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CV Opinión cintillo

Sánchez quiere sonar en Radio 3

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“Quiero sonar en Radio 3, salir en las playlists de la new wave, ser tendencia este mes” es una canción de Toldos Verdes, uno de los grupos emergentes (y que os recomiendo) de la muchas veces mal llamada ‘escena indie’ española. Sin embargo, viendo la visita de Pedro Sánchez hace unos días a esa radio, perfectamente podría ser una declaración suya o, mejor dicho, una declaración de intenciones.

Y no, en este artículo no vamos a hablar ni de música, ni de ‘bandas de guitarras’, ni de los gustos musicales de Sánchez (que de eso también daría para un análisis interesante). En este artículo vamos a ir al fondo de esta cuestión, es decir, a la nueva estrategia del Presidente del Gobierno de España que nos está permitiendo conocer de una manera más constante, precisamente, su lado más personal.

La comunicación política ha entrado en una nueva fase en España y Pedro Sánchez parece haber decidido asumirla sin complejos. Tras años de una presencia digital más bien institucional y previsible, y por qué no decirlo, aburrida, el Presidente ha dado un giro estratégico hacia la personalización y la humanización, apoyándose de manera explícita en las redes sociales y especialmente en TikTok, plataforma que hasta hace solo unas semanas ni siquiera tenía abierta. Su aterrizaje en ella no ha sido tímido ni experimental. Al contrario. Sánchez ha llegado con una narrativa clara, un tono definido y una comprensión sorprendentemente ajustada del lenguaje propio de esta red, donde la cercanía y la autenticidad pesan más que la solemnidad.

Su primer vídeo, directo y emocional, ya marcó el camino. No era una pieza institucional, ni un resumen de gestión, ni un discurso desde el atril: hablaba a cámara, sin filtros, sobre Gaza, desde una posición personal más que gubernamental. En términos de comunicación política, ese gesto es fundamental. No busca convencer desde la lógica del poder, sino desde la empatía del individuo. En TikTok Sánchez no aparece como presidente, aparece como Pedro. Ese desplazamiento identitario es el núcleo de esta nueva estrategia.

Y funciona. Al menos si nos centramos en las estadísticas de este canal, es indudable que funciona (y de maravilla). La diferencia entre su cuenta y la de Alberto Núñez Feijóo —abierta prácticamente el mismo día— es insultante. Mientras el líder del PP ha entrado en la plataforma replicando códigos más tradicionales, con vídeos donde lo que más sube son refritos sin ningún tipo de conexión con la persona usuaria, Sánchez ha abrazado sin complejos el formato informal: cámara en mano, humor ocasional, referencias culturales y un estilo más conversacional que discursivo. Los datos hablan solos: muchos más seguidores, mucha más interacción y una comunidad más viva que también le está generando un impacto indirecto en los medios de comunicación tradicionales. Y esto pasa porque TikTok no premia la autoridad, ni el cargo, premia la naturalidad. Y su equipo ha entendido perfectamente esa premisa. Como dice el refranero español ‘Más vale tarde que nunca’.

Lo interesante es que esta estrategia digital no se queda solo en las pantallas. El equipo de Sánchez ha entendido la importancia de la conexión entre lo on-line y lo off-line en el mundo de la comunicación política y, el ejemplo más reciente, es la visita anteriormente mencionada a Radio 3. Más allá de su acertada estética (chaqueta vaquera, camiseta negra) e ir con los deberes musicales hechos, esta visita sigue con la estrategia anteriormente mencionada: conectar con la persona y sus gustos personales y no a través del BOE (¿quién conecta y emociona con el BOE?). La entrevista a radio 3 no fue una entrevista convencional: fue una declaración estética, generacional y de intenciones. Porque hablar de música, de festivales y de referencias personales en un medio clásico como la radio pública y, acto seguido, trasladar ese contenido a TikTok, demuestra que la estrategia es transversal y bidireccional. Lo presencial alimenta lo digital, y lo digital retroalimenta lo presencial. La comunicación total que muchos expertos describen, pero que pocos ejecutan. (Quienes queráis leer y aprender más sobre este tema os recomiendo leer el libro ‘Las campañas conectadas’, de Xavier Peytibi).

Pedro Sánchez, en Radio 3.

Esa conexión entre lo online y lo off-line es decisiva. Una estrategia digital sin soportes en la vida real acaba pareciendo una campaña; una estrategia presencial sin traducción a redes muere en el minuto posterior a emitirse. Sánchez está trabajando en la unión de ambos mundos y está entendiendo que, para hablarle a una sociedad fragmentada, hay que ocupar todas las capas del ecosistema mediático: del informativo de sobremesa al vídeo vertical de quince segundos.

Este movimiento también revela algo más profundo. En un momento de fatiga política y de desafección creciente, la batalla ya no está solo en la gestión o en la ideología, sino en la construcción de un relato emocional. Porque tal y como señaló Peytibi en el último Beers&Politics que celebramos recientemente en Valencia junto a elDiario.es: ‘En contextos de polarización política como el actual, la ideología del votante importa, mucho, pero cada vez importa más la emoción que provoca un candidato o candidata’ y otra cosa no, pero la música, precisamente, son emociones.

En esto está el porqué del giro hacia la humanización de Sánchez, dejando claro que no es solo un capricho comunicativo, sino una decisión estratégica. No se trata de que la ciudadanía vea lo que hace el presidente, sino de que vea quién es. O quién quiere mostrar que es. Desde luego, es un equilibrio frágil: la línea entre la autenticidad y el cálculo es fina, y el riesgo de convertir la cercanía en espectáculo siempre está ahí. Pero si la apuesta es sostener un liderazgo apoyado en su persona como ser humano no hay otro camino posible. Y más, en una figura que polariza tanto como la suya y que ha sido, y es, tan vilipendiada por los sectores más conservadores de nuestro país.

Tal vez por eso resulta irónico, casi paradójico, que el presidente haya llegado a TikTok tarde, cuando muchos pensaban que ya era demasiado tarde… y que justo ahora, cuando finalmente ha entrado, parezca que siempre había estado ahí. Puede que no haya sido el primero en abrirse un canal —pero ha sido el primer político de primera línea a nivel nacional, exceptuando VOX que llevan siendo los reyes de este juego desde hace años, en entender cómo se juega esta partida.

Viene un año y medio de elecciones donde el botón del adelanto electoral a nivel nacional lo tiene Sánchez sobre la mesa y, volviendo a Toldos Verdes, podemos imaginar a Sánchez cantando eso que canta la banda madrileña de: ‘‘ya no queda nada, para este momento, abro bien los ojos, no quiero estar muerto’.

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