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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

Empresarios en tensión política

Xavier Ribera Peris

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“Esbufegant

he arribat a entreveure

el sileci que precedeix al sanglot

quan la vida va a obrir-se en un cop de llum”

Vicent H. Esteve. Onda, 1972

A partir de 2020 el gran salto, desde antes a después, de la pandemia. Parte muy importante de la angustia y las dificultades que afectan a los valencianos provienen de la imprevisión y de la necesidad de transformación. Lo que teníamos antes del 14 de marzo, día en que Pedro Sánchez plantó las orejas y anunció el estado de alarma para dos días después. No era necesario ni suficiente para hacer frente a una hecatombe sanitaria imprevista. Los valencianos se predisponían a quemar fallas entre “mascletades i castells”. Nadie previno tests, ni mascarillas, ni equipamiento de UCI, ni personal especializado ni trajes de protección segura.

A tus zapatos

En la Comunitat Valenciana se ha visto que ni los dirigentes empresariales ni el cuerpo político estaban, ni están, a la altura de las circunstancias. Los portavoces empresariales, en vez de aplicarse para aportar su potencial económico, conocimientos y experiencia, se han prodigado en declaraciones, orales y escritas, dirigidas a los políticos. Para advertirles, regañarles y darles lecciones magistrales. El contenido de las consejas de Salvador Navarro, presidente de la patronal autonómica CEV, extralimita sus competencias en defensa de los intereses empresariales, para entrometerse en el cometido y responsabilidad de quienes gobiernan. Cierto que la mayoría de las reconvenciones responden a los mensajes que se transmiten desde el poderoso club empresarial AVE. En un efecto repetitivo de las recomendaciones emitidas desde la CEOE, por medio de su presidente, el vasco Antonio Garamendi.

Sucursalismo

Tampoco ese seguidismo se aleja del comportamiento que han tenido los empresarios valencianos frente a los refulgentes destellos que provienen de la capital de España. El primer presidente de la CEV, Vicente Iborra Martínez, fundador de CEOE, cayó denunciado por un delator “anónimo”. Justo después de una épica asamblea de CEOE en Madrid. José María Cuevas, entonces presidente de la gran patronal española, no levantó un dedo ni un teléfono en su defensa. Actitud que contrasta con la condescendencia reiterada en CEOE, ante la figura delictiva de su expresidente, Gerardo Díaz Ferrán, que acabó en presidio. Los presidentes autonómicos de las organizaciones empresariales valencianas – Pedro Agramunt, Rafael Ferrando, José Vicente González y Salvador Navarro—no han sabido o podido, desarrollar una línea de trabajo y reivindicación en favor de los sectores económicos de su demarcación territorial.

Separación de poderos

En recientes declaraciones de Salvador Navarro, es especialmente ácido al reconvenir, en temas turísticos, a la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, de Compromís. Ha denunciado la falta de peso específico de la política valenciana frente a la Administración central del Estado. Específicamente en torno al reparto de los 16.000 millones de euros, de recompensa sanitaria de Pedro Sánchez. Cuyos criterios de adjudicación se adaptan para que se acaben distribuyendo por motivos políticos – en mayor medida a Madrid y Catalunya—y no por número de habitantes que es lo que reclama el País Valenciano. Destaca Salvador Navarro la determinación política de Joan Baldoví, de Compromís, único representante en el Congreso de los Diputados, que no obedece a directrices que le marcan desde Madrid. Hace hincapié el presidente de la patronal en la importancia de tener voces reivindicativas. Sobre todo en los foros políticos donde se toman las decisiones decisivas para las autonomías Donde vascos y catalanes, tienen notable representación que les permite hacer valer las reivindicaciones que benefician a sus representados.

Identidad

Salvador Navarro se lamenta de que en la Comunitat Valenciana, no existan voces comprometidas como el Partido Nacionalista Vasco o los restos de Convergència a la catalana – de Esquerra Republicana de Catalunya, se olvida, sin motivo—,formaciones políticas conservadoras .De procedencia nacionalista y defensoras del substrato económico-empresarial. En sintonía con la delimitada definición de sus raíces identitarias (lengua, cultura, idiosincrasia, implantación social, raíces históricas). Sabe Navarro, que la economía es nada en política territorial, sin un posicionamiento reivindicativo que identifique a la mayoría cualificada de los ciudadanos. Ni la economía, con ser muy importante, lo es todo, ni los empresarios autonominados --que tendrán que justificar la representatividad que pretenden--deben asumir los niveles de influencia pública que se han adjudicado.

Todo más claro

1- Se requiere un ejercicio de transparencia para conocer la representatividad real de las entidades económico-empresariales. Entre ellas, las Cámaras de Comercio y su consejo autonómico. 2- Claridad en las relaciones con los poderes públicos y concretamente con la Generalitat Valenciana. 3- Que declaren si pertenecen, como parece, a la Administración Institucional – que existe por ley—y en qué medida están subvencionadas—porcentaje de sus presupuestos anuales-- mediante aportaciones fijas en los presupuestos autonómicos. 4- La verdad en la confusión de que una misma organización agrupa a pequeñas y medianas empresas--alineadas con las grandes y multinacionales-- cuyos intereses y posicionamiento son contrapuestos. 5-¿De qué manera pretenden conseguir la coincidencia y el respaldo de fuerzas políticas valencianistas? Cuando se han mostrado proclives y subsidiarias de partidos políticos de configuración y obediencia centralistas (PSOE, PP, Ciudadanos o Vox). De ahí a las urnas, un paso.

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