La intrahistoria de los aviones chinos con material sanitario: de analizar el producto con precio cerrado al sobrecoste de los vuelos
14,6 millones de mascarillas, 6,8 millones de guantes, 708.851 equipos de protección individual (EPI), 517.600 gafas de protección y 20.000 termómetros. Este es el volumen de material sanitario que la Generalitat ha importado hasta el momento de China, un cargamento que ha llegado en 13 aviones y que, aunque aún queda por llegar algún vuelo más, completaría con 15 aeronaves la operación bautizada como Ruta de la Seda, por la que el Gobierno valenciano quiere dotar de protección a sus sanitarios y población con menos recursos ante la crisis del coronavirus hasta que la autonomía pueda ser autosuficiente con su industria.
Pero para traer con éxito el material se ha necesitado separar mucho el grano de la paja. Desde elegir bien los contactos que tenían que conseguir el material a seleccionar el equipamiento válido o sufrir fuertes incrementos del precio de los vuelos en un mercado que se inflacionaba a la carrera. Un trabajo a contrarreloj y para el cual se había anunciado una partida presupuestaria de 11 millones de euros.
Uno de los hombres destacados, el más nombrado en las últimas semanas, ha sido Chen Wu Keping, el empresario chino afincado en Ontinyent y que de la mano de la secretaria autonómica de Economía Sostenible, Rebeca Torró, fue el principal proveedor contratado. Sus gestiones han permitido la llegada de siete aviones. Los otros tres fletados por la Generalitat han sido encargados a otros importadores, pero todos de China, que se ha convertido en el gran y casi único mercado al que acuden todos los países del mundo y que se ha transformado en una “selva”.
En un primer paso Torró explica que la Generalitat recibe precios cerrados de todo el material que se ofrece, un equipamiento técnico que tiene que ser supervisado por la Conselleria de Sanitat Universal para que sea el adecuado, pero también vigilar los precios. “Se nos hacían diversas ofertas, algunos eran abusivamente caros, otros demasiado baratos y poco fiables. Los técnicos han tenido que seleccionar el material y la Generalitat ha acordado la compra con el precio cerrado al que se ha ofrecido la propuesta en cada partida”, apunta la responsable económica.
A continuación, el material se tiene que traer en los aviones de cargamento, un proceso nada fácil. “Nosotros tuvimos el acierto de poder cerrar todos los vuelos pronto”, explica Rebeca Torró, una reserva de vuelo que se hace a través de empresas de flete de aviones. Algunos aviones tenían el material destinado a la Comunitat Valenciana como parte del cargamento, otros estaban llenos exclusivamente de partidas valencianas. En total, se han contabilizado transportes de hasta 55 toneladas.
Pese a haber podido contar con un transporte cerrado, la Generalitat no se ha librado de un mercado que, dada la vorágine mundial y la necesidad de tener el material sanitario, se ha inflacionado a marchas forzadas. Así, explica la secretaria autonómica, se han llegado a cuadruplicar y quintuplicar los precios, unos precios que variaban en función del volumen por metro cuadrado y por kilos. Así, ejemplifica Torró, “si en un principio un avión cargo podía costar unos 3 euros/kg, nosotros ya lo pillamos al inicio a unos 7 euros/kg y ahora está a 12 e incluso a 15 euros/kg”.
Una vez el avión despega sin ningún impedimento y sin que ningún otro país lo 'intercepte', cuando llega a España la transacción se hace por la central de compras, una compra “auditada” y que se paga en la aduana de los aeropuertos, supervisado también por Hacienda.
Producción propia
Rebeca Torró también señala que la Generalitat ha tenido que hacer como todo el mundo en general para buscar el material sanitario: ir a donde había stock, en China. No obstante añade que no se ha dejado de comprar en el mercado local, pero que en un primer momento este material era escaso y es ahora cuando ha empezado a crecer la producción.
En esto hacía hincapié el propio president de la Generalitat, Ximo Puig, quien tras felicitarse del balance de importaciones en el noveno avión señalaba que ante una situación de tan extrema necesidad también se deben aprender lecciones: “No dependamos de fuera en aquello básico”.
Ante esta situación de carencia, desde Ontinyent y junto con la patronal textil ATEVAL se ha lanzado el proyecto de impulsar un clúster empresarial de textil sanitario con el que se pretende cubrir las necesidades valencianas, pero también ser abastecedores de este material esencial en tiempos de pandemia como la actual.
No obstante Rebeca Torró le saca 'peros' a esta iniciativa. Advierte que la gran mayoría de las empresas que ahora se han puesto por primera vez a fabricar estas mascarillas lo hacen con una autorización sanitaria temporal de la Agencia Española del Medicamento y que solo una tiene la autorización permanente necesaria para perdurar en el tiempo. Así, apunta que “no es tan sencillo”, se tiene que hacer un trabajo complementario que continúe lo que se ha hecho hasta ahora porque no sería suficiente con la licencia actual.
Además, Torró añade que la intención de la Generalitat pasaría más por hacer un clúster industrial sanitario “transversal”. Esto significa que “no necesitamos solo empresas del sector textil, también lo necesitamos del químico para hacer los geles y desinfectantes, del mecánico para hacer respiradores, el plástico para hacer guantes...”.
La responsable económica señala que la tendencia va a ser comprar más el producto local conforme crece la producción y dejar de acudir a China, adonde se ha tenido que llegar por extrema y urgente necesidad.
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