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“Con el confinamiento la situación de personas vulnerables se está agravando, especialmente en trabajadoras sexuales trans y migrantes del colectivo LGTBI”

"Todes somos personas, todes tenemos derechos", pancarta en la manifestación del Orgullo Crítico en Madrid este 2017.

Laura Martínez

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Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia de la COVID-19 es la vulnerabilidad de algunos sectores de población. El virus puede no entender de clases, pero los efectos que está provocando se ceban con las personas a medida que se disminuye su renta.

La población en riesgo de exclusión es quién está sufriendo más esta crisis. Así lo constatan las profesionales del servicio Orienta LGTBI, un espacio de atención y asesoramiento a personas del colectivo por parte de la Generalitat Valenciana. La conselleria de Igualdad dio instrucciones para que se continuara prestando el servicio por la vía telefónica y sus trabajadoras expresaron su temor a que las personas a las que realizaban seguimiento cesaran el contacto. Según los datos del departamento de Mónica Oltra, el servicio ha realizado un millar de atenciones telefónicas desde el inicio del confinamiento, en línea con las de otros meses. Para las profesionales, esto implica que se sigue llegando a las personas con problemas.

En cualquier otro periodo del año destacan las atenciones psicológicas, según explica Marina, trabajadora de Orienta LGTB en Valencia. Pero según han podido constatar en las tres oficinas provinciales, durante la pandemia las principales atenciones han sido de los servicios jurídicos a dos colectivos muy específicos: las mujeres trans trabajadoras del sexo y las personas LGTB migrantes solicitantes de asilo. “Con el confinamiento hemos visto que la situación de personas en especial vulnerabilidad se está agravando. Es el caso de las mujeres trans trabajadoras del sexo y de las personas migrantes que están en nuestra comunidad y son solicitantes de asilo”, expresa Marina.

Estos colectivos “no cuentan con muchos recursos y en esta situación de alerta, además de no poder generar recursos económicos, sufren un aislamiento y soledad es brutal”. En el caso de las migrantes, añade, se paraliza su tramitación administrativa, que les impide llegar a otros recurso. “Muchas de las consultas, en especial de asesoría jurídica, son sobre la situación administrativa para regularizar su situación y abrir la puerta a otros recursos”, expresa

En el marco de las mujeres trans que ejercen la prostitución, las circunstancias se gestionan a través de Lambda, que cuenta con programas específicos. Las trabajadoras de Orienta LGTB derivan a quienes lo necesiten. “Carecen de recursos económicos y  tienen problemas para acceder a comida. Nosotras gestionamos la ayuda con el reparto de alimento y para obtener las ayudas económicas”, explica. “La población trans es una de las que se encuentran en situación de riesgo de exclusión y vulnerabilidad a todos los niveles”, añade.

El servicio Orienta LGTBI comenzó a prestar atenciones el pasado agosto, con presencia en las tres provincias valencianas, bajo el mantra de la atención multidisciplinar a personas del colectivo LGTBI. El servicio está dirigido principalmente a lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales, así como sus familiares y personas allegadas que requieran de una atención específica vinculada a su realidad.

Las oficinas, explica, se conciben como un servicio integral y multidisciplinar. Se contempla la coordinación del servicio, profesionales de la psicología, grupos de ayuda mutua, profesionales de trabajo social que realizan el itinerario social de la persona que contacta, profesionales jurídicos, una persona de apoyo en exclusiva para temática trans y personal de administración.

Con el confinamiento, han adaptado la atención y se presta por vía telefónica, con videollamada si es posible. “Atendemos a personas que no han tenido un desarrollo fácil en su vida”, expresa Marina, poniendo en valor el trabajo de sus compañeras. Atienden casos de acoso escolar, violencia en el ámbito de la familia, de pareja, dudas legales, discriminación... Y de nuevo, se topan con el mismo problema que otros servicios sociales: “Quienes no disponen de un espacio lo bastante seguro como para hablar con la psicóloga nos han dicho que no quieren porque les puede suponer más problemas que soluciones”, casos en los que se espera que sea la persona afectada quién pueda contactar. “Con las que sí pueden se han pactado horarios para prestar la atención”.

Marina cree que a medida que se sucedan las fases del confinamiento será más fácil para las usuarias volver a contactar. “Se están generando muchas situaciones y sentimientos que habitualmente gestionaríamos de otra manera. Si una persona necesita atención urgente nos coordinamos para atenderla. Teníamos miedo de que las personas usuarias no llamara, de que bajara el nivel de atenciones. Pero hemos visto que no ha sido así. Es bueno que nos llamen porque estamos aquí para atenderlas. Es difícil pedir ayuda”, concluye.

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