Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Emilio del Río, filólogo: “Trump es una nueva era en la que el fin justifica los medios”

El filólogo, escritor y divulgador del mundo clásico, Emilio del Río, en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Olga Agüero

Santander —
16 de agosto de 2025 21:32 h

0

Emilio del Río (Logroño, 1963), doctor en Filología Clásica y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, tiene una chistera de la que van saliendo consejos, reflexiones y usos grecolatinos. Nada parece ser nuevo: ni los influencers, ni los manuales de autoayuda, ni los 'zascas' y los 'memes', ni los storytellings de los discursos políticos. Cicerón era el rey del 'zasca'. Ovidio un influencer. Todo está ya inventado por griegos y romanos, y resucitado en la vocación escritora de este profesor y divulgador. Una mirada a los clásicos que cocina en títulos como 'Calamares a la romana' o 'Latin Lovers' . El escritor y divulgador reivindica estudiar oratoria para ser ciudadanos libres y críticos. Desde las aulas de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo considera que el discurso político es “mejorable”: sus actores argumentan poco y en sus intervenciones se descalifica de una forma muy simplona.

Llega este verano a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para enseñar oratoria. ¿No es muy complicado en un contexto en el que triunfan 'zascas', 'memes' y frases ligeras y efectistas?

La oratoria es aprender técnicas para hablar en público, la necesitamos desde el punto de vista profesional y personal porque lo utilizamos en el día a día. No solo en una plaza ante diez mil personas, sino en una entrevista de trabajo o una reunión. Para los clásicos era una formación ciudadana y para nosotros tendría que serlo también. Tendríamos que estudiar lo que ellos han enseñado. La oratoria nos ayuda a tener más fluidez y eso también nos sube la autoestima. Nos sirve en la medida en que vivimos rodeados de comunicación, sobre todo de comunicación política, que lo que quieren es que no pensemos. Estudiar oratoria clásica nos permite ser más críticos y más libres y nos forma como ciudadanos. Se debería estudiar en la formación secundaria y bachillerato para formar ciudadanos -ya no solo cultos- sino libres y plenos.

Pero, ¿no ha cambiado mucho el discurso público desde el mundo clásico?

La técnica es la misma y está ya inventada. Sin televisión ni redes sociales los clásicos ya decían que lo más importante en la comunicación verbal es la comunicación no verbal, lo que ellos llaman la actio, que tiene que ver con actor. Los 'zascas' y los 'memes' no son nuevos. Es nueva la modalidad, que se ponen a través de las redes, pero ya existían. Los epigramas de Marcial, el gran poeta latino. Catulo, en el siglo I antes de Cristo... los clásicos ya tenían pensamiento Twitter. Cicerón era el rey del 'zasca' y, de hecho, muchas veces le pierde eso en sus intervenciones. Se lo reprochan a menudo porque le pierde el humor. Si solo haces humor te lo pasas muy bien, pero ¿de qué persuades? ¿de qué convences? Cicerón era un gran orador, escribe libros de teoría de comunicación, sus discursos son una forma de aprendizaje extraordinario para hablar en público. Hay que estudiar, practicar y leer o ver, por ejemplo, películas como 'El discurso del rey' donde está claro que hablar en público es una técnica. Si practicas serás capaz de vencer el miedo escénico. En el taller he tenido profesores de institutos que se bloquean cuando tienen una reunión con los padres. Suelo decir que el cerebro humano empieza a funcionar cuando nacemos y se paraliza cuando nos toca hablar en público.

No me diga que en el mundo grecolatino también había influencers...

Ovidio es una especie de influencer que escribe 'El arte de amar' y por eso lo exilia Augusto. Existen desde Catulo que, junto a Safo, es uno de los grandes poetas del amor que conforman nuestra forma de expresarlo. Porque el amor es cultural. El sexo no, es una cuestión física. Pero el amor es cultural, nosotros vemos el amor en occidente a través de una mujer que le da forma a eso. Hace 2.800 años en un mundo de hombres, como es el mundo griego y como ha sido la humanidad hasta hace poco y ahora mismo, tenemos una mujer, que es Safo, que le da forma al amor. Luego Catulo lleva eso a la literatura latina y condiciona la forma de expresar el amor en occidente desde entonces. Influyen en cómo se percibe.

¿El colectivo LGTBi hubiese sido aceptado en Roma?

Lo cuento en mi libro 'Calamares a la romana': la homosexualidad era una práctica aceptada. Catulo confiesa en sus poemas su pasión tanto por Clodia como por Juvencio. Claro, que también había una pulsión homófoba, por ejemplo el poeta Marcial de Calatayud. Pero la bisexualidad y la homosexualidad se veía con más normalidad de la que se ha visto durante muchos siglos en occidente. En la mitología clásica, que para ellos era una forma de religión, no les importa con quién se acuesta cada uno. Los dioses se acuestan con quien les da la gana. Pero hay dos cosas que no perdonan: la deslealtad y la soberbia.

La política es dialéctica y didáctica. Los políticos tienen una labor pedagógica

¿Ahora cada vez menos gente sabe latín?

Bueno, han subido las matrículas universitarias en filología clásica pero la masa media de ciudadanos que se educan en la ESO no tienen acceso a los clásicos. Hemos avanzado desde el punto de vista tecnológico y desde el punto de vista de la higiene, pero desde el punto de vista de la condición humana nuestros retos son los mismos y las mejores respuestas ya nos las dieron los clásicos, por eso tienen que estudiarse en las escuelas e institutos.

¿Cómo valora el actual discurso político?

Mejorable. Recurre poco a la argumentación y se descalifica de una forma muy simplona. No se trata de hacer un discurso muy filosófico, que nos perdamos, pero vamos a respetar un poco al oyente, al votante. Me parece que es una falta de respeto, no solo al que no piensa como tú, sino al ciudadano. Desde el punto de vista formal también es mejorable: ¿cuántos políticos recordamos que en la tribuna no lean? Es que todos leen. Una de las fases de la comunicación -esto nos lo enseñaron los clásicos- es la memoria. ¡No me puedo aprender todas las intervenciones! Vale, pero no leas todas. La política es dialéctica y didáctica. Los políticos tienen una labor pedagógica.

¿Y cómo encaja una persona como Donald Trump en esta ecuación?

Lo de Trump supone un cambio con respecto a la tradición política anterior. Los padres fundadores de los Estados Unidos se basan en los clásicos: la arquitectura, el propio nombre del Capitolio. Todo es clásico. Parten de la idea de Grecia y de la República romana. Trump es una nueva era en la que el fin justifica los medios. Me recuerda al nacimiento del Imperio en Roma. Siempre he pensado que cómo fue posible eso, pero hasta le votan. La noticia de hoy es que manda al ejército a ciudades gobernadas por demócratas. Es tremenda esa militarización de la sociedad. Pero ya lo dijo: “Yo puedo matar a alguien en la Sexta Avenida y me seguirían votando”. Nosotros venimos de un mundo en que el fin no justifica los medios. Su retórica es absolutamente simplona.

¿Por qué los ciudadanos votan a estos personajes?

No soy capaz de desentrañar eso. Pero le han votado, eso es lo que más preocupa. Siempre me he preguntado cómo era posible que la república romana, que era una especie de plutocracia o de oligarquía en la que se votaba, se tenía una cierta idea de la libertad, aguantara el Imperio. Y, ahora, es lo que estamos viviendo con Trump, un cambio completo que no se dónde puede acabar. Pero es que le han votado, eso es lo preocupante.

La humanidad ha llegado hasta aquí porque existe la bondad pero ¡claro que existe el mal! existen Putin y Netanyahu

¿Hay alquien que nos sirva de ejemplo en sus discursos públicos, hay algún referente?

En España está todo muy polarizado y somos incapaces de analizar algo sin el filtro partidista. Una de las claves para comunicar bien y para ser efectivo es contar historias. Lo que los clásicos llamaban la narratio que ahora se llama storytelling. Si quieres ser efectivo, cuenta una historia. Lo sabían sin haber investigado en neurología, que dos mil años después ha demostrado que cuando cuentas una historia se enciende el área de Broca, te pones en el lugar del otro, por eso es más efectivo. El Papa Francisco era un gran contador de historias. En general, la Iglesia es una gran contadora de historias. De hecho, el libro de la Biblia, las parábolas, la mitología clásica... son historias. Necesitamos las historias. Los seres humanos necesitamos la ficción para darle sentido a la realidad. No solo para trascender la realidad o para vivir más vidas. Obama ha sido un gran contador de historias, un gran comunicador. Reagan también. Lo de la niña de Rajoy es una narratio, un storytelling y también lo de Sánchez con lo de Juana en una campaña electoral. Para ser efectivos hay que saber contar una historia: esto ya nos lo enseñan los clásicos.

Pero nos pueden colar una historia falsa, ¿seguimos viviendo en una política de pan y circo?

Claro. Eso está desde el principio, por eso tenemos que estudiar algo de oratoria clásica en la ESO y en el Bachillerato porque nos forma como persona y por tanto sabremos cuándo nos están dando gato por liebre, para poder tener esa capacidad de criterio, esa capacidad crítica cuando nos quieran manipular con el miedo, con la envidia, con el otro que es el malo: el inmigrante. Eso ha pasado siempre y por eso es importante que nos formemos para que cuando escuchemos un discurso podamos desentrañarlo y decir ¡eh, que me están queriendo manipular aquí!.

Emilio del Río protagonizó una conversación sobre los clásicos con la autora Irene Vallejo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

¿Qué pasa en una sociedad que aplica el concepto de 'buenismo' de forma peyorativa, como si la bondad fuese una cualidad reprobable?

Sí, es una contradictio in terminis total. No lo acabo de entender. Una cosa es adanismo, o el 'guindismo': este que se ha caído de un guindo. La realidad es compleja y no se pueden dar soluciones simplonas. También está en los clásicos, a los que hay que acercarse porque como decía Chesterton: “para qué cometer los errores de siempre si podemos cometer otros nuevos”. Lo reivindico siempre en mis clases. Una cuestión es esa especie de adanismo de 'todo el mundo es bueno'. A ver, no. Existe la maldad. Yo reivindico la bondad. Mi saludo en WhatsApp es 'la bondad tiene premio' que es una idea aristotélica. La humanidad ha llegado hasta aquí porque existe la bondad pero ¡claro que existe el mal! existen Putin y Netanyahu y tenemos que contestar a eso. Frente a eso no podemos ser adanistas, ni podemos vivir en el guindo. Pero llamar a eso buenismo es una contradictio total. Yo reivindico la bondad, que no es lo mismo que ser adanista. La humanidad triunfa por el buenismo bien entendido.

¿Qué tiene la Odisea de Homero para que le fascine tanto?

Ahora se va a estrenar en España una versión que protagoniza Ralph Fiennes y el año que viene otra gran versión de Christopher Nolan. La Odisea es una de las grandes obras de la literatura universal, una de las primeras que condiciona y forma la tradición literaria y artística de occidente. Es una obra maravillosa ¡te lo pasas tan bien leyendo la Odisea! ¡te diviertes tanto! Esas aventuras de Ulises regresando de la guerra de Troya a Itaca, cuando lucha conta Polifemo, ese monstruo con solo uno ojo en la frente que come carne humana... cuando desciende al Hades -algo que muy pocos héroes pueden hacer-, cuando logra pasar el estrecho donde están las sirenas que atraen con su canto. Pero a la vez la Odisea trasmite un mensaje claro: la vida es un viaje y hay que disfrutar del viaje de la vida. Lo vio Machado -Caminante no hay camino/se hace camino al andar- lo vio Kavafis en el ese poema maravilloso que es El viaje a Itaca, donde dice: no verás a los lestrigones y a Polifemo si no están dentro de ti. Es un viaje interior. Las sirenas te dicen que hay que evitar las tentaciones en la vida... es un libro que lo tiene todo.

A mi los clásicos me han servido para ser mejor persona. Hay que entrenar las emociones para ser feliz

Su libro último, en cambio, aspira a combatir a los falsos estoicos que habitan las redes sociales. ¿Son una plaga contemporánea?

'Carpe diem' es una defensa contra los manuales de autoayuda que nos invaden... y en realidad he escrito un manual de autoayuda, pero de la buena, porque hay mucho charlatán de feria de la autoayuda. Yo no estoy en contra. Séneca escribió autoayuda, Cicerón. Y la buena literatura sirve para la vida. Aunque su autor no tenga intención de escribir un libro de bienestar emocional, te sirve para la vida. Siempre nos hemos imaginado que nos invaden los extraterretres pero ¡la invasión viene de dentro! de los manuales de autoayuda. Venimos un poco tocados de serie y con la pandemia más. Entonces entran en juego los charlatanes de la autoayuda: falsos estoicos, porque ahora el estoicismo está de moda. A mí me parece muy bien. Pero es que se lo inventan, no los han leído. Tienen cuentas de Instagram con miles de seguidores y dicen: “Me levanto por la mañana y oigo los pajaritos. Que bella es la vida”, Marco Aurelio. Y es mentira, no ha dicho eso. Son homeópatas del alma. Por un lado, por eso surge el libro. Por otro, en el congreso de la lengua de 2019 Marcos Mundstock, uno de los miembros de Les Luthiers, dijo: pido a las reales academias de la lengua y al Instituto Cervantes que hagan algo para evitar la proliferación de los libros de autoayuda. Y dije: lo tengo que escribir.

Para sus libros sobre los clásicos elige títulos poco convencionales como 'Calamares a la romana' o 'Latin Lovers'. ¿Por qué en esta ocasión evoca un concepto más recurrente como es 'Carpe diem'?

Hay una tercera razón para escribir este libro y es porque a mí los clásicos me han servido para la vida, para ser mejor persona. Hay que entrenar las emociones para ser feliz. No nacemos sabiendo qué es lo que hay que hacer, no nacemos perfectos ni santos, tenemos que entrenarnos para ser felices: saber cómo afrontar el cambio, que tenemos que tener hábitos en la vida, de trabajo. Cómo tener serenidad. Los clásicos nos dicen que hay que hacer meditación. Algunos creen que viene del budismo ¡pero está en nuestra tradición grecolatina! la obra de Marco Aurelio, gran emperador y filósofo, se titula 'Meditaciones'. Séneca nos dice que hay que meditar un rato al día. Otro de los principios clave de los clásicos es 'nada en demasía', nada en exceso ni siquiera de las cosas buenas. A las tres horas de estar en El Prado me dan igual Las Meninas que el cartel de salida. De hecho, a las tres horas, ya prefiero el cartel de salida.

Los seres humanos necesitamos la ficción para darle sentido a la realidad

¿Los clásicos nos dan una receta para conseguir la tan ansiada felicidad?

Ser feliz no es llegar a una meta. Yo corro. Hago 20 kilómetros y ya he llegado. No. Esto es todos los días. Es un estado para el que tienes que entrenar las emociones. Porque no podemos controlar lo que nos pasa, lo único que podemos controlar es la respuesta a lo que nos pasa. Controlar el 'ansia' de las cosas, que dice ese gran filósofo que es [el humorista] José Mota. La mayor parte de las veces nos preocupamos por cosas que nunca han sucedido y que no van a suceder. De todo esto va 'Carpe diem', una expresión del poeta latino Horacio que viene a significar literalmente: coge el fruto del día. Yo lo interpreto como la canción final de los Monty Python, en esa genialidad de película que es 'La vida de Bryan'. Están crucificados, saben que van a morir -como todos- y en lugar de lloriquear se ponen a silbar y a cantar: busca siempre el lado positivo de la vida. Eso es carpe diem.

Aprovechar la vida y trabajar nuestro equilibrio interior, la respuesta que damos a lo que nos pasa. Los falsos estoicos charlatanes del alma confunden ésto con estar circunspectos, cariacontecidos. Los clásicos dicen que una de las claves es pasar la vida con buen ánimo. Ese capítulo se titular 'Defender la alegría'. Sin ella, no vamos a ser felices. Carlos Alcaraz, hace un año por estas fechas, estaba jugando en Cincinatti y rompió una raqueta en la pista. En la rueda de prensa posterior se disculpó: “tenía mucha tensión acumulada, tengo que entender más mis emociones”. La ira es un impulso que tenemos que controlar. Dedico un capítulo a ellos en mi libro. Si entrenamos para ser deportistas, también tenemos que entrenar las emociones. Este libro ayuda a entrenar las emociones.

Etiquetas
stats