Starman

En España es más fácil ser astronauta que viajar en el Metro de Madrid.

Hace unas semanas al astronauta Pedro Duque se le fundieron los plomos cuando quiso llegar al Aeropuerto de Barajas. No entendía cómo, habiendo saldo suficiente en su tarjeta, debía realizar un nuevo recargo para pagar el suplemento. Ahora que el 'starman' es ministro de Ciencia tendrá una oportunidad magnífica para entender por qué el Metro de Madrid es un sacaperras de principio a fin o, ya de paso, por qué es más difícil llegar a Monte en MetroTus que a la constelación de Orión en un cohete con propulsión a plasma.

No encontrará explicación. Tendrá más fácil homologar con Europa el presupuesto de I+D+i, multiplicándolo por tres, que averiguar por qué ocurren ciertas cosas.

La capacidad del español de complicarse la vida sin necesidad solo es comparable a su negativa a rectificar. Antes muerto que reconocer un error o un desconocimiento ya sea la dirección de una calle o un plan quinquenal. Aunque, en contrapartida, pocos lugares como España tan dados para el realismo mágico.

Lo que ha ocurrido esta semana es buñuelesco. Cuando a Pedro Duque se le fundieron los plomos en la máquina del Metro ni por asomo hubiera pensado que hoy sería ministro. Pues lo es. Ni que Rajoy caería, ni con él su sanedrín ministerial. Y cayeron. En menos de una semana ha ocurrido lo impensable hace dos años, cuando, con los mismos diputados, las mismas fuerzas políticas y un contexto económico y social parecido no hubo manera de fraguar acuerdos que terminaran con la era Rajoy.

¿Qué se ha producido desde entonces? Dos años de legislatura y una lista de escándalos como para empapelar una pared. Pero también una cesión de todos en sus posturas numantinas, propias de paladares exquisitos. Al final el hartazgo ha conseguido lo que no había conseguido el pragmatismo y, en otra pirueta de españolismo, se constata que sólo se unen los partidos cuando es contra alguien, rara vez para desarrollar un proyecto común.

Pedro Sánchez es ahora presidente y otro Pedro, Duque, su ministro de las estrellas. El primero, que es indestructible vista la trayectoria que lleva, concurrirá a las futuras elecciones desde el poder, no desde fuera de él (no es lo mismo) por lo que, a pesar de que estos meses le tiren con todo, puede que se haya abierto un nuevo ciclo de progreso en España. Habrá decretos derogatorios, medidas efectistas, mucho universo simbólico, pero si sabe jugar sus cartas repetirá... hasta que decepcione a todos como hicieron los anteriores y se abra un nuevo ciclo.

Pero no vayamos tan lejos: los meses que se avecinan van a a ser apasionantes, tanto o más como los que se vivirán en Cantabria, en donde el PP se ve abocado a seguir la ruta que se había trazado tras mandar al 'dieguismo' al ostracismo: pactar sea como sea y sin la hybris del pasado.

Es de esperar que los nuevos tiempos que corren se traduzcan en algo más significativo que una parada del AVE en Bezana.