque en la jornada del jueves se desplazó unos 30 centímetros en un contexto climatológico de lluvias.

La Cueva de El Juyo está cerrada al público y en su interior alberga uno de los grandes tesoros del período Magdaleniense de la Prehistoria. Según la información puesta a disposición del público por el Gobierno de Cantabria, la cavidad alberga un importante yacimiento del período prehistórico Magdaleniense Inferior (entre 16.500 y 14.000 años), período datado por manifestaciones en su interior, tales como un posible équido grabado mediante incisión, un panel compuesto de dos prótomos (altorrelieves) casi simétricos, un grabado de cabra montés y otro de cierva. Asimismo, en la cueva se encontraron estructuras prehistóricas en varios niveles, fragmentos cerámicos y una sala con enterramientos humanos, uno de ellos asociado a un collar de cuentas de vidrio.

En el entorno de la cueva, tanto en su acceso cerrado como en la superficie de la ladera, por el momento no se aprecian signos de actividad ni que el Gobierno de Cantabria aún haya intervenido, aunque se tiene constancia de que la zona ha sido inspeccionada ya por expertos vinculados a la Consejería de Cultura.

Especialistas consultados por elDiario.es se han mostrado cautos a la hora de valorar el alcance potencial del argayo, pero coinciden en resaltar que la situación generada es de la suficiente gravedad como para detener cualquier actividad que pudiera estarse realizando. Asimismo, se considera necesaria la realización de un estudio geológico, e investigar si el desplazamiento de la tierra obedece a causas naturales o a alguna intervención humana en el entorno. El argayo sobre El Juyo “ha de ser tomado en consideración muy seriamente”, ha declarado un especialista a este medio.

La entorno de la cueva de El Juyo fue objeto en el pasado de una intervención encaminada a nivelar la zona de acceso, que previamente era una hondonada, así como para canalizar un regato que recorre las proximidades. En las inmediaciones del acceso a la cavidad es apreciable hoy la obra de alcantarillado en superficie.

La cavidad fue excavada en la década de los 70 del pasado siglo por Joaquín Gónzalez Echegaray y Leslie Gordon Freeman -prehistoriadores y profesor, el segundo, de la Universidad de Chicago- entre 1978 y el año 2000. Ambos confirmaron entonces que esta cavidad rupestre es uno de los grandes santuarios de la Prehistoria, con un alto valor iniciático.

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