¿Sabéis lo que estáis haciendo?
En política, como en casi todo, el ruido no siempre equivale a eficacia. Un año después de la trágica DANA que asoló muchos de nuestros municipios y acabó con la vida de 229 personas, la respuesta a esta pregunta, que no es retórica, aunque lo pueda parecer, es una de las principales cuestiones que los partidos progresistas de nuestra tierra se tienen que plantear. Y esto no es una opinión mía, que también, es una de las principales conclusiones que se pueden sacar de la última encuesta de Lápiz Estratégico para Levante-EMV. Y es que en este estudio queda bastante claro: el rechazo a la gestión de la DANA es mayor hacia la oposición que hacia el propio Gobierno valenciano, incluyendo a Carlos Mazón. Y eso, en política, no debería dejar ni una alarma por saltar.
La DANA dejó tras de sí imágenes de calles anegadas, infraestructuras colapsadas y un territorio vulnerable ante un fenómeno cada vez más recurrente. También dejó un test político en el que, de momento, pocos han pasado con nota. Volviendo a los números, ni el Consell ni su presidente han convencido en su gestión, pero la oposición tampoco ha sabido capitalizar el malestar ciudadano. Su discurso, más centrado en amplificar el desastre que en explicar cómo se habría evitado, ha tenido un recorrido corto. Como es normal, esto tiene sus consecuencias, como todo en la vida.
Y aquí mi pregunta a la oposición es: “¿sabéis lo que estáis haciendo?”. Porque no se trata solo de repetir lo mal que lo hace el adversario, sino de explicar cómo lo haríais mejor. La gente ya no compra eslóganes de “irresponsabilidad” o “incompetencia” si detrás no hay un plan, un modelo o una alternativa sólida. Y ese es el problema: que el votante percibe más ganas de aprovechar el desgaste del Consell y del President que de construir una propuesta creíble de gobierno. La crítica es necesaria, sí, pero si se convierte en un fin en sí mismo, acaba siendo estéril. Criticar a Mazón puede resultar rentable a corto plazo, pero sin una narrativa de gestión alternativa —realista, comprensible y creíble—, la oposición corre el riesgo, como está pasando, de ser percibida como parte del mismo problema.
Y este es uno de los errores más clásicos de la comunicación política: pensar que el desgaste del gobierno equivale automáticamente a un crecimiento de la oposición. Pero las urnas, como las encuestas, suelen castigar la ausencia de proyecto. Y si algo deja entrever este estudio es que el votante no quiere solo indignación: quiere soluciones. Quiere, además de saber qué harían diferente PSPV y Compromís ante un episodio meteorológico extremo, qué planes de futuro, en general, tienen para la Comunitat Valenciana. No basta con pedir dimisiones; hay que presentar alternativas.
En una política cada vez más tensionada, más tribal, el papel de la oposición no puede ser el de un espejo deformante que amplifica cada error. Si, especialmente, el PSPV y Compromís aspiran a volver a gobernar, deben ofrecer una imagen de solvencia y madurez institucional. Porque la política no solo se mide en lo que dices cuando no mandas, sino en lo que demuestras que podrías hacer si volvieras a hacerlo. El ruido puede dar titulares, pero no votos.
Las encuestas son solo una fotografía de la situación del momento, sí, pero casi siempre dicen más de lo que parecen. En este caso muestran una ciudadanía cansada del enfrentamiento y que suspende a todos, tanto al gobierno, como a quienes deberían fiscalizar su labor con inteligencia, no con desesperación. En ese contexto, insistir en la crítica sin relato, en el titular sin propuesta, es una forma lenta pero segura de perder relevancia. El liderazgo se gana ofreciendo certezas, no titulares.
¿Sabéis lo que estáis haciendo? Si la respuesta no es un sí rotundo, quizá sea momento de replantear la estrategia. Porque en política, como en meteorología, no se trata sólo de predecir tormentas, sino de demostrar que sabes cómo afrontarlas.
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